Mariana Carbajal Rosalía mira el pizarrón y
copia en su carpeta apuntes de biología. Con la mano derecha escribe. Con la izquierda
acaricia a Johnatan, su bebé de cinco meses, que dormita en su regazo arrullado por el
rumor de la clase, después de haber tomado el pecho en la misma aula. Rosalía tiene 16
años y es una de las cinco alumnas-mamás que concurren con su hijo a la Escuela Media
Nº 2 de Berisso. Pero el caso, que al principio despertó curiosidad, no es aislado.
Según pudo saber Página/12, la asistencia a clase de alumnas-mamás acompañadas por sus
criaturas es una realidad en escuelas secundarias de barrios empobrecidos del conurbano y
la Capital Federal, que buscan formas de evitar la deserción escolar que suele acompañar
a un embarazo precoz. Las estrategias para retener en las aulas al creciente números de
adolescentes-madres se han diversificado: en la ciudad de Resistencia, Chaco, una escuela
secundaria abrió una guardería para los hijos de sus alumnas, mientras que el Gobierno
de la Ciudad de Buenos Aires creó talleres de reflexión para las chicas embarazadas o
que han sido madres. La problemática en el ámbito porteño no es menor: en sólo cinco
escuelas hay 72 alumnas en esa condición. Algunas de ellas, como Rosalía, asisten a
clase con sus bebés.
Rosalía es la segunda de cinco hermanos. El mayor tiene 19 y el menor nació hace apenas
15 días. Por eso, ahora que mi mamá tuvo el bebé, vengo con Johnatan a clase
porque no tengo quién me lo cuide, contó Rosalía, con un susurro de voz, en un
alto de su clase de biología. Es extremadamente tímida y callada. Pero cuando se trata
de contar las travesuras del pequeño en el aula la cara se le ilumina. Es muy
inquieto, describió, mirándolo extasiada. Generalmente duerme una hora en
clase y cuando se despierta lo agarran mis compañeros y anda de brazo en brazo por todos
los bancos, contó, divertida, con el niño en sus rodillas. Rosalía vive con sus
padres a ocho cuadras del colegio, en Villa Zula, uno de los barrios empobrecidos que
rodean a la escuela, situada en Montevideo y la calle 35, a unas veinte cuadras del centro
de Berisso, un partido cercano a La Plata, donde alrededor del 52 por ciento de la
población se encuentra en riesgo socioeconómico.
Todos los años tenemos alumnas embarazadas, reveló Susana Roca, profesora de
lengua y biología de la Media Nº 2. Cuando dicta clases en quinto año, a veces, la
docente hace dormir o le da la mamadera al hijo de una de sus alumnas, mientras la joven
realiza alguna tarea en el aula y el chiquito se resiste al cochecito, un objeto ya
incorporado al paisaje escolar en esa escuela. De la veintena de alumnas-mamás que hay
entre sus 919 adolescentes, sólo cinco concurren con sus bebés. Cuando hicieron
las pruebas de calidad educativa, la preceptoría se convirtió en una guardería,
recordó Mariana González, vicedirectora de la escuela y madrina del hijo de Rosalía. En
esa misma habitación suelen cambiarles los pañales.
La aceptación de los bebés en clase se decidió hace unos años para alejar el fantasma
del abandono escolar que acompaña a los casos de embarazo precoz, precisó Hilda Morgada,
directora de la Media Nº 2. Es una estrategia auspiciosa para que las chicas no
deserten, destacó Mónica Rosenfeld, a cargo del área Mujer, de Unicef. Según
pudo saber este diario tras consultar a docentes de distintas escuelas, la misma medida se
extendió en los últimos años a otros establecimientos enfrentados a una realidad
similar.
Como en la EMEN Nº 1, de Villa Lugano, donde hace una semana una alumna de 17 años, de
las cinco que dieron a luz este año, pidió permiso para llevar a su hijo recién nacido
y desde entonces concurre a clase con el niño en brazos, según precisó la preceptora
Bárbara Pedró. Lo ideal no es que vengan con sus bebés, pero se da la
circunstancia de que no tienen con quién dejarlos. Tratamos de que sea una situación
pasajera, señaló el director, Carlos Mirés. La EMEN Nº 1 es una de las cinco
escuelas medias porteñas que cuentan con talleres para embarazadas o madres, en el
marcode un programa de la Secretaría de Educación del gobierno porteño (ver aparte). En
total, en ese establecimiento hay entre 15 y 20 alumnas de 14 a 19 años que han dado a
luz. Me parece muy importante la presencia de los bebés en el aula porque les
permite a los adolescentes conectarse con la realidad de tener un hijo; si no, les queda
la sensación de que es algo así como una aventura que vive una compañera a la que no
ven más, opinó Gabriela Dueñas, directora del Primer Centro de Psicopedagogía de
la Zona Norte.
Aunque consideró que no es lo habitual que las alumnas-madres vayan a clase
con sus bebés, la subsecretaria bonaerense de Educación, Graciela Devoto, reconoció la
problemática del embarazo adolescente en las escuelas del conurbano. Hace unos
años que tenemos situaciones de este tipo en las aulas, señaló. Para Rosenfeld,
hay normas no escritas en el sistema educativo que censuran a las adolescentes
embarazadas y hacen que muchas terminen dejando la escuela. La especialista de
Unicef consideró que se deberían diseñar distintas alternativas para retenerlas en la
escolaridad y, a la vez, contenerlas. En un secundario de Resistencia, por ejemplo,
armaron una guardería para los hijos de las alumnas, describió.
Iniciativas de este tipo permitirían que el nacimiento de un hijo no se convierta
para ellas, cuando tienen un proyecto de vida que trasciende la maternidad, en un
obstáculo enorme, como usualmente sucede, concluyó Rosenfeld.
Embarazos en aumento
Por M. C.
La continuidad en la escuela no parece ser un proyecto para las adolescentes embarazadas
de sectores más desprotegidos. Así surge de un relevamiento realizado por la Dirección
de la Mujer del gobierno porteño: De un total de 600 chicas encuestadas este año en las
salas de espera de la Maternidad Sardá y del Hospital Penna, sólo el 27 por ciento
manifestó tener como proyecto para el futuro estudiar. El 42 por ciento expresó que se
dedicará a cuidar al bebé, el 15 por ciento no tiene planes y el 13 piensa trabajar.
Sólo el 16 por ciento tenía el secundario completo, el 29 por ciento no lo había
terminado, el 47 por ciento la primaria completa y el 5 por ciento incompleta.
De acuerdo con estadísticas de Unicef, la problemática del embarazo adolescente está
lejos de resolverse en el país. Al contrario, viene en aumento. Entre 1991 y 1997
últimos datos disponibles la cantidad de niñas-madres creció un punto y
medio en promedio: los nacimientos correspondientes a adolescentes pasaron de ser el 14,9
por ciento del total a ser el 16,4. El incremento no fue parejo. Mientras en la Capital
Federal fue de apenas algunas décimas (de 6,4 por ciento a 6,6), en la provincia de
Buenos Aires representó poco más de un punto (de 13,6 por ciento a 14,8), en Tucumán 3
(de 13,4 por ciento a 16,8), en Chaco 3,5 (de 19,9 por ciento a 23,5) y en Santiago del
Estero casi 5 (de 15,6 por ciento a 20).
Talleres para las alumnas-madres
Por M.C.
Desde hace unos meses, cinco escuelas de Villa Lugano y Soldati cuentan entre sus
actividades con talleres de reflexión para sus alumnas madres o embarazadas. El
proyecto surgió a pedido de los mismos docentes que plantearon su preocupación por la
situación que atraviesan estas chicas, explicó a Página/12 Gladys Kochen,
coordinadora del programa Zona de Acción Prioritaria (ZAP), que tiene bajo su órbita el
desarrollo de esta iniciativa y depende de la Secretaría de Educación porteña.
¿Significa que aumentó la problemática del embarazo adolescente en la ciudad de
Buenos Aires? le preguntó este diario.
Tenemos dos hipótesis: una negativa, que indicaría que hubo un aumento de los
casos; la otra, positiva, que mostraría que en cierto modo la escuela empieza a tomar
otra posición frente a este problema y decide incorporar a las alumnas en lugar de
excluirlas. Antes, generalmente las chicas terminaban autoexcluyéndose. Hoy, la idea es
que pueda convivir el proyecto de alumna y el de madre. Pero, por supuesto, trabajamos en
la prevención del embarazo adolescente. En los talleres, coordinados por psicólogas, las
chicas reflexionan sobre lo que les está pasando y cómo se sienten. También hay grupos
de reflexión en los que participan todos los alumnos.
¿Van a clase con sus hijos?
En algunos casos sí. Tratamos de que no haya ninguna chica que no pueda ir a clase
porque no tenga adónde dejar a su bebé.
Entre los cinco colegios que desarrollan este proyecto, hay 72 chicas que están esperando
un bebé o ya han dado a luz. Las escuelas son: ENEM Nº 3 del Distrito Escolar 19, ENEM
Nº 1 del DE 20, ENEM Nº 1 del DE 13; ENEM Nº 4 y el Comercial Nº 2 del DE 21. |
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