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Ayer terminó la cambiante vida política de García

Cuando falta un mes y medio para las elecciones, RobertoGarcía, sindicalista y activo miembro del PJ, no pudo alcanzarotro mandato como diputado. Murió ayer a los 72 años.

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t.gif (862 bytes)  Lo llamaban “el áspero” por su inconfundible vozarrón. Fue la suya una prolongada y cambiante trayectoria dentro del peronismo: transitó por la dirigencia sindical combativa, fue preso político de la dictadura militar, fundador de la Renovación peronista y a partir de 1989 menemista convencido. Roberto García falleció ayer en el Hospital Italiano, donde permanecía internado por una enfermedad terminal. Su muerte tomó a todos por sorpresa; pese a que se conocía su mal, nada hacía prever el desenlace, ya que hasta hace muy pocos días trabajó en la campaña electoral. Había sido diputado entre 1985 y 1991 y aspiraba a regresar al Congreso en las próximas elecciones, como segundo candidato en la lista a diputados nacionales del PJ porteño. García tenía 72 años y era dueño de una historia política que siguió una peculiar parábola, desde el sindicalismo renovador del Grupo de los 25 -donde fue un antimenemista acérrimo– a participar en la campaña por la frustrada re-reelección de Carlos Menem, que este verano compartió con Raúl Rabanaque Caballero, Víctor Bo y Guido Parisier.Su carrera sindical había comenzado cinco décadas atrás –en los años de la primera presidencia de Perón–, en el Sindicato del Caucho. El golpe de Estado de la Revolución Libertadora, en el ‘55, lo encontró entre los sindicalistas más combativos que desafiaron al poder militar, fundando las entonces casi clandestinas 62 Organizaciones. Perón, desde su exilio madrileño, lo convirtió más tarde en su delegado sindical. Ya le decían El áspero –por esa voz ronca con la que era capaz de lanzar los discursos más inflamados– cuando decidió cambiar de trabajo y de gremio para manejar un taxi. na08fo02.jpg (10091 bytes)Al poco tiempo ya era un dirigente notorio del minúsculo sindicato de taxistas, y atravesó los gobiernos militares de Juan Carlos Onganía y de Alejandro Lanusse como su secretario general. El 23 de marzo de 1976, un día antes del golpe militar encabezado por Jorge Rafael Videla, se enfrentó a la dirigencia de la CGT para reclamarle “medidas concretas” en defensa del gobierno constitucional de María Estela Martínez de Perón. Y tres años más tarde fue uno de los organizadores del primer paro contra la dictadura. Terminó encarcelado con otros dirigentes y permaneció detenido durante dos meses y medio.En los 80, siempre desde su pequeño gremio, García lideró la renovación sindical y organizó con Roberto Digón el Grupo de los 25, que después se transformó en el Movimiento Sindicalista Renovador. Su militancia en la Renovación le deparó una banca en el Congreso nacional en la elección de 1983. Militó junto a Antonio Cafiero desde 1983 y en el ‘88 lo apoyó a Cafiero en la interna contra Carlos Menem; sus discursos lo mostraban entonces como uno de los más decididos antimenemistas. Pero saltó el cerco pocos días después de la interna del 9 de julio: tras la derrota de Cafiero, no perdió tiempo y viajó a La Rioja con José Luis Manzano para ponerse a disposición de la nueva causa.Menem los aceptó de buen grado, pero dejó en claro ante sus íntimos los límites de su confianza. García, sin embargo, dio pruebas de tener el fanatismo de los conversos: presidió el PJ en su transformación hacia el menemismo, apoyó sin pelos en la lengua la primera reelección del riojano cuando la reforma de la Constitución era un proyecto lejano y hasta quedó involucrado junto a Manzano, Emir Yoma y Miguel Angel Vicco en una de las denuncias italianas por la tangente. La demanda, presentada en noviembre del ‘94 por dos empresarios italianos ante la Justicia de aquel país, lo señaló como responsable de tráfico de influencias en un negocio por el cual la compañía mediterránea intentó levantar medio centenar de estaciones de servicio con la Asociación Mutual de Conductores de Taxis y Afines. La caída de Manzano, su padrino político, lo sumió en un año de ostracismo. Pero García resucitó contra todos los pronósticos y en el ‘95 se mostró trabajando en la campaña por la segunda gobernación de Eduardo Duhalde. También se alió a Carlos Corach y a Carlos Ruckauf para pelear en las internas contra Gustavo Beliz y Jorge Argüello, como apoderado de la Lista Azul y Blanca del PJ Capital. En las internas del PJ del 4 de abril pasado García se había asegurado un lugar en la lista de candidatos a diputados nacionales del PJ. Lo hizo con la nómina del oficialismo partidario comandada por el ministro de Justicia, Raúl Granillo Ocampo. En las boletas para las elecciones del 24 de octubre próximo, su nombre debía figurar en el segundo lugar, debajo del secretario de Seguridad Miguel Angel Toma. Fuentes del partido dijeron que su lugar será ocupado por la subsecretaria de Derechos Humanos, Inés Pérez Suárez, mientras que en la tercera ubicación se colocará Diego Santilli.Ayer, apenas se conoció su muerte, el PJ de la Capital anunció que suspenderá la campaña proselitista por 48 horas. “Estuvo enfermo muy poco tiempo, de hecho el domingo estaba en su casa, donde se descompuso y falleció en muy pocas horas”, dijeron sus allegados. Sus restos son velados, desde anoche, en el Salón de los Pasos Perdidos del Congreso nacional.

 

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