Por Washington Uranga La muerte a los 90 años de
dom Helder Cámara, el obispo brasileño que se transformó en un símbolo del catolicismo
latinoamericano comprometido con la defensa de los pobres y los derechos humanos, causó
una profunda congoja popular en el nordeste del Brasil. Cámara falleció la noche del
viernes en Recife, donde se desempeñó como arzobispo desde 1964 hasta 1985. Solidario y
batallador junto a los sectores populares, dom Helder fue fundador (en 1952) y primer
presidente de la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil (CNBB) y su vocación
latinoamericanista lo llevó a transitar todo el continente llevando su prédica y a
colaborar de modo entusiasta en la creación del Consejo Episcopal Latinoamericano
(CELAM).
Un gran problema en Brasil es que, cuando se terminaron los esclavos africanos, se
crearon esclavos brasileños. Y sólo terminará cuando tengamos el coraje de hacer una
verdadera reforma agraria. Este es, aún, uno de los sueños de mi vejez, afirmó ya
retirado del gobierno pastoral de diócesis pero con vitalidad suficiente para continuar
con su prédica. Lucas Moreira Neves, el cardenal brasileño que actualmente ocupa la
poderosa Congregación para los Obispos del Vaticano, dijo en una entrevista difundida por
Radio Vaticano que recuerdo su gran capacidad de trabajo por los pobres..., cuando
había necesidad de ponerse en contacto con las instituciones, la gente o el mismo
gobierno, para abogar por los pobres, él lo hacía. El teólogo Leonardo Boff lo
calificó como profeta de la solidaridad mundial, y el cardenal brasileño Paulo
Evaristo Arns, amigo y admirador de dom Helder, dijo que el rasgo más importante de su
personalidad ha sido su fidelidad a la Iglesia y al pueblo de Brasil y de América
latina.
El arzobispo Cámara marcó parte de la historia reciente de la Iglesia Católica de
América latina y animó a muchos de sus colegas obispos a comprometerse con los pobres.
Firme opositor a la dictadura brasileña que gobernó al país vecino entre 1964 y 1985,
encontró un gran respaldo en el papa Paulo VI, pero sus discrepancias con Juan Pablo II
(que asumió en 1978) fueron aumentando con el correr de los años. Parte de la curia
romana y el propio Karol Wojtyla señalaban a Helder Cámara como uno de los obispos
responsables de apoyar a la Teología de la Liberación y de propiciar su desarrollo. Aún
antes del golpe militar brasileño de 1964, dom Helder Cámara resumió su relación con
los militares en una frase que sus seguidores recuerdan con admiración: Si doy
comida a los pobres, ellos (los militares) me llaman santo. Si pregunto por qué los
pobres no tienen comida, me dicen comunista.
El prestigio de dom Helder trascendió largamente las fronteras de la Iglesia Católica, a
tal punto que acumuló más de 20 títulos de doctor honoris causa en otras tantas
universidades y se transformó en un referente casi universal de la lucha contra la
pobreza, la indigencia y en favor de la libertad. Varias veces fue presentado como
candidato al Premio Nobel de la Paz. En el marco de la Iglesia Católica el arzobispo
Cámara fue uno de los miembros de la jerarquía que más alentó y colaboró en la
creación de las Comunidades Eclesiales de Base (CEB), una nueva forma de organización
eclesial destinada a renovar las estructuras parroquiales dándole mayor vitalidad y
compromiso directo con la realidad de la gente.
Poco después de su muerte el coordinador de la Pastoral de la Tierra en el estado
brasileño de Ceará, el sacerdote Ermano Allegre, formuló el deseo de que la muerte de
dom Helder intensifique el trabajo de todos aquellos que luchan por los derechos
humanos en el país. Espero que al homenajearlo no se lo transforme en un santo distante
de las personas, sino en un santo próximo a los problemas reales del hombre.
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