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LOS BRASILEÑOS FUERON IMPOTENTES
ANTE UN EQUIPO QUE JUGÓ BIEN Y SACIÓ SU SED DE
VENGANZA

Amablemente, Argentina le clavó dos puñaladas

Con un pantalonazo de Verón y un toque de Crespo después de una buena jugada colectiva, el cuadro de Bielsa superó a Brasil. Hubo momentos de toque y baile ante el delirio de la multitud. Redondo, Ayala, Samuel, Verón y Sorín fueron figuras. El martes volverán a jugar en Porto Alegre.

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LOS REDITOS DE UNA GRAN VICTORIA
Las cuentas claras

Por Juan José Panno

t.gif (862 bytes) De la confrontación, entre los dos equipos y de la comparación de lo que produce el cuadro de Bielsa con o sin sus figuras principales seguramente brotarán con claridad las claves del partido de ayer. A saber:u Argentina jugó como si se tratara de una final y Brasil como si fuera un amistoso.u Argentina necesitaba la revancha del partido de la Copa América y Brasil sabía que perdiendo ayer tendría la chance del desquite tres días después.u Argentina tenía deudas pendientes con su público y Brasil, no.u Argentina sabe que hay pocos equipos en el mundo en condiciones de pintarle la cara a Brasil y jugó para ratificar que es uno de esos equipos. Brasil también sabe de lo que es capaz Argentina pero no supo o no pudo hacer demasiado para impedirlo.u Argentina lo tuvo a Redondo a pleno y Brasil contó con Rivaldo a medias. El cinco del Real Madrid ablandó con tres o cuatro murras al volante del Barcelona quien terminó jugando por la izquierda escapando de la marca.u Cuando Redondo se despreocupó del crack brasileño y se dedicó a jugar, todo el equipo entró en la misma órbita y el juego se hizo baile. Dicho de otro modo: Argentina tuvo un jugador que contagió fútbol y Brasil no tuvo ninguno.u Dida fue a buscarla dos veces adentro y padeció no menos de media docena de situaciones de gol. Bonano intervino mucho menos y no anduvo nada mal. u Ronaldo es mucho más jugador que Crespo, pero la pelota le llegó siempre torcida. Cuando consiguió por las propias un metro de ventaja, el palo le impidió el gol. Crespo, no jugó bien, pero tuvo tres goles servidos antes del que consiguió. u Con Redondo en la cancha, Argentina juega un poco con la suela y otro poco con la pelota bajo la suela; con Simeone sólo juega con el cuchillo entre los dientes.u Con Redondo en la cancha Verón crece en su juego, tal como había ocurrido en la mejor actuación de la era Bielsa, contra Holanda. u Argentina entendió mejor que en otras oportunidades que el remate de media distancia es un arma de ataque interesante. La referencia incluye un par de tiros más, al margen del pantalonazo de Verón que se convirtió en gol con la ayuda del pique y el resbalón del arquero tapado. Los brasileños no tuvieron demasiadas chances de pegarle desde afuera. u Ayala y Samuel la rompieron y mejoraron notablemente lo que habían hecho en la Copa América. Sorín, también. u En el partido de la Copa América, Ortega se cansó corriéndolo a Roberto Carlos. Ayer, Roberto Carlos, casi no pasó al ataque, aun con el partido O a 2. u Argentina, tal vez favorecida por un árbitro localista, protestó menos que otras veces y se dedicó a jugar.u En la suma de las actuaciones individuales Argentina sacó casi 20 puntos de ventaja.u En anteriores partidos de la selección la gente gritaba “Maradona, Maradona” para expresar el descontento. Ayer sólo gritaron el nombre del ídolo cuando descubrieron que estaba en la cancha.

 


 

ACERCA DE RIVALDO Y LA CAMISETA
Redondo ocupó su lugar

Por Juan Sasturain

t.gif (862 bytes) Antes del partido, Redondo –que no es gil y ya no está para dejar pasar los trenes– dijo dos cosas: que probablemente Rivaldo era el mejor jugador del mundo y que la camiseta de este partido contra Brasil no se la iba a dar a nadie. Dos cosas para decir una sola: vengo a ocupar mi lugar, a tomar posesión de un puesto y de un espacio físico –30 por 30, 900 cuadrados más o menos– y virtual (seamos asquerosamente sentimentales): el corazón de la gente. Después, durante el partido fue coherente: primero, al que se la dio, literalmente, fue a Rivaldo. De salida le pegó tres patadas en diez minutos y otras tres después, diseminadas –más empujones y desplazamientos varios– en el lapso que completó el primer tiempo. Resultado: el notable Rivaldo se corrió a su derecha en el segundo tiempo –zona Zanetti/Vivas– y allí produjo aún menos, y por consabido no fue el mejor del mundo ni de la cancha ni del sectorcito de pasto monumental. El, mientras tanto, con la pelota ahora, sin pegar y jugando, desatado de marcas y atado a la pelota, hizo largamente los mejores minutos de fútbol personal en la Selección en mucho tiempo. En cuanto a la camiseta, Redondo también fue coherente: no se la dio a nadie –ni a Bielsa, ni al lavarropas– y esperemos que se la haya llevado a la casa y que no la devuelva. Es suya. Por fin la camiseta número cinco de la Selección está puesta donde debe estar. Porque ayer Fernando Redondo produjo una actuación notable, de ésas para recordar. Tal vez en el balance pueda discutirse que haya sido el mejor -fue Ayala para algunos, Sorín para otros, Samuel, Verón también– en un equipo que anduvo genéricamente bien. Lo ejemplar estuvo dado por las circunstancias que el hombre se encargó de subrayar con alevosía: dónde, cuándo, cómo y contra quién. Porque Redondo jugó en Buenos Aires, no en otro lugar, para la gente que lo quería y no lo veía, para Passarella que no lo quiso ni ver, para Bielsa que lo vio y lo quiso. Y Redondo jugó ayer, no otro día; jugó ayer como jugó contra Holanda en Amsterdam, maneras de fichar en una parada de las que cuentan. Y además Redondo jugó como quien –actor veterano y ducho– va a hacer sin embargo un casting y muestra todo el repertorio por si las moscas: querés pierna fuerte, ahí tenés pierna fuerte; querés traslado seguro, ahí tenés traslado seguro; querés cambio de ritmo, pausa o aceleración, ahí tenés; querés manejo... ¿cuánto manejo querés? Tomá. Y todo eso lo hizo contra Rivaldo primero y contra Brasil (el descolorido o decolorado Brasil de ayer) siempre. Por todas esas circunstancias, por lo que el partido significó para él, por lo que significa él para la Selección y por lo que significa la Selección para los futboleros argentinos es clave lo que pasó en el Monumental.El segundo gol de Argentina marcó el punto de arranque de sus minutos inolvidables, ejemplares. En esa jugada, volcado sobre la izquierda y bien arriba, se asoció dos veces con Sorín –previas pausa y pisada para fastidio de los impacientes del vértigo– y clarificó lo que el lateral de River y el ayer lúcido Kili completaron para que Crespo tocara adentro. Argentina llegó al gol con el mismo criterio, signado por Redondo, con el que había empezado la jugada. Ese contagio es, paradójicamente, un síntoma de salud futbolera.

 


 

LO MAS POSITIVO DEL TRIUNFO
Ha renacido una idea

Por Daniel Lagares

t.gif (862 bytes) Un 2-0 al Brasil completo siempre es un buen resultado. Pero no debe llamar a engaño. El “ole, ole” desmesurado de los últimos minutos no puede extenderse más allá de la circunstancia. El triunfo claro, justo y corto en las cifras bien puede cambiar dentro de 72 en Porto Alegre. Ni hoy fenómenos e indiscutibles estos elegidos por Bielsa ni mañana serán un desastre si pierden en la revancha. El objetivo es otro. Algunos lo ponen en las eliminatorias, otros en el Mundial 2002. Son metas lógicas, pero mínimas. El verdadero objetivo no está en los resultados a corto o largo plazo sino en la recuperación de una identidad futbolística. Sólo así el camino de las eliminatorias y del Mundial asiático será menos azaroso y rendirá más beneficios porque se retornará a abrevar en las fuentes históricas.Algo de eso hubo ayer en el 2-0 de Núñez y es eso lo que entusiasma. Una idea se anuncia a partir de la elección de los jugadores y Bielsa empezó a parar el equipo en Redondo-Verón. En el mejor Redondo aun con las licencias violentas que se tomó en el primer tiempo para detener a Rivaldo, impropias de su clase. Con el Verón “en vías de desarrollo” y no en la estrella de rock del Mundial 98 que jugaba con tanto desprecio como se movía fuera de la cancha. Una canchereada, un maltrato a un periodista era equivalente a un pelotazo absurdo y a poner los brazos en jarra en actitud de “todo lo tengo que hacer yo”. Este Verón, más maduro, más experimentado y más piola para explotar al máximo sus cualidades fue el que movió el equipo en la segunda puntada después del comienzo invariable en Redondo. Ya, en esas dos actitudes, hay un correlato con la actitud del técnico para elegirlos. Y por carácter transitivo la relación se extendió a otros jugadores: Roberto Carlos estuvo más preocupado en Ortega que Ortega en Roberto Carlos, como pasó en la Copa América. Zanetti entendió que traslada torpemente y se desprendió a un toque, Sorín comprendió que ir siempre quita sorpresa y que cuando se va, se va a definir.Hubo actuaciones de primer nivel. A las de Redondo y Verón se suma el espléndido partido de Ayala que paró todo, ganó cada mano a mano y hasta tuvo tres situaciones de gol claras. Samuel ratificó en la selección lo que es Boca y pagó la deuda con la celeste y blanca. Bonano fue “arquero de selección”. El Kily González dejó de ser agradable sorpresa para constituirse en jugador importante. Anduvo muy mal Crespo y flojo López, pero en su caso sin ayuda del sistema que le quitó tiempos y espacios para desequilibrar con su velocidad. Encerrado, López resta.Lo mejor del 2-0 es que se rehabilitó la idea de jugar en todo el terreno. Volvió el respeto por la pelota y por su destino seguro, por el ataque como primer mandamiento aun cuando el equipo ya estaba en ventaja con el gol de Verón y aun después de la definición de Crespo para buscar el tercero. Volvió la idea de imponer la propia sobre la ajena, aun cuando la ajena sea más reputada. Se ganó ayer. Se puede perder el martes. Que se mantenga la idea. Será la manera de ganar más seguido. Y si toca perder, por lo menos quedará levantada la bandera.

 

BRASIL

Dida (6): Estaba muy tapado y para colmo se resbaló en el gol de Verón. No tuvo nada que hacer en el segundo. Tuvo dos muy buenas salvadas ante Ayala y Crespo, pero dudó en las pelotas aéreas.
Cafú (5): No logró ser salida y estuvo más contenido que lo habitual. Anular a Claudio López no le costó demasiado, pero en la segunda parte sufrió con dos-uno que le hacían Sorín y el Kily González. Con su equipo jugado regaló su espalda.
Antonio Carlos (4): Fue el más flojo de la defensa visitante. No pesó en el juego aéreo en su propio arco y se complicó cuando los delanteros argentinos picaban en diagonal. También abusó de los golpes cuando Argentina tocaba y mostraba la pelota.
Scheidt (5): Como su compañero de zaga, no consiguió prevalecer ante cada centro que caía en su área. Exhibió más firmeza cuando lo atacaron de frente que en el cuerpo a cuerpo o cuando tuvo que cerrar a los costados.Intentó casi siempre darle una salida clara a su equipo.
Roberto Carlos (6): A pesar de que Ortega se tiró mucho por su sector, respondió con acierto en su misión defensiva. Claro que esa preocupación le restó trascendencia en función de ataque. Apenas un desborde con su sello que terminó en un penal no cobrado a Ronaldo.
Vampeta (4): Pasó casi inadvertido. Aportó muy poco en la recuperación y casi no tocó la pelota en ataque. Perdió en su pelea con Sorín, y el técnico Luxemburgo lo quitó en el entretiempo.
Emerson (6): De lo mejor de Brasil. En la primera parte sostuvo la resistencia de su equipo con mucha personalidad, mientras que en la segunda se bancó solo el toqueteo de Redondo y compañía. Por eso pegó mucho.
Ze Roberto (4): Otro que no sumó para la causa. No tuvo presencia por el carril izquierdo y ni siquiera impuso su despliegue. Demasiado poco para jugar más de 45 minutos.
Rivaldo (6): Discontinuo y con poca participación, pero con destellos de calidad. No gravitó porque en el arranque de cada jugada lo pararon con faltas, en especial Redondo.
Ronaldo (6): Otro que apareció poco, pero dejó su marca en algunas corridas. Tuvo un mano a mano que resolvió bien aunque su toque lo devolvió el palo derecho de Bonano.
Ronaldinho (4): Perdió casi todas con Samuel. Se lo notó desconcentrado, se dejó anticipar y se entregó manso a los defensores argentinos.
Assunçao (5): Comenzó muy firme y parecía que iba a ser importante, aunque se diluyó con el correr del juego. Bonano le sacó un buen tiro libre.
Elber (5): Más activo que Ronaldinho, aunque tampoco pudo con Samuel.
Alex (5): Muy lejos del jugador que brilla en el Palmeiras.


ARGENTINA

Bonano (7): Salvo por un centro, casi no tuvo fallas. Brindó seguridad a la defensa, no se complicó al jugar con los pies y tuvo dos buenas salvadas ante un remate de Elber y un tiro libre de Assunçao.
Vivas (6): Luego de un inicio complicado se fue afianzando a medida que transcurrían los minutos. Se equivocó en algunas salidas y cerró muy mal, en la jugada Ronaldo remató al palo. Pero igual cumplió.
Ayala (8): Una de las figuras en un equipo que rindió en alto nivel. Ganó varios cruces con delanteros que se iban a enfrentar al arquero, estuvo seguro de alto y salió con determinación a romper juego. También se impuso en cada excursión al arco contrario.
Samuel (7): Muy seguro en cada cierre. Borró de la cancha al mimado Ronaldinho y dio la sensación que nadie lo podía pasar. Su único error fue una pifia que casi termina en gol de Elber.
Zanetti (6): Como Argentina volcó el juego por la izquierda, no participó tanto del juego. A diferencia de otras veces no trasladó innecesariamente y se desprendió rápido de la pelota.
Redondo (8): En su vuelta mostró dos caras. En la primera parte se prendió en el juego de la fricción y lo cepilló seguido a Rivaldo. Después sacó su repertorio de pisadas, entregó redonda cada pelota y marcó el camino del segundo gol con una jugada bárbara.
Sorín (7): Se desdobló entre el ataque y la defensa con acierto. Le ganó sus duelos tanto a Vampeta como a Assunçao. Exhibió un gran despliegue, aunque a veces se excedió en las ganas y se desequilibró.
Verón (7): Fue el conductor del equipo cuando más se lo necesitaba. Probó mucho desde afuera (tuvo suerte en el gol) y fue criterioso para habilitar a sus compañeros, aunque desapareció un poco en la segunda parte.
Ortega (7): No apareció en toda su dimensión pero con su gambeta desequilibró. Le faltó precisión en la larga, pero esta vez la sólida tarea del equipo contribuyó para que se sintiera más respaldado.
Crespo (5): De lo más flojo del equipo. En parte lo salvó el gol porque iba directo al reprobado. Puso mucha voluntad para colaborar en defensa, pero falló en lo suyo. Estuvo muy acelerado, lo conspiró en sus posibilidades. Erró un gol debajo del arco.
López (4): No tuvo espacios para explotar su velocidad, con lo que quedó reducido a su versión de la época de Passarella. Nunca consiguió desbordar a su marcador y le dejó su lugar a González en la reanudación.
González (7): Se asoció bien con Sorín y Redondo, con lo que generó peligro por izquierda. Estuvo muy lúcido para habilitar a Crespo en el segundo gol. También hizo su aporte en el aspecto defensivo.

 

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