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“Derechos humanos desprotegidosen Perú afectan a todo el sistema”

Dos integrantes de la Coordinadora peruana de Derechos Humanos recorren el continente para mostrar la situación de su país después que el presidente Fujimori ignoró un fallo de la Corte Interamericana, una instancia de la OEA, a la que Perú está integrada.

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Por Victoria Ginzberg
t.gif (862 bytes)  “¿Y ahora, quién podrá defendernos?” Susana Villarán y Alejandro Silva, representantes de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos de Perú, citan al Chapulín Colorado para graficar la situación de desprotección en la que se encuentra su país desde que el presidente Alberto Fujimori decidió ignorar un fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y anunció que no iba a acatar futuras resoluciones del organismo. Dentro de dos semanas la Corte Interamericana se abocará a evaluar la medida adoptada por Fujimori y avalada por su mayoría parlamentaria. “No es algo exclusivamente peruano. Necesitamos que todos los países miembros de la OEA se pronuncien sobre un hecho que debilita al sistema en su conjunto y crea un precedente bastante serio para el resto de los países”, aseguraron Silva y Villarán dejando atrás la ironía.El sistema de protección de los derechos humanos que funciona en el ámbito de la OEA (Organización de Estados Americanos) está integrado por la Comisión y la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). La Comisión recibe denuncias, las evalúa y a partir de sus conclusiones, realiza recomendaciones a los Estados miembros. Si estas observaciones son ignoradas, el caso es tratado por la instancia superior de la Corte, cuyas resoluciones son obligatorias para aquellos países que reconocen su competencia. En junio de este año, la CIDH falló a favor de cuatro militantes chilenos del Movimiento Revolucionario Tupac Amaru que habían sido condenados a cadena perpetua en Perú. Según la resolución, los guerrilleros no habían recibido las garantías de un debido proceso ymerecían que se les realizara un juicio nuevo. El presidente Alberto Fujimori decidió que no haría caso del fallo aunque Perú reconocía la competencia de la Corte desde 1981. “El problema no es el caso de los cuatro chilenos, hay casos mucho más gordos para el régimen”, aseguró Villarán. Entre los casos que ella calificó “gordos”, están: u La destitución de tres magistrados del Tribunal Constitucional que se pronunciaron por la inconstitucionalidad de la ley que avala la presentación de Fujimori para una nueva reelección. El caso sería elevado próximamente a la CIDH.u El caso del empresario Baruch Ivcher, quien, a partir de un conflicto con el gobierno, se vio despojado de su canal de televisión. Para esto, se le quitó la nacionalidad peruana ya que su empresa era considerada estratégica y por lo tanto, según la ley, debía estar en manos de capital peruano. A este caso se le suman decenas de denuncias de persecuciones y atentados contra la prensa. u Investigación a los policías que secuestraron a Ernesto Castillo Páez: un estudiante de la Universidad Católica de Lima que desapareció en 1991, después de haber sido detenido por la policía, que lo presumía miembro de Sendero Luminoso. La CIDH sentenció que el estado peruano debía reconocer que sus agentes lo habían detenido, desaparecido y tienen que reparar a sus padres y a sus familiares. Silva y Villarán, quienes son parte de un grupo de cerca de veinte representantes de derechos humanos de Perú que están recorriendo el continente en busca de apoyo, puntualizaron estos casos como una muestra. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos está evaluando casi doscientos temas relativos a Perú. Los miembros de la Coordinadora Nacional peruana –organización que nuclea a más de 50 agrupaciones– se entrevistaron aquí con diputados de la Alianza y del PJ, con la subsecretaria de Derechos Humanos, Inés Pérez Suárez y con el ministro de Justicia, Raúl Granillo Ocampo para pedirles que se pronuncien ante los jueces de la CIDH sobre el tema. Silva y Villarán repitieron en cada encuentro los argumentos jurídicos por los que consideran que la decisión de Fujimori no tiene validez. Para ellos la única alternativa para liberarse de la competencia de la CIDH es apartarse de la Convención Interamericana sobre Derechos Humanos. Y aun así, esto no afectaría a los casos en los que ya ha fallado la Corte ni a los que están siendo tramitados en la Comisión. Pero además de los razonamientos técnicos, Villarán apeló al sentido común: “es como que tu vas al Mundial de Fútbol, juegas con once jugadores, con referí, etc. y te meten cuatro goles, tu metes uno y pierdes la copa. Entonces, decides retirarte de la FIFA, cuando has jugado con las reglas establecidas”. Si la CIDH establece que Perú no puede desconocer sus resoluciones y a su vez el gobierno de Fujimori mantiene su posición, el caso sería inédito. Villarán y Silva esperan que, más allá del repudio moral internacional, su país sea sancionado el plano comercial, mas efectivo para revertir la situación. Al enarbolar estos argumentos, no se atemorizan ante la idea de un “recorte de la soberanía”. “Desde que se comienza a estructurar el sistema normativo protectivo de los derechos humanos. Para formar parte de este entramado jurídico, los estados aceptan explícitamente, en bien de las personas, que un tercero intervenga en estos asunto. Los tratados de derechos humanos no están hechos para beneficiar a los estados –como los comerciales– sino para proteger a las personas”, manifestó Silva. Ambos recalcaron además el peligroso antecedente que constituiría para el continente si se pasara por alto la posición adoptada por Fujimori. En relación con Argentina, la Comisión Interamericana concluyó que se habían producido varias violaciones a los derechos humanos durante la recuperación del Cuartel de La Tablada, en 1989, y que las víctimas debían ser reparadas. Actualmente la Comisión está tratando el caso de Carmen Lapacó, a quien la Corte Suprema de Justicia le negó la posibilidad de conocer la verdad acerca de lo ocurrido con su hija desaparecida. También los miembros de Memoria Activa se dirigieron ante la Comisión para denunciar la falta de esclarecimiento del atentado contra la AMIA.

 

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