La
economía ecuatoriana es una pequeña fracción --entre 4 y 5 por ciento-- de la
argentina. Pero ambos países andinos se parecen en algo: los dos exportan commodities,
que son, en última instancia, la garantía de su deuda externa. Al caer el precio de esos
productos, el valor de la deuda respaldada por ellos debía lógicamente bajar también,
como ocurrió en los mercados donde se transan esos papeles. Sin embargo, los países
endeudados pagan los servicios financieros y rescatan los títulos a su vencimiento de
acuerdo al valor nominal de éstos. Si su cotización disminuyó no es, entonces, porque
la corriente de intereses y amortizaciones se reduzca en proporción a la merma en el
precio de los transables con cuya exportación los países deudores obtienen las divisas,
sino porque la deflación de los bienes primarios aumentó el riesgo de insolvencia. Ahora
bien; en la medida en que las naciones endeudadas cumplan a pesar de todo con sus
acreedores, lo harán sacrificando otros intereses, que son los de sus habitantes, que
deberán sufrir condiciones económicas más duras para garantizar la generación del
excedente necesario, a pesar de la crisis. Los
pauperizados ecuatorianos resistieron en las calles el último paquete de ajuste que quiso
imponer el presidente Jamil Mahuad, y éste recordó finalmente que Estados Unidos venía
hablando desde 1995 de la corresponsabilidad de los acreedores privados, que por tanto
debían compartir la carga, refiriéndose a los paquetes de rescate armados entre los
organismos multilaterales y los gobiernos del primer mundo. Pero como nadie en
Norteamérica definió ni precisó nunca ese concepto lanzado por Robert Rubin, fue el
acto unilateral de Quito el que se encargó de ponerlo en práctica.
Ahora que el FMI parece dispuesto a auxiliar a Ecuador para
controlar el daño de su cesación de pagos, y de hecho al hacerlo convalida su actitud,
el caso dispara muchos interrogantes. Por de pronto, revaloriza el exabrupto de Eduardo
Duhalde sobre la deuda externa y deja un poco en ridículo a los economistas de la Alianza
y su prédica de disciplina y buena letra. Que la Argentina deba diez veces largas lo que
Ecuador le puede dar más poder y no menos a la hora de imponer condiciones. Para los
tenedores de papeles de deuda cualquier deudor es un peligro porque la rebelión de uno
puede voltear el precio de todas las deudas. Para colmo, el default ecuatoriano acaba de
desflorar la virginidad de los Bonos Brady, nunca repudiados hasta el momento.
La gran pregunta para deudores díscolos es si piensan seguir
viviendo al fiado en el futuro, y en ese caso cuánto deberán pagar para conseguir
prestamista. |