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CARIÑO

Por Antonio Dal Masetto


t.gif (862 bytes) Hoy, en el bar, los parroquianos analizan las despiadadas peleas entre los políticos. Es un espectáculo que alarma verlos agredirse con tanta saña, son insultos de tan grueso calibre que harían enrojecer a un camarón, no vendría mal un poco de cautela en el lenguaje, un poco de respeto, un poco de afecto. Eso opinan todos.–Afecto es lo que sobra –dice Benjamín (treinta años de taquígrafo en el Congreso de la Nación)–. Yo veo la cosa de cerca y les puedo asegurar que la de ustedes es una falsa impresión, consecuencia de la distancia. Los hombres y mujeres de la política gritan y se insultan por la sencilla razón de que siempre fue así. Una cuestión de tradición. Pero detrás de los muros hay muchas demostraciones de cariño entre los rivales.–¿Por ejemplo?–Sin ir más lejos, vean lo que pasó hoy. El diputado G. trajo un proyecto para acabar con la tristeza nocturnal de los argentinos y recuperar el sano sentimiento de la alegría. Propuso eliminar las frías luces de mercurio e inundar los pueblos y las ciudades con miles de farolitos de papel de arroz (que son tan íntimos y risueños con sus destellos multicolores), llamando a licitación para importarlos directamente de China. Por supuesto que los rivales políticos se le opusieron con insultos y acusaciones. Pero después de un rato de conciliábulos las acusaciones bajaron de tono y todos aprobaron la idea. El presidente de la na32fo01.jpg (10721 bytes)bancada opositora cruzó la sala y le dijo a G.: Más allá de nuestras diferencias ideológicas, permitime que te demuestre mi estima. Lo tomó de la nuca con ambas manos y le dio un profundo y prolongado beso en la boca.En el bar se produce un largo silencio y el único comentario es el del Gallego:–A mí me parece una escena un poco subida de tono para un lugar como ése.–Les doy otro ejemplo de esta misma tarde. La diputada por la provincia de Mendoza, señora Qora Q., propuso que el vino rosado sea declarado por ley la bebida oficial de la mujer argentina, asignando una partida del presupuesto nacional para la difusión y reparto de la delicada y gentil bebida en centros maternales y todas aquellas organizaciones que nuclean a las mujeres. El vino rosado es vida y alegría. Igual que antes, las voces de la oposición hicieron temblar las estanterías. Pero al cabo de unos conciliábulos, la señora diputada V., eterna rival de Q., se le acercó y le dijo: Siempre tuvimos nuestras diferencias, pero ahora permitime que te dé un beso solidario. La recostó sobre su rodilla como hacía Rodolfo Valentino y le dio un chupón de aquellos.Los parroquianos siguen en silencio y es otra vez el Gallego quien desliza un breve comentario:–¿No hay un poco de erotismo en todo eso?–A continuación el diputado S. planteó la necesidad de introducir un anexo a la ley de educación, con el fin de llevar alegría a las aulas y a los claustros universitarios. Enseñanza y práctica obligatoria de juegos criollos, tanto para alumnos como para maestros y profesores. A tal efecto propuso asignar una partida del presupuesto educativo para la adquisición de juegos de sapo, tabas y baleros, a ser distribuidos en todas las escuelas y universidades del país. Los de enfrente pusieron el grito en el cielo, pero después de unos conciliábulos volvió la paz. El corpulento diputado P., mientras se atusaba el bigote, caminó resuelto hacia el diputado S., lo tomó por la cintura, lo acostó sobre el escritorio y le encajó un chupón que duró como tres minutos.En el bar el silencio es tal que se podría oír el vuelo de una mosca. Y es otra vez el Gallego el que interviene.–Todo lo que usted quiera, pero para mí, desde que el hombre es hombre, acá, en la Mongolia o en Galicia, estas demostraciones de entendimiento tan intenso, con besos tan prolongados, siempre tuvieron que ver con las tentaciones de la carne o, para ser más preciso, con la lujuria. Varios parroquianos manotean los vasos y empiezan a hacerse gárgaras de whisky.

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