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Eduardo Menem no brindó elementos
nuevos, pero sí un breve lapsus

En la audiencia de ayer del juicio oral que se sigue por el ataque a su domicilio del barrio de Núñez, en 1996, el senador Eduardo Menem hizo un relato que no clarificó el hecho y tuvo un pequeño acto fallido.

El hermano del Presidente, Eduardo Menem, llega a los Tribunales para testimoniar.
Dijo que confiaba en el personal de custodia de su casa, que depende del Senado.

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Por Laura Vales

t.gif (862 bytes) Eduardo Menem se sentó frente al Tribunal decidido a dejar en claro que no tiene “ningún elemento de juicio” para pensar que sufrió “un atentado o un ataque personal”. Pero no habían pasado cinco minutos cuando lo delató un fallido:
–¿Había rejas en su casa? –le preguntó el juez Carlos Acerbi.
–Las pusimos después del atentado –contestó el senador.
Todos parecieron entender que no se trataba más que de un inocente lapsus y lo dejaron pasar. Después el senador contó, durante 20 minutos, lo que vivió en su casa de Núñez la noche del 6 de julio de 1996, cuando tres desconocidos ingresaron en su residencia, mataron a uno de sus custodios e hirieron de gravedad a otro. El senador aclaró que no había recibido amenazas, se refirió siempre al “hecho investigado” –no dijo ni una vez “supuesto robo” o “intento de asalto”– y agregó que ningún integrante de su familia “sabe del tema más de lo que digo, porque estuvimos juntos en el momento en que pasó y todo lo que sabemos sobre lo ocurrido es por comentarios”.
Por el caso el Tribunal Oral Nº 16 juzga a tres acusados: Mauricio Rolón, Carlos García y Dante Salto. Los tres fueron detenidos durante una investigación que comandó el ahora destituido juez Francisco Trovato, que dejó muchos puntos oscuros sobre el tema. En las dos semanas que lleva el juicio oral, tres personas denunciaron que fueron torturadas para incriminar a García y a Salto. Un testigo que había descripto a los agresores resultó ser trucho: aclaró que nunca había alcanzado a ver a nadie, que el contenido de su declaración se hizo en base “a las alternativas hechas” que le dio la policía y que la firmó sin leerla. Y el dueño del vehículo que se supone que robaron los atacantes para escapar reveló que había identificado al ladrón de su auto mirando “una línea de fotografías” que le marcó también la policía en un álbum de delincuentes. En esa oportunidad, el hombre identificó a Carlos García; pero después cambió de opinión y dijo que en realidad el caco había sido Dante Salto. En los tres años que lleva la investigación judicial, no hay un solo elemento que indique que Salto y García se conocían. Es decir que no hay elementos para suponer que García y Salto hayan robado juntos el automóvil, pero sí para sospechar que sus reconocimientos fueron inducidos.
Tal vez haya sido este cúmulo de irregularidades lo que llevó a Eduardo Menem a formular ante el tribunal una aclaración.
–¿Recibió algún comentario de sus custodios cuando reconocieron a los acusados en rueda de personas? –le preguntó el juez Gustavo Anadón.
–No; –contestó el senador–. Supe que dijeron que habían reconocido a algunos. Nunca quise interferir en el caso, procuré que todo se manejara por los carriles normales. Soy consciente de que por mis funciones puedo generar algún tipo de temor reverencial. Mi presencia en este juicio como querellante es para colaborar con la Justicia porque hubo un muerto en mi casa, no para que se persiga a nadie injustamente. Quiero que se haga justicia, que se determine realmente quiénes fueron los culpables y si son culpables que se los castigue.
La noche del ataque, Eduardo Menem estaba en la cocina de su casa, a metros del garaje donde entraron los agresores. Ayer recordó que escuchó “el golpe seco” de la puerta cuando entraron “y a continuación una serie de estampidos”, que pensó que eran “una tira de cohetes”. Todo fue “muy seguido”, concluyó. Estuvo a punto de ir al garaje para saber qué estaba pasando, pero su hijo menor, Fernando, lo frenó. El senador agregó que cuando pasó todo estaba por salir a hacer su caminata nocturna acompañado por su esposa, Susana Valente, y dos de sus custodios: Sopeña y Escalante. Casualmente, los agresores sólo dispararon contra ellos. Sopeña murió y Escalante salvó su vida de milagro, cuando una de las balas que le tocaba chocó contra el manubrio de una bicicleta.
–¿El personal de custodia era de su confianza? –le preguntaron.
–Es el personal que pone la División de Custodia del Senado, y dependen de la Policía –fue la respuesta–; ¿qué le puedo decir...? A mí me causaron muy buena impresión, nunca tuve problemas con ninguno de ellos ni me dieron motivos para desconfiar.
De hecho, los mismos guardaespaldas que fueron sorprendidos en el garaje siguen haciendo la custodia del senador. Eduardo Menem se retiró del edificio poco después del mediodía. Sus abogados, en cambio, se trasladaron al café Petit Colón. Allí se los vio conversando largamente con el jefe de la custodia del senador y el comisario Eduardo Curleto. El mismo policía que investigó el ataque a la casa del senador y que el miércoles pasado fue denunciado por la novia del acusado Carlos García de haber estado en el lugar donde la torturaron para incriminar a su pareja en el hecho.

 


 

DIALOGO CON EL SENADOR PARA ANALIZAR CADA DETALLE DEL ATAQUE
“No quiero abrir un juicio de valor”

Por L.V.

t.gif (862 bytes) –¿Quedó conforme con la investigación que el ex juez Francisco Trovato hizo en el caso?
–No quiero abrir juicios de valor sobre un proceso que está en marcha. En su momento pensé que se habían tomado todas las medidas necesarias; es lo que me dijeron, pero eso es algo que no puedo valorar.
–Usted pidió en su momento que se llamara a declarar al abogado Pedro Bianchi, quien dijo que se trataba de un atentado y sabía quién lo instigó...
–Nunca intervine en el juicio directamente; si lo pidieron fueron mis abogados, a quienes dije que trataran de colaborar para encontrar a los responsables. Les manifesté que no adoptaran ninguna actitud persecutoria, sino que trataran de colaborar con la Justicia.
–Bianchi acusó entonces como instigador del hecho a Elías Jassan, por entonces ministro de Justicia.
–Es un disparate, una locura. Nunca lo tomé en serio.
–Usted sostiene que no hay elementos para pensar en un atentado. ¿No le generan dudas que hayan disparado desde un utilitario?
–A mí también me llamó la atención... Por lo que sé, se investigó pero nunca se pudo descubrir nada respecto de ese otro vehículo que habría participado.
–¿Usted había pedido una custodia policial para su cuadra?
–Nunca la pedí.
–Sin embargo, en el juicio oral, el jefe de calle de la comisaría 51 reveló que era prioridad de su dependencia custodiarla, cosa que no se hizo.
–Me sorprendió lo que dijo ese policía; se debe haber confundido con las medidas que se tomaron después del hecho, porque entonces sí se puso una custodia uniformada en cada esquina.
–El lo manifestó claramente: sostuvo que era prioridad de su comisaría vigilar las dos esquinas “las 24 horas de los 7 días de la semana”.
–Yo no la vi. No digo si existió o no esa disposición, sino que nunca la pedí y nunca la vi.
–Tras el ataque, usted manifestó sus dudas de que fuera un intento de robo; subrayó que no se habían llevado nada y que lo sorprendía el nivel de violencia utilizado. ¿Cambió de opinión?
–Primero me sorprendió el nivel de violencia, pero después vi que es algo que sucede a diario. Si no se llevaron nada, fue porque hubo una reacción de los custodios.
–¿No le quedó la impresión, por el mismo relato de esos custodios, de que entraron a matar?
El senador pareció empantanado en un silencio que duró exactos siete segundos. Después contestó:
–No sé... no presencié el hecho. Hablo en base a los comentarios que ellos me hicieron... Sopeña (el custodio asesinado) no estaba armado, no tenía un revólver en la mano para que lo mataran.
–Nadie alcanzó a sacar un arma; sin embargo lo mataron y dispararon contra otro de los custodios.
–No es cierto que nadie haya sacado un arma: Escalante disparó. Y Castro también.
–Sacaron sus armas mucho después, ya en la vereda y para perseguirlos en su huida.
–Sí.
–Pero los agresores dispararon antes contra los custodios, en el garaje, cuando nadie había sacado un arma.
–Sí. Entraron y tiraron... entraron y tiraron.
–¿Tampoco tiene dudas de que esta causa haya sido armada para inculpar a personas que no estuvieron allí? Tres testigos denunciaron que fueron torturados para acusar a las personas que ahora son juzgadas.
–No voy a hacer ningún comentario porque hay un tribunal interviniendo en el tema. Yo soy el principal interesado en que se descubra la verdad. No quiero que se castigue a cualquiera, ni quiero que alguien sea culpado sin que haya tenido participación en el hecho.
–¿Conoce la situación del acusado Dante Salto? Es juzgado por haber facilitado un vehículo a los agresores, pero todo indica que el auto en cuestión no estuvo el día del ataque.
–No voy a hacer comentarios por lo mismo: hay un tribunal que está recibiendo pruebas.
–¿Por qué la familia del custodio asesinado no participa en el juicio como querellante? Ellos son los damnificados directos...
–Ellos tienen el asesoramiento de la Policía Federal. Ignoro por qué no se han presentado.

 

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