Por Mario Wainfeld El chiste es
clásico y fue utilizado en ocasiones anteriores. Ahora se lo resucita para describir el
cuadro de situación preelectoral.
El Llanero Solitario recorre una pradera en compañía de su fiel amigo, el indio Toro. De
pronto a su frente, al Norte, se le aparece un malón visiblemente hostil. El Llanero se
pone nervioso ¿Qué hacemos?. Toro lo calma: Amigo, galopemos juntos
hacia el Sur. Encaran y casi se topan con otra multitud de sioux embravecidos.
¿Y ahora?, se inquieta el Llanero. Encaremos al Este, mi jefe Kemo
Sabi, aconseja Toro. Cuando lo hacen brota otra montonera de indios. Tranqui,
jefe propone Toro, proa al Oeste. Cuando ven ahí otro malón hostil, el
Llanero vuelve a preguntar ¿Para dónde vamos?. Problema tuyo,
carapálida, replica Toro mientras pone espuelas a su corcel y parte a juntarse con
los otros indios. Un operador del candidato peronista Eduardo Duhalde, no de los más
desapegados, cuenta el chiste transparente como una fábula a Página/12 y
acompaña el sarcasmo con una carcajada.
La soledad del poder es cruel... pero nimia si se la compara con la que aqueja a quien
según los sondeos en los que todos los actores creen está perdiéndolo.
Duhalde se queja de la prensa, de la Alianza, de Gustavo Beliz, pero su verdadero karma es
el peronismo, cuya herencia de diez años debe asumir sin beneficio de inventario y cuya
lealtad se dispersa como si Duhalde fuera el Llanero y Carlos Reutemann, José Manuel De
la Sota, Carlos Ruckauf y a partir de esta semana Arturo Lafalla y Néstor
Kirchner clones justicialistas de Toro.
El gobernador mendocino se abrió de Duhalde por derecha y el santacruceño por izquierda,
pero sus actitudes responden a un patrón común: privilegiar su espacio y su perfil
propio. Lafalla urdió una coalición con Domingo Cavallo que beneficia sin duda al
cavallismo (suma un diputado nacional más al bloque que angurrientamente junta el ex
ministro), que tal vez derrame algunos votos para el PJ mendocino y que perjudica, sin
ambages, a su fórmula nacional. Kirchner desairó a Duhalde, negándose a integrar un
panel con él y casi a saludarlo, reprochándole el perfil filomenemista de
este tramo de la campaña. Lo hizo en Tanti, ante un conjunto de duhaldistas unidos por el
discurso más pluralista y progresista que puede mostrar hoy el PJ y por un rencor
creciente hacia el menemismo y hacia quien consideran su caballo de Troya: Julio César
Chiche Aráoz. El más aplaudido en la tenida fue León Arslanian, una de las
víctimas de la diáspora del PJ. Los vítores a Arslanian equivalen a reproches al
candidato al gobernador Carlos Ruckauf, considerado un traidor por los
duhaldistas, que optan por moderar su lenguaje frente a Página/12. Muchos de ellos,
incluidos dirigentes de la primera línea de la campaña provincial, sospechan que Ruckauf
no sólo desbancó a Arslanian: también pergeña ofertas al represor Luis Patti. Según
ellos, llegó a ofrecer al electricista devenido candidato la cabeza de su compañero de
fórmula Felipe Solá.
Cada vez más solo, Duhalde se mueve en zigzag, en búsqueda frenética de novedades para
frenar la tendencia de las encuestas. Sus jugadas son cada vez más audaces y menos
creíbles: su denuncia de un secreto plan de la Alianza para devaluar ni movió el
amperímetro de la City, que sencillamente no le cree.
La Alianza se ata las manos
Los mercados saben diferenciar los fuegos fatuos de campaña de la realidad:
privilegiaron festejar, a través de sesudos títulos de La Nación y de los diarios de la
City la sanción de la convertibilidad fiscal. La señal tranquilizadora
(adivinen para quién) bautizóla el que fuera diario de los Mitre. La ley implica un
canje tradicional: atarle las manos al Estado a cambio de sedar los ánimos de los
organismos internacionales de crédito. Sus objetivos esenciales son:
u Restringir el déficit fiscal progresivamente hasta que llegue a cero en el año 2003.
u Prohibir que el gasto público para ejercicios futuros se incremente en proporción
mayor al del aumento del producto bruto interno (PBI).
Traducido al castellano, esto significa que el próximo gobierno que no puede
convertibilidad mediante tener política monetaria se ata las manos para
manejar el gasto público. Un recorte de poder antes que de recursos económicos, un
guiño al mercado. Esto dijo, en atronadora soledad (de los radicales sólo lo acompañó
el veterano chaqueño Luis León, el frepasista Pedro del Piero apoyó la iniciativa del
PJ) el senador de la UCR Leopoldo Moreau. El resto de la bancada previas varias
reuniones con el candidato a ministro de economía José Luis Machinea, con quien mantuvo
celular rojo el día de la votación levantó la mano.
Banquero y financista
El bloque parlamentario aliancista y Machinea no son (al menos no son conscientemente)
masoquistas cuando (auto) limitan el poder del gobierno que vendrá precisamente en el
área en el que pueden marcar diferencias de gestión con el PJ, el de las políticas
sociales. Lo hacen pensando que así sedarán a los mercados y ganarán gobernabilidad.
La candidatura de Machinea (decidida a poco del nacimiento de la coalición)
fue la primera señal hacia los mercados. Hubo otras: la Alianza y
Machi han dado sobradas pruebas de su fidelidad al esquema económico que
Cavallo nos legó. Tamaña profesión de fe no ha bastado para saciar a los capitostes
financieros, a quienes el sistémico Machinea ahora les parece de izquierda. Desbancar a
un ministro antes de que asuma sería excesivo sadismo hacia De la Rúa, máxime si se
advierte que Machinea es el único economista de la oposición que tiene un equipo
trabajando en un plan de gobierno desde hace meses. Pero el establishment no ve con malos
ojos la posibilidad de menguar su poder. Una de las propuestas que impulsa es dividir
Economía, desmembrando un ministerio de Hacienda o de Finanzas que quedaría en manos de
un hombre confiable para los mercados. Un perfil limitado a un puñado de nombres para el
cual sería número puesto Ricardo López Murphy... si no viniera de capa caída tras
haberse ido de boca ante tempus con su propuesta de recorte salarial. Otra figura
expectable es el desconocido (para el gran público) Fernando de Santibañes, cuyo
curriculum lo hace gran favorito a tener un lugar preponderante en el próximo gobierno:
es economista graduado en la Universidad de Chicago, un exitoso integrante del mundo de
las finanzas (fue presidente del Banco de Crédito Argentino y titular del 28 por ciento
de sus acciones que vendió hace unpar de años al Banco Bilbao Vizcaya), miembro de FIEL
y director del CEMA, donde milita la tropa de Roque Fernández con Carlos Rodríguez a la
cabeza.
Este hombre de la Academia económica y de la comunidad de negocios al que aún sus
adversarios definen como encantador, amante del arte, buen lector de ficciones y bon
vivant, se engalana con un condimento inusual: es amigo personal de De la Rúa. Lo conoce
desde hace años, hablan muchísimo, tienen quintas contiguas en la zona de Pilar, donde
comparten distendidas charlas de domingo, esas que se prodigan sólo con gente
confiable, en las que los une más un amor común: Boca Juniors.
Fuera del centro de la imagen, ajeno a los medios sus casi únicas apariciones
periodísticas son largos reportajes concedidos a Ambito Financiero Santibañes va
agigantándose como candidato a algo grande en el (todavía virtual) gobierno
de la Alianza. Participa de numerosas reuniones con el equipo de Machinea y también
dialoga con la primera línea del Ministerio de Economía. Fuentes cercanas a Machinea
aseguran que no es un competidor por el ministerio, que su lugar será el de un
importante asesor presidencial, lo que concuerda con lo que responde De la
Rúa a un reportaje en esta misma edición (ver páginas 2 y 3). La City, ya se dijo, lo
desea ministro. O coministro. O, de mínima, calentando la oreja del Presidente.
Santibañes suele decir que su interés está centrado en la educación y es cierto que
sobre ese tema versan sus principales posturas públicas. Es adalid de algunas propuestas
hiperliberales sobre el tema, entre ellas suprimir la gratuidad de la universidad,
arancelándola, y cambiar 180 grados el sistema de educación pública primaria y
secundaria, incentivando la demanda. Esto es, entregando subsidios a los padres de los
alumnos para que elijan a qué establecimiento los enviarán. Un mecanismo
propugnado por la intelligentsia de los organismos de crédito tendiente a generar un
mercado de escuelas en el que compitan las públicas y las privadas en busca
de clientes, reduciendo a casi cero el protagonismo estatal en materia educativa. Una
vuelta de tuerca más a la privatización de las prestaciones sociales que ha hecho tanto
camino en Argentina.
Si esos principios parecen incompatibles con la plataforma de la Alianza, con la
tradición radical y más terrenamente con los espacios que la UCR ocupa en la
Universidad y en el activismo estudiantil, es porque lo son. Dirigentes de Franja Morada,
cuadros de primera línea de la Universidad y ex militantes de la Junta Coordinadora que
transitan el Parlamento hablan con recelo de la estratégica ubicación de Santibañes y
de los conflictos que generaría su presencia (mejor dicho, la de sus ideas) en un nuevo
gobierno. En la dirigencia del Frepaso las críticas y los resquemores no son menores.
Eso sí, los rezongos se mascullan en voz baja, detrás de los cortinados. Como ocurrió
con la ley de convertibilidad, se naturaliza el corrimiento a derecha de la Alianza sin
siquiera debatirlo. Nadie dice una palabra en público, ni mucho menos en presencia de
Fernando de la Rúa. Será tal vez porque en campaña, y cuando se va ganando, Toro es
Toro y se dedica, fiel, a seguir al Llanero. Y ninguno de los dos piensa qué será de sus
vidas si algún día los rodean indios hostiles.
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