|
Por Carlos Rodríguez En horas de la madrugada --cuando ocurre el mayor número de accidentes de tránsito graves--, dos jóvenes que al parecer corrían una "picada" con un auto importado, preparado para desarrollar grandes velocidades, según dijeron fuentes policiales, atropellaron a un Renault 6 que circulaba por el carril lento, en la avenida Cantilo, cerca de la cancha de River. En el auto chocado viajaban una mujer de 39 años y su hija de tres, quienes murieron carbonizadas al incendiarse el coche, cuya conductora perdió el control del volante por el violento impacto. El Renault chocó primero el guardarrail situado a su derecha y luego el de la izquierda, tras cruzar en diagonal toda la calzada. Los chicos que iban en un Honda Civic sufrieron traumatismos y heridas leves, ya que el vehículo cuenta con el sistema de protección "air bag", que los mantuvo sujetos sobre el asiento delantero. El accidente puso al descubierto la moda de las "picadas" que nunca se fue de Buenos Aires: precisamente, esa zona de la ciudad se convierte por las noches --según vecinos y expertos en tránsito-- en territorio ganado por niños bien que corren carreras (ver aparte). Hace pocas semanas, también en la zona norte de la ciudad, tres jóvenes que iban en una camioneta 4 x 4 provocaron un choque cuando entraron de contramano por la avenida Figueroa Alcorta. La mujer fallecida ayer fue identificada como Celia Edith González Karman, de 39 años, mientras que se mantuvo en reserva el nombre de la nena. En el Honda iban el conductor, Sebastián Cabello, de 19 años, y su acompañante Daniel Pereira, de 18. En el accidente intervino la seccional 35ª, pero con anterioridad personal de la comisaría 51ª había intentado interceptar el paso del auto importado, al observar que circulaba a gran velocidad, como preparándose para participar de una picada, una práctica habitual en esa zona de la ciudad de Buenos Aires. El choque ocurrió a las 2.30, precisó el comisario Alberto Pacheco, de la 35ª, quien se apresuró a aclarar que en ningún momento vio al Honda correr junto con otros dos automóviles, como indica una versión que no pudo ser confirmada. De todos modos hay dos testigos del accidente que tendrían que prestar declaración ante el juez Luis Schelgel, quien caratuló la causa como "homicidio culposo". Anoche, Cabello seguía internado en el sanatorio Sagrada Familia, en el barrio de Belgrano, luego de pasar primero por el Hospital Pirovano, junto con su amigo Pereira, a quien ya le dieron el alta médica. Cabello permanece con custodia policial hasta tanto esté en condiciones de concurrir al juzgado, aunque se presume que quedará en libertad porque el delito que se le imputa es excarcelable. El comisario Juan Carlos Robles, de la comisaría 51ª, confirmó a Página/12 que el Honda blanco de Cabello había sido visto temprano, antes del accidente, "andando bastante fuerte, como tratando de mostrarse para participar" en las picadas que suelen realizarse por la zona de Núñez. "Cuando el personal policial se le acercó, no acataron las indicaciones y se escaparon." Según Robles, en el trayecto de Cantilo que va desde las cercanías del estadio de River hasta la General Paz "pueden desarrollar una velocidad de hasta 180 kilómetros por hora". El comisario Pacheco precisó que la gente de la seccional 51ª "no intentó perseguir" a los jóvenes que iban en el Honda. "Se los persigue en la medida de las posibilidades, pero hay que medir el peligro que supone salir a toda velocidad con el patrullero", fue la justificación del oficial. "El patrullero puede chocar y matar a diez personas", lo que se convertiría en un despropósito. Fuentes policiales aseguraron que el Honda tenía una serie de detalles internos que evidencian la vocación "tuerca" de sus propietarios. Las fotos tomadas poco después del choque muestran la presencia, junto al tablero convencional, de un tacómetro. El aparato mide las revoluciones por minuto que desarrolla el auto y una serie de datos adicionales que permiten al conductor establecer, con exactitud, la velocidad que desarrolla durante la carrera. Otro elemento importante sería la posibilidad que habría tenido Cabello de inyectar gas de nitrógeno en el combustible, artilugio que aumenta la "explosión" del motor, lo que incentiva la velocidad por desarrollar. El uso de ese tipo de gas está expresamente prohibido en las competencias deportivas, dado el peligro que entraña para la seguridad de los competidores. El auto fue sometido a distintas pericias que estuvieron a cargo de personal de la División Ingeniería Vial de la Federal. La Asociación Civil Luchemos por la Vida consideró que estos accidentes ocurren por "la falta de controles eficaces en las calles y rutas" del país. Una estadística difundida por la entidad señala que por mes se labran alrededor de 12.000 actas por infracciones graves en el tránsito, cuando se estima que el número real de hechos que deberían ser penalizados superan los 146 millones. Por su parte, el Instituto de Seguridad y Educación Vial (ISEV) sostuvo que las picadas representan "un problema grave en todo el país". Como dato ilustrativo, recordaron que en la ciudad de Mendoza las autoridades tuvieron que cerrar, por las noches, el camino que lleva hasta la cima del Cerro de la Gloria porque "se hacían picadas que ponían en peligro la circulación" después de las 19. El ISEV recordó que las estadísticas establecen que el mayor número de accidentes se produce entre las cero y las seis de la mañana.
Por Cristian Alarcón La parada es una estación de servicio, la YPF que está en la esquina de Echeverría. Allí, después de la medianoche, el paisaje urbano comienza a oler a algo más que a simple nafta súper. Y el ruido de los motores ya no es el sordo ronroneo de los autos importados que viajan para salir de la Capital. No hay estudiantes preparando finales de madrugada, sino una muchedumbre que va del medio centenar a los ciento cincuenta chicos y chicas de jeans y marcas amables que se concentran entre picada y picada. Además de una exposición permanente de autos, en dos categorías cuasi ideológicas: nacionales e importados. Tienen, acostumbrados al acoso policial, una persistencia tal que "es difícil disuadirlos" de abandonar sus puestos. "Nosotros montamos un servicio tratando de desalentar a los curiosos en ese parador, pero se reagrupan. También usamos motos. Y ponemos dos controles, uno en Sarmiento y otro en Dorrego", explica el comisario Juan Carlos Robles, de la seccional 51ª, cuyos hombres intentaron sin éxito parar al Honda Civic que haría estallar al Renault 6. El circuito queda formado por la avenida Figueroa Alcorta, la autopista Lugones, Udaondo y Dorrego. También avanzan por Cantilo. Y existen calles que resultan vías de escape al control caminero: Monroe, el puente a la Costanera, la propia Echeverría o el puente Angel Labruna, muy cerca del accidente de ayer. El testimonio de un taxista que para en la estación de servicio YPF detalla: "Se huele la guita. A un auto nacional de quince lucas le ponen diez encima. Hay talleres dedicados especialmente a eso. Con los importados se sacan. Ves caños de escape Silen originales. Son unos que se juntan al final, especiales para hacer un ruido de carrera". Eso, si no se abren los capots. Al motor común se le agrega la combustión de un gas de nitrógeno, que produce una especie de flash para incrementar la combustión y elevar la potencia normal del motor en por lo menos un diez por ciento. En carreras de automovilismo se utilizó el gas pero fue prohibido porque es demasiado inflamable. Habría que sondear en esos chicos y la volatibilidad de sus cabezas para saber cuán lejos o cerca están de Cronenberg, la folclórica competencia tuerca entre petiteros sesentosos por los alrededores de La Biela, o la desesperanza banal de los adolescentes de Historias del Kronen, de Montxo Armendáriz, que fanatizó a media península hace cuatro años contando cómo se drogaban y corrían a contramano los acomodados gallegos, al grito de "El mañana no existe".
|