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OPINION

Cosa juzgada

Por J. M. Pasquini Durán

Hay hechos en el país, algunos extraordinarios y otros cotidianos, que tienen veredictos populares en firme por opinión mayoritaria. El banquero Raúl Moneta no apareció aún porque, a diferencia de Alfredo Yabrán, todavía hay algún poder superior que lo ampara. La “conexión local” del atentado contra la AMIA está vinculada a fuerzas de seguridad y no hubo voluntad política para seguir esa pista. A José Luis Cabezas lo asesinaron por mandato mafioso. Hay demasiados policías conectados con operaciones delictivas. Los tribunales superiores están corrompidos por tráfico de influencias y privilegios de todo tipo. La política es un nido de víboras. na06fo01.jpg (21219 bytes)La miseria engendra bandidos. Las mafias del poder son impunes... Estas y otras afirmaciones similares son lugares comunes en las opiniones públicas. Algunas generalizan demasiado, o hacen pagar a justos por pecadores o presumen conspiraciones perfectas, pero en ese imaginario colectivo casi siempre hay raíces verdaderas, convirtiéndolas en cosa juzgada. Por ese tamiz pasó la estremecedora carrera del avión de LAPA que nunca levantó vuelo. Al estupor inicial ante una tragedia semejante siguió el dolor inconsolable de los damnificados directos y la congoja de todos, además de los terrores por las variantes de lo que pudo ser. Son sentimientos normales ante catástrofes de este tipo, que ocurren en distintos lugares del mundo. En este caso, sin embargo, mucha gente tiene la sensación de una profecía que tarde o temprano sería cumplida. Meras conjeturas, tal vez, pero en el país la relación entre los negocios y el delito ha ido demasiado lejos sin verdad ni justicia. Supuestos controles incumplidos o ineficaces, cadenas de complicidades abonadas por coimas, mezquindades y avaricias, soportan las sospechas más escalofriantes. El país está intoxicado de injusticias sin castigo, hastiado de comprobar que la vida ajena no vale nada.Cualquier sospecha es comprensible, con tantos niños y adultos que mueren por desamparo, por enfermedades que podrían curarse, por miserias que nadie puede justificar. ¿Cómo no reaccionar así cuando la política y la economía se han deshumanizado tanto? Después de las condolencias de protocolo, lo primero que hizo el gobierno nacional fue pasar la factura por el negocio frustrado de la aeroísla. El concesionario aéreo, sin ninguna pericia ni evidencia, mentó a pájaros nocturnos y al impuesto para el fondo docente para explicar lo inexplicable. Ninguno pudo mostrar el plan de obras y de inversiones realizadas para garantizar la seguridad de tripulaciones y pasajeros. Cuando los expertos norteamericanos informaron sobre la inseguridad de Ezeiza, muchos redujeron el tema a una disputa comercial por el control de las aduanas y el correo, pero los poderes responsables no respondieron a la pregunta más obvia: ¿tenían razón, además? Ninguno de ellos escuchó tampoco las denuncias de diversos sindicatos del personal de aire y tierra. Hace tres meses, el último congreso nacional de la Asociación del Personal Aeronáutico (26/27 de mayo) advirtió, por ejemplo, sobre las falencias del Organismo Regulador del Sistema Nacional de Aeropuertos (ORSNA), cuyos funcionarios, según el gremio, no están en condiciones de “garantizar ninguna objetividad ni imparcialidad para defender los intereses de la sociedad en un ente oficial creado para regular la actividad del transporte aéreo argentino”. Hay que morir para ser escuchado, ¿o ni así? Desde hoy, si las empresas de cabotaje cumplen su anuncio de anoche, quedarán suspendidos todos los vuelos internos “por saturación aérea”, aunque en realidad presionan para reabrir el Aeroparque, cerrado por orden judicial. Si pasa algo en la insegura Ezeiza, desordenada además por refacciones, quizá seránsuspendidos los internacionales. Todo un emblema para un Estado que se ufana de la integridad territorial y la inserción en el mundo.La consternaciónna06fo02.jpg (6969 bytes) nacional suspendió la campaña electoral por dos días. De paso, los políticos aprovecharon el tiempo para terminar el bordado y la confección de las listas de diputados porque hoy vence el plazo para presentarlas. En la pausa de los candidatos, Carlos Menem y Raúl Alfonsín jugaron a las visitas en la casa del futuro presidente de la UCR. La foto, motivo central del encuentro además de la cortesía por el convaleciente, los mostró distendidos y a cada uno con la ropa adecuada para los roles de la ocasión. Eso sí, ambos pudieron disimular la desazón por la tragedia ocurrida menos de 48 horas antes y ninguno hizo referencia a ella, de acuerdo con la versión suministrada por los sendos voceros, aunque todo el país hablaba del tema. A lo mejor no quisieron introducir una nota desagradable en la cordialidad del reencuentro o no les alcanzó el tiempo ya que en veinte minutos trataron una agenda de asuntos trascendentales: la democracia, el Mercosur, la globalización y las elecciones, según el recuento de Alberto Kohan, también visitante. En la versión de Federico Polak, ladero alfonsinista, ese temario no existió ya que sólo se pronunció una sola frase política y fue de Menem, “cuando dijo que hay que apoyar al que gane en las elecciones del 24 de octubre”. Fernando de la Rúa y Eduardo Duhalde pueden quedarse tranquilos, si confían en ese compromiso. En la patria de las sospechas, habría que agradecer que la reunión haya sido pública, porque eso presupone –tercera versión– que no hablaron de nada que importe, como sucede durante las visitas obligadas y a la luz del día.Los candidatos pueden agregar esta foto a la cuenta futura, porque el que gane tendrá a esta pareja despareja haciendo fuerza para ocupar el liderazgo que cada uno de ellos cree que merece. Aunque, en verdad, los postulantes no tienen descanso para armar el álbum. A Duhalde, más comprometido porque aparece perdedor en las encuestas, no le alcanzan los días para negociar en tantos frentes como tiene abiertos. En sus más recientes negociaciones anda ofreciendo en trueque las listas legislativas a fin de arrimar apoyos extrapartidarios. A Cavallo y Patti los desea de un modo tan intenso que sólo le falta dedicarles serenatas, con mariachis como se usa ahora, porque supone que con ellos podría achicar diferencias en la Capital y el Gran Buenos Aires. Por otro lado, se fugó el entusiasmo del grupo Calafate, cuya figura más afamada es el gobernador Néstor Kirschner, porque parece que llegaron a la conclusión de que su candidato cambia de opinión con demasiada frecuencia sobre lo que hará y con quién en el futuro. La última ocurrencia de los consultores que cobran por imaginar consignas ganadoras fue otra versión del gran acuerdo nacional, que incluye esta vez rebajas del IVA y compromisos patronales sobre estabilidad laboral, entre otras proposiciones. El equipo de Roque Fernández miró la propuesta con el mismo interés con que siguen los pronósticos financieros de “Quebracho”. Son tan apegados al único pensamiento que no toleran ni las estratagemas electoralistas. Más flexible que sus seguidores, el Fondo Monetario Internacional (FMI) anunció que sus expertos (¿será la misma Teresita Ter Minasian?) ya están listos para negociar con el nuevo gobierno “un fuerte y creíble paquete” de ajustes. Como si se pudiera atar en el mismo paquete al millón ochocientos mil asociados a las empresas de medicina prepaga con un número idéntico de personas que reciben de mano ajena su diario plato de comida. Para gracia de los futuros gobernantes, el menemismo ha decidido negociar ahora mismo, a menos de cuatro meses de desalojar la Casa Rosada, el paquete del próximo año. Como quien dice, quieren dejar bien empaquetado a los sucesores. Es conocida la debilidad del actual gobierno por los banqueros. Aunque en estos meses ganó en severidad, igual que un padre regaña a su malcriado hijo único, como muestra la rebaja de 1,7 por ciento en las tasas de interés de las tarjetas de crédito, por lo que ahora cobrarán sólo el doble que en Estados Unidos. A lo mejor los banqueros, que se sienten como hijos únicos del Estado, se les ocurre pedir lo mismo que sus colegas en México. Allá, el gobierno del PRI les otorgó un subsidio mediante impuestos diferidos que equivale al 37 por ciento del capital básico de los bancos comerciales y amenaza con perdonarles la deuda de una vez. Los de aquí, por ahora, se han resignado a lo que tienen, ocupados como está en enviar capitales al exterior, en especial de las filiales de corporaciones transnacionales que tienen sus sedes en el extranjero. Por si vale la aclaración, el FMI es menos flexible de lo que parece. Alfonsín puede contarle a De la Rúa, si no lo olvidó, los favores que esperó en vano del socialdemócrata Michel Camdessus, director general del FMI, otrora camarada de François Mitterrand. Así que para su debut el nuevo gobierno, según la oferta bancaria, deberá decidir quién le hace el paquete, si Roque ahora o Teresita después. Con esas chances, casi seguro que le pasará lo mismo que al del tango, que alzó un tomate creyendo que era flor.

 

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