Por Susana Viau
A ver
si yo también, entre rejas, tengo que terminar diciéndole a usted: Arteche y la
puta que te parió. Emilio Magnaghi, accionista del Banco Mendoza, propiedad de
Raúl Juan Pedro Moneta, se había puesto de pie y le hablaba a Ricardo Lede, gerente
general de la entidad. La frase de Magnaghi no era un mero exabrupto. El final del film La
Plata Dulce obsesiona a los socios de Moneta. Y también a los abogados del financista
prófugo, quienes están seguros de que en los próximos días la Corte dará una nueva
señal de sus propiedades milagrosas y responderá favorablemente, ahora sí, la
eximición de prisión. Magnaghi reconstruyó en detalle ante el juez Leiva la cena que
habían tenido en casa del supermercadista mendocino Héctor López, miembro como él de
Magna Inversora, la sociedad que detenta el paquete minoritario del Mendoza. Magnaghi no
se olvidó de repetirle al juez lo de Arteche y la puta que te parió y el
mensaje que Federico Luppi dedicaba a Gianni Lunadei quedó agregado al expediente. Los
procesados son concientes de que el paraguas oficial no alcanza para todos. Moneta es el
personaje clave y los demás deberán arreglarse como puedan.La defensa de Moneta es
bifronte. En el aspecto civil son Enrique Petracchi y Carlos Alberto Carballo quienes
definen las grandes líneas. Petracchi, ex director del Banco Central, tiene, además,
negocios comunes con el banquero y lo representa en Mora de Luna, la sociedad que forma
con Aldo Semino, titular de la cabaña de Anillaco junto al arquitecto Rossi, decorador
presidencial. Carballo fue viceministro de Erman González en la cartera de Economía, es
director del Banco República y socio de Moneta en Heyatey SA. Ambos apuntaron a la
reapertura del República, para alimentar la idea de que no existió perjuicio alguno,
vender las acciones del CEI y sacarlas de su patrimonio. El titular del Banco Central,
Pedro Pou, facilitó esa salida. En cuanto al Mendoza, la estrategia consistía en impedir
su liquidación evitando así el riesgo de una extensión de la quiebra que acabara
afectando al República (entidad controlante del Banco Mendoza). Esta vez, los planes
fueron abortados por el juez Guillermo Mosso, quien prohibió la asamblea de accionistas
convocada para cambiar el nombre, objeto social y estatutos de la entidad.Las cuestiones
penales son conducidas por el estudio de Alfredo Iribarren y, se afirma, monitoreadas por
el procurador Nicolás Becerra. Un dato en favor de esa tesis, agregan, es la designación
como abogado defensor de Moneta en Mendoza de Jorge Garguir, ex juez federal de la
dictadura y ex socio del procurador. Fue por lo tanto en Buenos Aires donde se puso en
marcha la operación Corte con la presentación de un hábeas corpus ante el
juez de instrucción Alberto Baños, un magistrado a todas luces incompetente. Por
supuesto, resulta difícil pensar en un error. Baños se declaró incompetente y pese a
ello no dejó pasar la oportunidad de opinar sobre la cuestión de fondo: sostuvo que el
juez natural de la causa no era Leiva sino Gustavo Literas y correspondía la eximición
de prisión. Los defensores entonces hicieron entrar en escena a la Corte que, con la
firma de algunos miembros de la mayoría automática, denegó el pedido. Ahora, la defensa
vuelve a golpear a la puerta de Julio Nazareno con un recurso extraordinario para la
eximición de prisión. Vaya a saberse por qué, está convencida de que en diez días el
recurso estará a consideración de los ministros y, con la misma seguridad, prevé que el
Supremo se expedirá positivamente sobre el escándalo jurídico y, con los
fundamentos de Baños, otorgará la eximición. |