Por Fernando DAddario Buenos Aires es una
ciudad tan grande, con tanta gente, que se permite la posibilidad de que se generen estos
espectáculos, que son bárbaros. Esto no tiene que ver con que sea una sociedad más
abierta o más cerrada que otras, sino que entre tantos millones de personas, existe un
pequeño circuito musical que puede sobrevivir. Es un espacio que existe porque la gente
está, pero hay que generarlo para que el circuito se alimente. Chango Spasiuk
resume así su visión de lo que ocurre con la música popular en la Capital Federal. Una
ciudad extraña, que funciona a manera de esponja y se retroalimenta con músicas de
diferentes partes del mundo sin resignar su identidad. El ciclo de conciertos gratuitos
Los viernes música, que organiza Página/12 y comienza esta noche con la
actuación de Spasiuk (ver recuadro), es fiel reflejo de esta realidad, ajena a los
mecanismos masivos de difusión y prescindente de esa vorágine que dinamiza el volátil
negocio de la música. El ciclo incluirá sucesivas presentaciones de Peteco Carabajal, De
Boca en Boca, Xeito Novo y el dúo Lerner-Moguilevsky, todos ellos representantes de lo
que podría catalogarse, sencillamente, como buena música.
Más allá de esta simplificación, la sola mención de los artistas remite a una suerte
de mapa multicultural de la Argentina, a un grupo que representa a una pléyade de
artistas que a través de canciones está contando también sus mixturas sociales, sus
migraciones internas y externas. Cada uno eligió un camino diferente, pero en algún
punto están relacionados entre sí. Peteco es santiagueño y es, quizás, el más
talentoso de los folkloristas surgidos en los últimos veinte años. Embajador de la
chacarera, tiene la particularidad de ser al mismo tiempo clásico y moderno, escapándole
por el propio peso de sus canciones a la dicotomía entre tradicionalistas y renovadores.
A medida que uno va creciendo va alimentándose con nuevas cosas, porque uno no
puede olvidarse de dónde viene, pero la experiencia es fundamental para seguir creciendo.
Por eso cuando veo a la generación más nueva del folklore, noto que le falta, pero es
lógico que le falte. Tienen que vivir, sufrir un poco más y dentro de quince años
hablamos, dice Peteco, en diálogo con este diario.
El de Chango (que se presentará hoy con su grupo integrado por Pablo López, Chacho Ruiz
Guiñazú, Hernán Prado y Sebastián Villalba) es un caso similar, dentro del chamamé.
Es un renovador dentro del género, pero jamás se olvida de los referentes ineludibles,
como Cocomarola y Montiel. Las chicas de De Boca en Boca representan un capítulo aparte.
Son cordobesas, pero en su música conviven ritmos de Mali, Zimbabwe, Bulgaria, Nueva
Caledonia, Colombia, Estados Unidos y, también, de Argentina. Partimos de lo
primitivo, pero tratamos de mantener esa cosa lúdica para no transformar esto en algo
solemne, porque sabemos que es imposible trasladar exactamente algo que fue gestado por
culturas totalmente distintas. No somos negras ni somos chinas, ni queremos parecernos a
ellos. Tomamos su música y vemos qué se puede hacer, dice Marcela Benedetti, una
de las integrantes de este grupo vocal y percusivo que presentó este año su disco debut,
Música de mundos.
En Xeito Novo, en cambio, la pasión por lo celta no es antojadiza. Virginia Alvarez y
Carlos Fernández, dos de los músicos de la banda, son descendientes de gallegos. Su
propuesta, no obstante, no es un rescate literal del micromundo gallego. Es que
vivimos acá, en Buenos Aires apunta Fernández y lo porteño también sale.
Es por eso que, aunque tenemos una base de público que tiene que ver con lo gallego, esta
apertura nuestra, que no respondió a una política concreta sino a algo natural, hizo que
se acerque también otro público. Algo similar ocurre con el dúo
Lerner-Moguilevsky, representantes en la Argentina del klezmer que está viviendo un
revival en todo el mundo. En Basavilbaso, su último y recomendable CD, agregan a la
tradición colores propios de su ecléctica formación musical. Una constantede lo que se
verá en el ciclo Los viernes música: ritmos de todo el mundo, pero hecho por
artistas inconfundiblemente de acá.
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