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Una ex empleada de LAPA habla demuchos problemas y ninguna sanción

“Al que rechazaba un vuelo por falta de seguridad le decían maricón”, cuenta María Alejandra García, que fue comisario de a bordo de LAPA por dos años. Cuenta situaciones de emergencia, falta de repuestos y elementos de cabina.

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Por Alejandra Dandan
t.gif (862 bytes)  Fue comisario de a bordo en LAPA. Recuerda un mote: “Maricón: así llamaban algunos compañeros al piloto que rechazaba un vuelo por falta de seguridad”. María Alejandra García estuvo en LAPA durante dos años. Se cansó de relevar fallas o faltas en los libros de informes de las azafatas. En diálogo con Página/12 cuenta ahora un aterrizaje de emergencia en San Luis y la reparación, al menos dudosa, de la nave que la regresó a Buenos Aires. Algunas de esas críticas fueron repetidas por Verónica Tantos, la comisario de a bordo de LAPA que murió en el Boeing 737 estrellado el martes. Este diario pudo saber que Tantos temía ser despedida por la insistencia de los reclamos.Abre una carpeta con recortes de Fray Bentos. El martes a la noche empezó el acopio de información del avión de LAPA, la última empresa en la que fue comisario de a bordo. Cita un comentario de pilotos compañeros de vuelo. “Cuando alguien decía: ‘Viste, fulano rechazó tal avión y nosotros lo estamos volando’. Y bueno, le respondían, ‘sí pero aquél es un maricón’.” Maricón como opuesto al omnipotente comandante de vuelo. Ella aclara: “Dicho así parece como divertido, pero me parece que no lo es tanto. Con esto no digo que todo es así”. Su mismo puesto ocupó hasta el martes Verónica Tantos. Entre sus compañeras Tantos era reconocida como “extrarrigurosa y responsable en extremo”. Por eso dicen que antes de volar había comentado: “En cualquier momento me rajan”. El motivo: la insistencia frente a la empresa por fallas en la cabina de pasajeros y vuelos lanzados sin las condiciones de seguridad necesarias. Ahora Alejandra García menciona un vuelo en el ‘94 a San Luis y una falla durante el aterrizaje: “El avión no frenaba, no frenaba –cuenta–: eso es lo que nosotros podíamos ver, no sabíamos por qué. Nos informaron que era un problema en una horquilla del tren de aterrizaje”. Ese avión no frenó hasta el final de la pista. LAPA envió otro avión con repuestos. “Teníamos que apurarnos –dice– para no pernoctar allí, porque el aeropuerto se cerraba y eso implicaba un costo extra para la empresa”. Sin embargo, el vuelo de regreso se hizo al día siguiente, aunque sin los pasajeros que habían sido derivados a otro vuelo. “Dijeron que estaba arreglado”, sigue. Después del despegue le llamó la atención que el cartel de no fumar, conectado al tren de aterrizaje, no se apagaba. –Alejandra –le ordenó el comandante–: prepará la cabina de pasajeros para una emergencia total.La falla volvía a aparecer: “Se voló bajo y cuando estábamos por llegar una de las azafatas llorando me dijo: ‘Me avisaron (los técnicos) que no abramos los toboganes porque no hay repuestos’”. Ese aterrizaje de emergencia exigía abrir las puertas con los toboganes inflables. Hoy critica: “Nadie fue sancionado”. García denuncia exigencias de horas de vuelos de más y falta de material de seguridad en la nave. “En un vuelo faltaba el detector de vuelo en un baño. No se podía chequear, lo informamos. Y nada. Le faltaba una pila. La pagamos nosotros.”

 

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