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Por Mariana Enríquez La sala es la que alberga a muchos de los fans clubs de ciencia ficción, historieta y TV de la Argentina. Un chico disfrazado como Darth Vader, el malvado de La guerra de las galaxias, enarbola el sable láser. Por detrás, otro chico, disfrazado como Obi Wan Kenobi (pero en su versión 1999, es decir, con una copia del traje que usó Ewan McGregor en Episodio 1: La amenaza fantasma. No se conocen, dirán después, nunca se habían visto antes. Pero se ven y luchan, se entusiasman, al punto que los sables (de plástico) casi se quiebran. El Darth Vader es Daniel Casco, uno de los integrantes del fan club Herederos de Zor, de la serie de dibujos animados Robotech. También es fan de La guerra de las galaxias. Es que, como dice, los fans de ciencia ficción son un ghetto donde todos se conocen y comparten gustos. Es una cosa de camaradería y confianza. Y una unión por ser distintos: por ejemplo, ahora están jugando Brasil y Argentina. Y a mí no me importa, eso siempre estuvo en segundo plano: prefiero reunirme a hablar de Alien. Además de participar del fan club de Zor, Daniel es un ávido participante de juegos de rol, y fundó el fan club de Alien. Esta escena y estos personajes podían verse en la Feria de Clubes de fans que durante el sábado y el domingo pasados funcionó en el Centro Cultural San Martín, organizada por la Dirección General de la Juventud. Dispuesta en cinco salas, la feria funcionó con locales de proyecciones donde podían encontrarse desde películas de Chayanne hasta episodios de Los Expedientes Secretos X, y dos salas dedicadas exclusivamente a la muestra de fan clubs, una para música, la otra para ciencia ficción y TV. El eclectisismo podía resultar abrumador: junto al fan club de Viaje a las estrellas se acomodaba el stand de Margarita Rosa, es decir, la protagonista de Café con aroma de mujer, aquella novela colombiana que supo tener muy buen rating hace dos años. Con lo cual, podía verse a una chica disfrazada con traje de Star Trek, tras un escritorio que simulaba el panel de una nave, departiendo amigablemente con mujeres de mediana edad que repartían caramelos de café y escarapelas de Colombia, rodeadas de posters de Margarita Rosa y con shows de la actriz cantante atronando desde un televisor. Algunos fans clubs, como el Achtung Guacho! de U2 (que tiene programa de radio los jueves a las 22 en FM Patricios) estaban por demás incómodos junto al Volver a nacer de Chayanne. Esto es raro, decían. La feria abrió el sábado a las 12 con una performance de fans clubs, que fue más simpática que valiosa. Un integrante del fan club de Queen Los súbditos de la reina interpretando a Freddie Mercury. Una pareja bailó la canción Cachita de Ricardo Montaner. Dos del fan club de Star Wars hicieron una pelea de sables. Cinco chicos del fan club Backstreet Union (de los Backstreet Boys) imitaron a la banda, y después fueron perseguidos por las chicas. La feria convocó a 20.000 personas. Pero el éxito de público no pudo ocultar algunos problemas de organización, y la ausencia de nombres importantes en el mundo fanático argentino (ver recuadro). No estaban presentes los hiperorganizados y numerosos fans de Kiss, faltaba el fan club de Ricky Martin, los muy organizados fans de The Cure, la vistosa parcialidad de Marilyn Manson, el más grande de los clubes de Michael Jackson (Heal The World) y más. En la parte de ciencia ficción los fans clubs estaban más representados (no faltó el asombroso club de X Files, a esta altura con miles de socios, pero no estaban Cuadrante Argentina, el otro gran fan club de Viaje a las Estrellas Y sí había fan clubs diminutos y poco movilizadores como el de Babylon 5.Eso sumado a una distribución incómoda de las salas, que obligaba a subir y bajar escaleras todo el tiempo. Y una insólita elección de tamaño de salas: en las de fan clubs de música, de por sí numerosos, apenas se podía caminar por los pasillos entre los stands: la sala era incómoda ymínima. Hubiera sido interesante que se ofrecieran charlas donde, por lo menos, se analizara, debatiera, o compartiera con los protagonistas el fenómeno juvenil/social que significa la unión en fan clubs como comunidades de gusto e intercambio, formas de comunicación en el espacio urbano. Es decir, una reflexión que ayude a comprender a los fans en lugar de sólo mostrarlos, como en una exposición de rarezas. La feria no funcionó como lugar de encuentro entre fans: los seguidores de Thalía fueron al stand de Thalía, y no al de U2. Cosa que, por otro lado, es lógica. La heterogeneidad del evento no logró tener un hilo conductor, o una lógica abarcativa: fue divertido, y los fans lo pasaron bien. Pero no mucho más.
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