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Por Pedro Lipcovich El piloto se olvidó de bajar los flaps y no sonó la alarma que debía haberle indicado su error. O bien --menos probable-- esos alerones no bajaron por una falla mecánica. Cuando el piloto advirtió que el avión no despegaba, intentó frenar, pero ya era demasiado tarde: en esta combinación de un factor humano con un factor técnico reside la casi segura causa del accidente del avión de LAPA, según confió a este diario una fuente ligada a la investigación. En cambio, las turbinas de la aeronave funcionaban correctamente --"los motores están enteritos"--. Según los peritos, "las características del Aeroparque Jorge Newbery no están entre las causas del accidente". La fuente, que prefirió no identificarse, destacó que, en realidad, en los accidentes de aviación suele haber un entramado de factores: "Si el avión falla, el piloto debe estar entrenado para controlarlo; si el piloto falla, las alarmas deben advertírselo; además, para que los pilotos no fallen, la empresa debe reentrenarlos periódicamente". En la catástrofe del vuelo 3142 de LAPA, el martes pasado, a esta altura los investigadores descartan, "con un 97 por ciento de certeza", la posibilidad de una falla en las turbinas: "Los motores están enteritos y todo indica que funcionaban bien: hay diversos testimonios y datos de que el piloto activó el reversor izquierdo (los reversores, que invierten la potencia del motor, se utilizan para frenar), y esto sólo puede hacerse cuando el motor está en funcionamiento". Aun cuando el avión hubiera contado sólo con un motor --y hasta ahora todo indica que funcionaban los dos--, hubiera podido levantar vuelo. La hipótesis altamente probable para los investigadores, es la de que "el piloto se equivocó en la operación de los flaps": éstos son dispositivos situados en el borde posterior de las alas; para que el avión pueda despegar, el piloto acciona un interruptor que los hace extenderse hacia atrás y abajo. "Otra posibilidad es que el piloto haya accionado el interruptor pero los flaps no se hayan extendido, pero esto es improbable", según la fuente ligada a la investigación. En todo caso, el Boeing 737 cuenta con una alarma sonora que debe funcionar cuando los flaps no están en la posición correcta. Esta alarma suena cuando el piloto pone en posición vertical los aceleradores del tablero (los pasajeros perciben esto como un aumento en el ruido de los motores, previo al carreteo). Según la fuente, se trata de "una alarma intermitente muy fuerte, es imposible que el piloto no la escuche". Esta alarma, en la hipótesis de los investigadores, no funcionó. Ayer, Página/12 dio a conocer que la Asociación Argentina de Aeronavegantes cuestionó en diversas oportunidades el mantenimiento de los aviones de LAPA. En noviembre del año pasado, esa entidad gremial elevó una nota a la Dirección Nacional de Aeronavegabilidad --dependiente de la Fuerza Aérea Argentina-- solicitando "se investiguen las razones" por las cuales una aeronave había tenido que hacer un aterrizaje de emergencia porque "los flaps no bajaban"; la nota precisaba que al día siguiente el avión había sufrido otra vez el mismo problema. Los aeronavegantes también denunciaban que "en las aeronaves de LAPA existen de dos a tres registros de novedades de a bordo simultáneos", por lo cual las azafatas, que en ellos hacen constar fallas en la cabina, "no saben con certeza cuáles son las novedades y si fueron resueltas o no". Los investigadores, en cambio, descartan cualquier relación del accidente con las características del Aeroparque. "Las medidas de la pista cumplen los requerimientos internacionales", dijo la fuente, y dio un ejemplo en el cual un accidente sí podría haber sido causado por operar el Aeroparque: "Supongamos un aterrizaje con pista mojada y fuertes vientos cruzados desde el oeste, donde está la ciudad: un accidente en esas condiciones podría obedecer a características del Aeroparque Newbery, pero tampoco indicaría que este aeropuerto es riesgoso en sí mismo sino que, como otros, tiene límites para su operación; en esas condiciones de riesgo los aviones deben desviarse a Ezeiza". El accidente que costó la vida de por lo menos 72 personas está siendo investigado por el juez federal Gustavo Literas y por peritos de la Junta de Investigación de Accidentes de Aviación Civil, dependiente de la Fuerza Aérea Argentina. En ese marco llegaron al país especialistas del National Transport Safety Board (NTSB) de Estados Unidos, así como de la firma Boeing, fabricante del avión. El presidente de la Nación, Carlos Menem, luego del accidente consideró "de alta peligrosidad" el Aeroparque Jorge Newbery, reclamó que "no opere más o que se opere racionalmente hasta su traslado hacia un aeropuerto más seguro que, por ahora, es el de Ezeiza", y reflotó su proyecto de "traslado a la 'aeroísla'".
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