Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


SEGUN EL AUGURIO DEL RABINO ESOTERICO DANIEL BITON
Ortega debe ser presidente

Biton, el adivinador a quien “Palito” visita en Jerusalén, vio en el futuro del actual candidato a vice un destino presidencial. Una historia de política y ocultismo que sacude la adormecida campaña para las elecciones de octubre.

Impacto: La publicación de
Página/12 fue la comidilla del Gobierno, donde Menem consultó a Biton por lo menos dos veces.

na04fo01.jpg (5171 bytes)

Ramón “Palito” Ortega, candidato a vicepresidente.
Recién mañana se reintegra a la campaña de Duhalde.


Por Martín Granovsky

t.gif (862 bytes) El rabino ocultista Daniel Biton prometió a Ramón “Palito” Ortega que sería Presidente. El propio Ortega estaba convencido de que ése sería su destino desde su ingreso a la política, en 1991, cuando Carlos Menem lo tentó con el poder y él le ganó a Antonio Bussi la gobernación de Tucumán. Pero el presagio de Biton alentó aún más el sentido de predestinación que anima al cantor, autor, director, productor, ex gobernador y senador Ortega.
Página/12 pudo saber que Biton confió ese augurio ante Ortega la última vez que el candidato a vicepresidente por el Partido Justicialista recurrió a sus servicios, en Buenos Aires.
“Palito” consultó varias veces a Biton en los últimos años, pero ninguna tuvo un efecto tan profundo como la visita de los últimos días a Jerusalén, sobre la que informó en exclusiva este diario en su edición del viernes.
La revelación causó alboroto en el comando electoral duhaldista y en miembros de la comunidad judía que suelen acudir a las prácticas esotéricas de Biton, quien se basa en la lectura de los textos de la cábala judía, el Libro del esplendor y el Libro de la Creación.
Los asesores de Duhalde ignoraban los motivos del viaje de Ortega. El candidato a vice se limitó a informar a principios de semana que viajaría a Israel por razones estrictamente personales, pero bloqueó cualquier curiosidad adicional. Ni siquiera informó los detalles al candidato a Presidente, que se enteró de las razones exactas recién cuando abrió el diario y vio la tapa que mostraba la imagen de Ortega a un lado del título “Yo tengo fe”.
El enigma de la partida estaba subrayado por un puñado de motivos:
u Duhalde ya había viajado a Israel en noviembre del año pasado y no tenía planificado ninguna salida más al exterior en busca de votos. Aunque parezca curioso, por lo menos dos asesores diplomáticos de Duhalde, uno de ellos el diputado justicialista Fernando Maurette, le recomendaron aquella gira para disipar los recelos de la comunidad judía de la Argentina, a la que algunos políticos suponen portadora de un voto único y homogéneo.
u El gobernador no encargó a Ortega ninguna misión especial.
u Ortega abandonó durante una semana la campaña electoral justo cuando la fórmula está en su peor momento, medida en intención de voto, desde los tiempos de gloria en que Duhalde desafió a Menem convocando a un plebiscito contra la re-re y conquistó a “Palito”.
Si no fuera por estos tres datos, los miembros del comando duhaldista perdonarían a Ortega su ausencia con dulzura indulgente. Después de todo, no es el primer político argentino que busca socorro en el contacto directo con fuerzas ya no divinas sino sobrenaturales.
–Mi marido asistió a mucha gente que estuvo y está en la política -dijo el viernes Marina Tusón, la esposa argentina del rabino Biton, un marroquí de unos 35 años que revista en la ultraortodoxia y atiende consultas a cambio de suculentas donaciones para su escuela rabínica de Jerusalén.
La publicación de Página/12 fue la comidilla del Gobierno, donde es conocido entre los íntimos del Presidente que Menem consultó a Biton por lo menos dos veces, cuando murió su hijo y antes de ser reelecto en el ‘95. Fue tema de conversación también en la comunidad de negocios, atenta a las adivinaciones de Biton. Lo consultan como mínimo dos vecinos de la torre que habitan los Ortega, uno de ellos el ex dueño de Alto Palermo y Alto Avellaneda Sergio Grosskopf. Y entre los clientes habituales figurarían el antiguo dueño de VCC, Samuel Liberman, y el ejecutivo número uno de Pérez Companc, Oscar Vicente.
Miembros de la comunidad judía tomaron la noticia con simple curiosidad o con preocupación.
El viernes por la noche, antes de los rezos del shabat, el día del descanso sagrado de los judíos religiosos, los curiosos atosigaron depreguntas a sus rabinos. Querían saber si los textos de la cábala (que significa “tradición” en hebreo) valen cuando explican, por ejemplo, que la creación es un proceso que involucra los 10 números divinos de Dios el Creador y las 22 letras del alfabeto hebreo, en total los 32 caminos de la sabiduría. Buscaban una palabra autorizada para averiguar si el destino puede adivinarse según las letras que forman el nombre de cada uno y sus equivalentes numéricos. Preguntaban si era cierto que, como dicen sus admiradores, Biton curó una hepatitis B poniendo cuatro palomas sobre el vientre de un enfermo.
Los preocupados, en cambio, se aproximaban a una mirada política de la cuestión.
–¿Cómo nos verán ahora? –se preguntaba en voz alta un profesional de excelente reputación comunitaria.
–Biton es judío pero no es el único judío. Acudir a la magia es una elección personal pero no tiene por qué merecer una condena ética. Y además Ortega, Vicente, Menem y tantos otros no son judíos. ¿Por qué habría que observar el episodio con una óptica solo judía?
–Quizás tenga razón –se tranquilizó por un instante el interlocutor de Página/12–. Pero, ¿sabe? Nuestra comunidad no pasa por su mejor momento.
Años atrás, otro rabino ocultista conmovió a la franja de clase media alta de los judíos porteños. Se trataba del anciano Kadouri, otro marroquí como Biton, soporte espiritual del líder de la derecha israelí Bibi Netanyahu. Visitó Buenos Aires, adivinó futuros, confortó enfermos, auguró negocios, buscó donaciones. Tantas, que cuando obtuvo su primer millón de dólares, el entonces presidente de la DAIA, Rubén Beraja, le preguntó si no era el momento de volver a Jerusalén.
A Jorge Luis Borges le encantarían estas historias. Borges se internó en el mundo del esoterismo judío leyendo a Gershom Scholem, el autor de El simbolismo de la cábala. “Se supone que si un rabino aprende o llega a descubrir el secreto nombre de Dios y lo pronuncia sobre una figura humana hecha de arcilla, ésta se anima y se llama golem”, explicó Borges simplificando a su vez a Scholem. Y escribió al final de su poema “El golem”: “El rabí lo miraba con ternura/ y con algún horror. ¿Cómo (se dijo)/ pude engendrar este penoso hijo/ y la inacción dejé, que es la cordura?/ ¿Por qué di en agregar a la infinita/ serie un símbolo más? ¿Por qué a la vana/ madeja que en lo eterno se devana/ di otra causa, otro efecto y otra cuita?”.
Ramón “Palito” Ortega vuelve mañana de Jerusalén para reintegrarse a la campaña electoral.

 

PRINCIPAL