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“LA LINTERNA”, LA OTRA TELEVISION DEL ESPECTACULO
La cultura no es un chivo

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Los periodistas Laura Ubfal y Carlos Ulanovsky aprovechan su experiencia radial para concretar crítica de cine, teatro y medios sin cholulismo.


Por Karina Micheletto
t.gif (862 bytes)  En la radio compiten durante una hora de los sábados: Laura Ubfal en Del Plata con “La linterna”, de 13 a 15, y Carlos Ulanovsky en Metropolitana con “La vida me engañó”, de 10 a 14. Pero el cable los reunió al frente de “La linterna”, un programa que se emite los miércoles a las 23 por Canal á, casi como continuación lógica de un espacio radial sobre el espectáculo que se mantiene desde hace cuatro años. En media hora, el programa aborda el mundo de la cultura, el entretenimiento y el espectáculo con espacio para el análisis inteligente y abundante cantidad de información. E incluye secciones como “El vil metal”, en la que se dan datos como los costos de un pase de editorial, un cachet televisivo o la filmación de una película; o “La crítica cruzada”, en la que dos figuras del espectáculo van a ver la obra del otro y opinan sobre ella. “Nos importa la cultura como algo más que el espectáculo”, explica Ubfal. “Invitamos a personajes del ambiente a debatir por qué la gente le cree a la ficción y duda de las noticias de los informativos, o por qué a los actores que hacen televisión no les queda tiempo o fuerzas para hacer teatro, algo que no ocurría en otras épocas. Y somos conscientes de que hoy es una aventura hacer un programa de este tipo sin husmear detrás de la puerta ni meterse en la cama de nadie. En la TV abierta directamente no hay espacio para la propuesta.”
Para Ulanovsky, las reglas de juego están claras: “No podría trabajar en TV abierta porque hay una cantidad de exigencias que no estaría dispuesto a soportar. En especial la del rating. Me encantaría hacer algún día un programa que tuviera mucho rating, pero sé que así como mis gustos personales están mucho más cerca de los programas que tienen 4 o 5 puntos, yo no podría hacer otros programas que tuvieran más de eso.”
–¿Qué diferencia a “La linterna” de otros programas de espectáculos?
C. U. –Creo que hay una diferencia enorme que es la intención: a partir de eso no hay posibilidad de comparación. La idea no es hacer chismes ni nada de lo que hacen los otros programas. No quiere decir que vaya a ser mejor, sí quiere decir que hay una propuesta de hacer algo diferente. No pasé 35 años de mi vida evitando hacer eso para terminar como chimentero, que me parece una noble tarea, pero no para mí.
L. U. –En los programas de espectáculos de lo que menos se habla es de espectáculos. Se habla de la vida privada de la gente, pero no de lo que pasa arriba de un escenario o en una pantalla. En cable hay muy buenos espacios como “Enter-arte”, el de Yánover o el que hace el Teatro San Martín. En la tele abierta creo que no hay nada que se pueda comparar, porque es la banalización de la información en todos sus aspectos o la noticia chivo, y por ahora no lo veo a Carlos poniéndose la tintura que auspicia el programa... El cable hasta ahora no tiene el apuro del rating, y eso ayuda mucho, sobre todo a pensar. La gente que está en la TV abierta no puede pensar, al día siguiente tiene que ver qué número hizo y a partir de esa cifra y de qué le dicen los de arriba sabe si va a seguir o no. Es una guadaña.
–¿Cuál es la propuesta del programa?
C. U. –El programa no empieza de la nada, se engancha con una historia de cuatro años, y ojalá podamos llegar a meter en estos treinta minutos diez informaciones equivalentes a las que Laura tira en radio. Me gustaría que este programa sea capaz de mostrar algunas de las cosas buenas que puede tener el mundo del entretenimiento o la cultura. Y me gustaría también dar cuenta del estado actual de la cultura, que está hecha pelota, en cualquiera de los rubros que uno imagine. Decir: esto pasa en la televisión, esto en el teatro, esto en el cine, el video... Están todos en la lona. Acá estamos, y hacia acá vamos.
L. U. –En el primer informe hablamos sobre la crisis del teatro, y dijimos que durante todo este año ningún espectáculo comercial de la ciudad de Buenos Aires, llámese Art, Closer o Tetanic, pudo poner el cartel de “no hay más localidades” en una sala grande. Desde Salsa criolla, por ejemplo, el Liceo no lo usa. Para la producción tuvimos que hacer un cartel nosotros, porque no había en ninguna sala.

 

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