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Por Cristian Alarcón Si el juzgado Federal de Dolores fue una garganta profunda para la mayoría de los medios que cubrieron el caso Coppola, hubo alguien para quien esa profundidad llegó a dimensiones superiores. Y ayer, en la quinta audiencia oral por las irregularidades cometidas en la causa Tarantini, aquel lejano beneficio se convirtió para el periodista en cuestión en una suerte de infierno donde como fuego hubo preguntas. Tantas que su declaración duró cinco horas y media, y la querella del ex deportista y de Guillermo Coppola estudian la solicitud de procesamiento por falso testimonio. La situación de Oscar Pinco, ex empleado de la secretaría provincial contra las Adicciones, se complicó a partir de la acusación de Samantha Farjat y Julieta La Valle, quienes aseguran que él participó de la reunión donde se planificó cómo y dónde se le plantaría droga a Tarantini. El mismo no pudo explicar por qué sabía que, por ejemplo, el policía Daniel Diamante era un agente encubierto. O que uno de los testigos de identidad reservada que declaró contra Coppola era la propia Samantha. Pinco, que cubrió el caso para la agencia Télam, fue señalado en cada declaración de la primera semana del juicio y siempre apareció ligado al grupo de policías acusados de asociación ilícita y de fabricar una causa de drogas a Alberto Tarantini. A tal punto llega su conexión con ellos, que ayer Pinco logró que la importancia de su testimonio en el juicio oral superara al propio Yayo Cozza, quien contó a la mañana la misma historia que ya relató en el juicio por la detención de Guillermo Coppola, hace dos meses. Más algunos detalles sobre cómo fue presionado mientras estuvo detenido para lograr a cambio de mentiras su libertad. Yayo dijo otra vez que escuchó al policía Daniel Diamante decir que si a Coppola le daban quince años, él ascendería a comisario y el juez Hernán Bernasconi, a secretario de Seguridad. También dijo que los policías usaron su celular ilegalmente mientras estuvo preso. El periodista Pinco, quien según la agencia DyN es asesor de prensa del senador Augusto Alasino, dijo ayer que había estrechado lazos con los policías al cubrir la detención de Carlos Ferro Viera y el allanamiento al boliche Ku, en medio de la supuesta proliferación de éxtasis en la costa. Como consecuencia, tuvo casi todas las primicias de los operativos que los policías realizaron hasta octubre. Ayer, intentando explicar el grado de confianza con la banda juzgada, le dijo a los jueces que es "especialista en adicciones" y que incluso trabajó para la secretaría provincial de Prevención, al mando de Alberto Yaría. Yaría ha sido señalado por Guillermo Coppola como alguien "estrecha y sospechosamente ligado a Bernasconi y uno de quienes lo ha sostenido en su puesto". Entre otros privilegios, Pinco fue el único periodista que estuvo en el departamento de Coppola durante el famoso allanamiento del jarrón. De todas las primicias, la del allanamiento a Tarantini fue la que ayer puso en jaque al periodista ante un tribunal incisivo que varias veces le llamó la atención por las "generalidades" y las "respuestas ambiguas". El sábado 5 de octubre, cuando según la versión de Samantha y Julieta, Bernasconi y sus polis las habían convencido de plantarle droga a Tarantini en el departamento de Natalia De Negri, Pinco estuvo con ellas y los policías. Ayer reconoció que lo alertaron sobre la inminencia de un allanamiento y la caída "del Conejo". Lo citaron en el bar Nostalgias. Allí se encontró con las chicas, Gerace, el policía Claudio Vega y uno conocido como El Chino. Las muchachas incluyen en esa reunión al oficial Carlos Gómez como quien le entregó a Julieta tres papelitos y una bolsa con cocaína. Ambas dijeron que Pinco escuchó las conversaciones donde se habló de cómo colocar la droga, la conveniencia de que fuera en el departamento de la De Negri. Pero aquella noche las chicas no lograron ubicar al "Nabo", tal como es nombrado Tarantini en las escuchas. Pinco aceptó ayer que, como la batería del celular de los policías se había terminado, él mismo llamó al secretario del juzgado, Roberto Schlagel, para que les consiguieran una orden de allanamiento. "Incluso yo le pasé con ellos y hablaron", sostuvo. Y reconoció que intentaron dar infructuosamente con Bernasconi. El periodista, a quien los jueces le aclararon permanentemente que no le pedían que revelara sus fuentes, lo hizo desde un comienzo. Quizás porque no había alternativas a las gargantas policíacas de Diamante, Gerace y Gómez. Además de las judiciales de Schlagel y Bernasconi. Sorprendió que declarase también sin empacho su reciprocidad con un informante de la Federal: "Yo chequeaba informaciones con él y él conmigo", contó. El caso de Pinco generó durante la agotadora jornada de ayer un debate entre los periodistas que cubren el juicio sobre los límites en las relaciones con las fuentes a la hora de una cobertura tan compleja como un caso de supuesto narcotráfico que afecta a famosos y repartos estelares. Para el Tribunal la cuestión ética no cuenta. Lo que intenta determinar con el interrogatorio al periodista es el andamiaje mediático de una causa plena de supuestas irregularidades.
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