Por Raúl Dellatorre La evolución de los precios
internos volvieron a dar muestras en agosto de los efectos de la recesión sobre las
ventas. El índice general de precios al consumidor (que mide el costo de vida) descendió
0,4 por ciento en el mes, acumulando 1,9 por ciento en los últimos doce meses, el
retroceso más notable desde que la economía argentina recuperó la estabilidad
monetaria. Los sectores más castigados son los que están más expuestos a la competencia
de la oferta externa afectados por las devaluaciones en Brasil y el sudeste
asiático, como calzado y ropa de vestir. Los servicios públicos siguen exhibiendo
el privilegio de gozar de mercados cautivos y oferta monopólica: el rubro Electricidad,
Agua y Gas es el único que siguió aumentando sus precios en este frío agosto.
Los artículos de consumo masivo, como alimentos, bebidas e indumentaria, registraron el
mes pasado una baja generalizada, que varían entre unas pocas décimas y el 2,3 por
ciento. Prendas de vestir, calzado, aceites, infusiones y gaseosas se anotaron entre las
que más debieron bajar sus precios para resistir la caída de la demanda. En estos
rubros, la tendencia de precios en el mercado es impuesta por las ofertas de los
hipermercados y las grandes tiendas de indumentaria, que obliga a los negocios más chicos
a adecuar sus precios para seguir en carrera. Con demanda deprimida como la actual, el
reparto de los pocos clientes termina ahorcando la viabilidad económica de las pequeñas
unidades.
Las planillas del Indec revelan la notable diferencia entre la evolución de precios de
los bienes masivos, sometidos a la competencia externa, y los servicios, tanto los
públicos concesionados como los privados. La condición de no transables (sin
oferta externa competitiva) de estos últimos les estaría posibilitando mantener
prácticamente invariable sus precios. Incluso, en aquellos con condición monopólica en
el mercado y con tarifas ajustables por fórmulas acordadas en la privatización, se
registran algunos aumentos. La excepción es el turismo, que registró en agosto una baja
del 3,8 por ciento atribuible, fundamentalmente, a razones estacionales (fin de las
vacaciones de invierno), aunque también puede haber pesado las ofertas más baratas de
países limítrofes y del Caribe, accesibles para sectores de ingresos medios y altos.
La deflación también afectó al sector de la construcción, en el que la mano de obra
(-0,8 por ciento) y los gastos generales (-0,9) se abarataron más que los materiales
(-0,1) en agosto. El índice de precios mayoristas, en cambio, aumentó un 0,2 por ciento,
pero fuertemente incidido por la recuperación en el valor de los productos pesqueros (8,1
por ciento) y el petróleo (3,2 por ciento), ya que en el sector de productos industriales
se registró una leve baja del 0,1 por ciento. Otra vez, entre estos últimos se refleja
el efecto de la competencia de países que devaluaron su moneda sobre la producción local
en el marco de una economía en recesión. Los equipos de radio y televisión, las
máquinas y aparatos eléctricos, productos metálicos y cueros y calzados son los que
más sufrieron el descenso de precios. Los aparatos de radio y televisión, en particular,
acumulan una caída de precios del 12,5 por ciento en los últimos doce meses.
Una situación de recesión con deflación como la actual prácticamente no tiene
antecedentes en los últimos cincuenta años. El índice mayorista ya cumplió dos años
de tendencia descendente, empujados por los precios de los productos importados que, ante
una paridad fija (uno a uno) y devaluaciones en los países de origen, se abaratan en
moneda local. En tanto, los precios al consumidor llevan doce meses con tendencia a la
baja, coincidiendo en su inicio, exactamente, con el principio del proceso recesivo.
Chile liberó el dólar El Banco Central de Chile resolvió anoche abandonar el sistema de bandas
cambiarias y declaró la flotación libre del valor del dólar. La liberación del mercado
cambiario busca dar impulso al sector exportador, que en Chile tiene un peso sobre la
economía muy superior a lo que ocurre en otros países latinoamericanos. La autoridad
monetaria informó que, en el futuro, sólo intervendrá en el mercado en casos
excepcionales. De acuerdo con lo que resulte de esta audaz decisión del gobierno
trasandino, podría cambiar el panorama para el resto de las políticas económicas del
Cono Sur, incluida la Argentina.
El gobierno chileno confía en que la liberación cambiaria no signifique un salto
excesivo en el valor del dólar, y que no necesite en lo inmediato de intervenciones
estabilizadoras del Banco Central. El instituto emisor señaló que las condiciones están
dadas en este momento para el dólar libre, considerando superados los factores que
desencadenaron las grandes incertidumbres de los últimos 24 meses. Esta nueva
situación, explicó, le ha permitido a la autoridad monetaria asumir posturas
netamente expansivas para facilitar una recuperación a un ritmo adecuado de la actividad
económica. El comunicado oficial también aludió a la ausencia de presiones
financieras externas y a la mayor disciplina en materia de inflación, que le
permite anticipar un aumento de precios del 3,5 por ciento para el año 2000 y un índice
fluctuante entre el 2 y el 4 por ciento en los años siguientes. |
INFORME DE ROQUE MACCARONE A LOS CANDIDATOS
El Nación muestra sus heridas
Por David Cufré
El
presidente del Banco Nación, Roque Maccarone, envió en los últimos días a Fernando de
la Rúa, Eduardo Duhalde, a los economistas que los acompañan y a un grupo de
legisladores un voluminoso informe describiendo el estado de situación de la entidad. Una
carta de puño y letra de Maccarone, que acompaña el documento, advierte que si el
próximo gobierno no modifica algunas cuestiones que afectan el funcionamiento del
Nación, su perspectiva exitosa no está asegurada. Aunque Maccarone se cuida
de no utilizar frases estridentes, el objetivo de su misiva a los candidatos es poner en
claro que la entidad que preside tendrá problemas si persiste el modelo bancario
diseñado por Pedro Pou, titular del Banco Central, y si el Estado o los amigos del
poder siguen mamando de sus arcas.
Página/12 accedió al informe elaborado por técnicos del Nación y a la carta de
Maccarone. En ambos se especifica que la intención es hacer un balance de los últimos
cuatro años de gestión de la entidad, y un aporte al gobierno que vendrá. En este
último caso, una de las recomendaciones es transformar al banco en una sociedad anónima.
La preocupación de Maccarone es lograr la independencia del poder político, cuyas
presiones conoce de primera mano. En estos años, el BNA realizó aportes al Tesoro
Nacional por 380 millones de pesos, puntualiza el informe, a los que se suman 60
millones de este año. Se trata de fondos que la entidad gira al Estado ante emergencias
financieras y jamás recupera.
El otro punto que afecta los resultados del Nación, al que el documento no hace
referencia explícita, son los préstamos que concede a amigos del Gobierno, ante
presiones del más alto poder político. Para cortar con todo ello, Maccarone sugiere la
transformación en sociedad anónima. Pero remarca que debe seguir siendo una entidad
pública, y operando como banca de fomento a las pymes, al sector rural y a las
producciones regionales.
En definitiva, hay que dotarlo de una individualidad jurídica que le permita
adecuarse a las exigencias del mercado y competir en igualdad de condiciones con el resto
de la banca, destaca el documento. La posibilidad de que se incorpore capital
privado en una proporción minoritaria la deja a consideración de los candidatos
presidenciales y el Congreso.
El otro eje del trabajo es la descripción de las tensiones cruzadas a las que se ve
sometido el Nación. En este caso, debido a que se le exige sostiene el
informe asistir financieramente a clientes de mayor riesgo, y al mismo tiempo
adecuarse a exigentes regulaciones del Banco Central. La normativa del Central
afectó la labor de la entidad, en particular porque desalentó el crédito (de la banca
privada) a los sectores de riesgo, objeto natural de la existencia del BNA. Esto se
reflejó en una mayor proporción de préstamos en situación irregular respecto del
promedio del sistema, y en un esfuerzo patrimonial adicional al Banco, indica.
El documento hace hincapié en que la política instrumentada por Pou favoreció la
concentración y la extranjerización de la banca, y que los nuevos actores dejaron de
lado la asistencia crediticia a la producción, para afirmarse en los negocios más
rentables. Los préstamos al sector agropecuario se redujeron cerca de 17 por ciento
entre 1995 y 1998. En el mismo período, la participación de la industria manufacturera
se contrajo 8,6 por ciento. De esta manera, la reestructuración general del sistema y las
regulaciones bancarias tendieron a debilitar la asistencia financiera a las actividades
productivas, denuncia.
La evidencia empírica indica que del Tequila a la fecha, las grandes entidades no
lograron sustituir la función que desempeñaban en períodos anteriores las pequeñas
instituciones y la banca regional, que ocupaban nichos particulares en la atención del
crédito a los sectores productivos de mayor riesgo, señala. Asimismo, apunta que
para fortalecer al sistema, el Central elevó las exigencias de liquidez y capitales
mínimos, lo que dificulta la tarea de los bancos pequeños, medianos y regionales. En
conclusión, el Nación fue quedando aislado en la asistencia a sectores de mayor riesgo,
pero igualmente debe cumplir con las normativas. Por eso, Maccarone recomienda un cambio
en la estrategia del Central. Esto deberá resolverse a través de algún tipo de
distensión global (para todo el sistema) o particular (al Nación) en las regulaciones, o
a través de otro tipo de políticas públicas, finaliza.
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