El film
Garage Olimpo, del ítalo-argentino Marco Bechis, se convirtió desde el jueves pasado en
motivo obligado de comentario en el poblado mundo de las organizaciones argentinas de
defensa de los derechos humanos. Considerada por la crítica como la mejor película
nacional sobre el tema, y la que más cuidado pone en su tratamiento, Garage... tuvo una
activa participación de familiares de desaparecidos, con los que Bechis tuvo notable
contacto directo, en su calidad de ex detenido ilegal. Página/12 invitó a un
sobreviviente de los campos de concentración de la dictadura militar 1976-1983 y a una
madre de desaparecidos a hacer una evaluación de los contenidos del film, que por
momentos a ambos los desbordó. Jorge Paladino, sobreviviente del campo El Olimpo, e
integrante de la Asociación de Ex Detenidos y Desaparecidos, revivió algunos de los
momentos más dramáticos de su cautiverio. Lita Boitano, de Familiares de Desaparecidos
por Razones Políticas, entretanto, logró sobreponerse a las imágenes que le recordaron
los tiempos en que secuestraron a sus hijos, Adriana Silvia y Miguel Angel. La similitud
entre sendas historias no es del todo casual: el personaje femenino de la película está
inspirado en la propia hija de Boitano, y hasta viste ropa que le perteneció a ésta.
Esta es una síntesis de los comentarios de ambos.1 Tuve que tomar dos calmantes
antes de venir a ver la película, confiesa Paladino, de 48 años, antes de la
función. Cuando la proyección termina, en todo momento busca disimular la grave emoción
que le provoca asistir a la sucesión de imágenes que le recuerdan su paso por el campo.
Pero la perturbación es de todas formas evidente para quienes lo acompañan. Mi
hermano Héctor Ricardo está desaparecido desde el 3 de marzo del 77, cuenta.
En ese momento yo no militaba. Había pasado por la Juventud Peronista, pero dejé
de militar en el 75. Me secuestraron por una denuncia el 2 de octubre del 78,
a la salida de mi empleo. Entonces, trabajaba en la curtiembre de Juan Bautista Alberdi al
5000, como empleado en el laboratorio. En la portería de la empresa dejaron un mensaje
donde me decían que tenía que ir a mi casa. Eso hice, pero mi mamá me negó que ese
llamado fuese suyo. Regresé entonces a mi empleo y durante la tarde, cuando fui al
kiosco, me agarraron dos tipos y me preguntaron si era Jorge Paladino. Así empezó la
historia. Los ojos se le nublan. Le cuesta sobreponerse a ese pasado que vuelve,
recordándole que, alguna vez, su vida valió menos que nada.Paladino fue esposado y
conducido en auto hasta un centro de detención. Cuando el vehículo llegó a destino,
escuchó que le decían: Escuchá bien, Paladino: ahora sos un desaparecido más.
Estas en manos del Ejército. Sabemos que tenés relación con Montoneros. El dice
que eso no era cierto. En realidad, querían información sobre las amistades de mi
hermano, que por esa época vivía en el Bajo Flores y trabajaba en el Hospital Salaberry
de Mataderos, aclara. Pero yo les dije que no sabía nada. Tras su
respuesta, comenzarían a sucederse las torturas. Me recostaban desnudo sobre una
plancha mecánica y me aplicaban corriente eléctrica. Si gritaba, me decían que no fuera
tan guacho, que cerca había un colegio de chicos que podían llegar a
asustarse.Eso está bien mostrado en esta película, que intenta un
acercamiento a esa cara oscura y más desconocida de los campos, opina. Sobre
todo, porque refleja que la picana era parte de una rutina, y porque las escenas son
realmente verosímiles. Ellos (por los militares) comían, jugaban a las cartas. Estaban
como ajenos ante la muerte y el dolor. Lo que yo veo es que Garage Olimpo
pinta muy bien dos mundos. Por un lado, el de los pozos. Por el
otro el del afuera. Además, está muy bien graficado el hecho de que los represores eran
horrorosamente normales, gente común, de carne y hueso, que tenían familia, apariencia
que no se salía de lo normal, y que incluso podían llegar a ser cariñosos con sus
hijos. El turco Julián, por ejemplo, usaba barba. Había tipos que se vestían de traje.
Eran personas que uno podía cruzarse por la calle y que no aparentaban que media hora
antes pudieran haber estado torturando a alguien. Todo eso está testimoniado en esta
película. Por momentos, Paladino interrumpe la narración y se queda respirando
bajito, sin decir nada. Dice que no sabe qué canción patria puede llegar a tener valor
para los argentinos, después de lo que ha pasado. Y recuerda un símbolo del absurdo: en
una de las paredes de la celda a la que lo trasladaban tras las sesiones de tortura,
colgaba una imagen de Heidi, la candorosa chiquita alpina del dibujito animado. En
diciembre de 1979, Paladino fue liberado del campo.2 María (Antonella Costa), la
protagonista de la película, una chica de 18 años que es secuestrada y recluida en el
garage Olimpo, viste en la película un vestidito negro que originalmente perteneció a la
hija de Lita Boitano. Adriana Silvia, tal era el nombre de la chica, fue secuestrada el 24
de abril de 1977, y desde entonces está desaparecida. El hecho de que una actriz vista la
prenda de su hija es, por razones obvias, una de las cosas que más le impresionan.
Boitano accedió de buena gana a prestar su colaboración en la película porque mantiene
una estrecha relación con Bechis. No disimula el afecto que siente por él: Lo
conozco desde que tenía 14 e iba con mi hijo Miguel Angel a la misma división del
colegio Cristoforo Colombo. También era amigo de mi hija, explica. Su hijo, Miguel
Angel, fue secuestrado el 21 de mayo del 76. Estudiaba arquitectura y militaba en la
Juventud Peronista. Tenía 20 años.Boitano se reencontró con Bechis en el Juicio a las
Juntas, en el que ambos prestaron testimonio, en 1985. Y después, en Roma, en donde él
le comentó sus intenciones de filmar una película. Me mostró los guiones, me hizo
preguntas, comentarios. Yo llegué a proponerle, incluso, que contratara a Leonardo
Sbaraglia para uno de los roles protagónicos. Pero él me respondió que no quería
actores que para el público resultaran tan conocidos. En fin, lo que yo más rescato de
esta película es el hecho de que a los que vivimos la historia de cerca no se nos aparece
como algo ligth, como sí ocurrió con La historia oficial. Nosotras sentíamos que la
película de Luis Puenzo no reflejaba el horror que se había vivido durante esos años.
Aunque tampoco renegábamos, porque suponíamos que a las personas más desinformadas
podía llegar a servirles de algo, y eso nos parecía bien. Boitano explica que
Garage Olimpo es una película importante para ella, porque Bechis representa una parte de
su vida. Parece excusarse, así, de la posibilidad de ser objetiva frente a un
film, del que se siente parte. En la actualidad, vive en la misma casa que compartía con
sus hijos.
La ropa de los que no están Caterina, esposa de Marco, que trabaja de vestuarista, me informó
durante el rodaje que pensaban vestir a los actores con ropa de los desaparecidos, con
todo con lo que eso significaba. Me encargué de pedirles a algunos familiares
pertenencias de sus hijos. Hasta tal punto que en el set de filmación había percheros
con la ropa y ésta era cuidada para que no se ensuciara, no se arrugara y para que no se
la llevasen. Era cuidada con el mismo amor que hubiesen sido cuidados sus dueños.
(Testimonio de Cristina Muro, 48 años, integrante de Familiares.)
Una escena dolorosa
Garage Olimpo cuenta con la presencia de integrantes de las
organizaciones Familiares... e H.I.J.O.S. para algunas escenas, entre ellas una en la
iglesia de Olivos. Boitano cuenta: Participamos Madres y familiares, cargando con
nuestras historias. Revivimos los encuentros de cuando éramos recibidas por un monseñor
de la Marina frente a un escritorio, no en el confesionario como aparece en la película.
En esa escena participamos, entre otras, Hilda, Virginia e inclusive la madre de Marco.
Cuando abandonábamos la ficción de la iglesia, mi cara se endurecía, por la tensión
que me retrotraía al pasado. Un integrante de H.I.J.O.S., Carlos Pisoni, aparece en
la escena del joven que se encuentra en el colectivo con una chica. Tenía 36 días cuando
se llevaron a su mamá y su papá. |
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