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Illya Kuryaki se vistió de blancopara su ritual de música negra

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En Cemento, un lugar poco propicio para su estética, la banda de Spinetta y Horvilleurpresentó “Leche”, su nuevo trabajo discográfico.


Por Roque Casciero
t.gif (862 bytes)  Para su primer encuentro con el público porteño desde la publicación de Leche, su reciente sexto disco, los Illya Kuryaki & the Valderramas eligieron un ámbito que poco tiene que ver con la imaginería sugiere el álbum. Cemento puede ser el recinto ideal para sumergirse en el pogo mientras tocan bandas como Almafuerte o Fun People, pero está a años luz de los aromas exóticos, la danza desenfrenada al ritmo del funk, los confortables sillones aterciopelados, las bolas de espejos y chicas en bikini de la “Leche” Ku- ryaki. Y el público que sigue al grupo lo percibió: apenas había unas 600 personas, mucho menos de lo esperado, a pesar de que el nuevo disco está por llegar a la certificación de oro. Sin embargo, el dúo compuesto por Dante Spinetta Salazar (se agregó el apellido materno) y Emmanuel Horvilleur se las compuso para hacer mover el coolo a aquellos estoicos que se animaron a acercarse al destemplado local de San Cristóbal.De entrada, la banda se propuso sumergir al público en la humedad lácteo-sexual que transpira su nuevo álbum. O sea, menos rap y más funk cadencioso y bailable, apoyado en la sólida base que conforman el baterista Sergio Verdinelli y el joven bajista Francisco Fatorusso. Como escenografía, a ambos costados del escenario había anaqueles (que simulaban heladeras) repletos de botellas blancas. Y blanco era el color uniforme en las vestimentas de los músicos (particularmente llamativo resultaba el tecladista Diego Bavasso, con un tapado de piel al más puro estilo Maradona). Pero el ritmo era bien negro. Los primeros cuatro temas se sucedieron en el mismo orden que en Leche. Esto es: “Latin Geisha”, el single radial “Coolo”, “Apocalipsis Wow!” (que tiene un innegable destino de hit) y “Wacho”. Una pequeña decepción: los coros femeninos que sonaban estaban grabados. Faltaron un par de chicas sobre el escenario (en especial, si hubieran sido parecidas a las que pueblan el arte de Leche), como para que el funk de los Illya Kuryaki estuviera completo.Con un tercio del disco ya presentado, fue el momento22.jpg (15514 bytes) de repasar viejas páginas. El funk monolítico continuó con “Jaguar House” y la atmósfera se distendió con “Galaxia”. Los Kuryaki se permitieron incluso una humorada sobre sus orígenes improvisando el comienzo de “Fabrico cuero”, aquel rap adolescente que los dio a conocer. Pero el público se tomó el chiste muy en serio: cientos de voces –femeninas, en especial– gritaron la letra de la canción, que sabían de memoria. Horvilleur, risueño, cortó la fallida broma con un anuncio que desanimó a las fans: “Queremos hacer un viaje al pasado, pero no tan atrás”. La elección fue pegar la sensualidad de “Abismo” con la potencia desatada de “Remisero” (con la guitarra de Ricardo Verdirame cargando de electricidad el ambiente), “Chaco” y “Demolición”. Antes de retirarse por primera vez, los Kuryaki mostraron otro de los temas de “Leche”, “Guerrilla sexual”, que incluyó la ¡triple! presentación de Fatorusso y el percusionista Hubert Mono Reyes. Cada vez que terminaban sus solos, alguno de los vocalistas decía: “No, no me gustó; vamos de nuevo”, y los músicos debían repetir, sin evidenciar molestia alguna, sus certeras dosis de virtuosismo.Para los bises, los Kuryaki decidieron volver a ponerse sexys: primero, Spinetta Zalazar cantó solo “Ruégame” (un momento como para prender los encendedores) y enseguida retornó el funk pegadizo, vía “Jugo” y “Jennifer del Estero”, pura fantasía sexual con la actriz Jennifer López como protagonista.En el final de Leche, el legendario Bootsy Collins, prestigioso invitado del disco, le encomienda a los Kuryaki una misión: “Mantengan el funk con vida”, repite como un mantra. Y la dupla Spinetta Salazar-Horvilleur parece determinada a llevar este sabor negro y bailable hasta las últimas consecuencias. Incluso a pesar de Cemento.

 

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