OPINION
El turno de legitimar el Estado
Por Roberto Feletti * |
A
punto de concluir una etapa de profundo reordenamiento fiscal y financiero de la Ciudad,
que la ha colocado en los más altos estándares de calificación internacional respecto
del resto de Argentina, el próximo gobierno de la Alianza debe encarar la no menos ardua
tarea de relegitimar el Estado porteño ante los habitantes del distrito. Partiendo de
esas sólidas bases, debe producir la mutación de un Estado que tiende a tener un
funcionamiento absolutamente endógeno, distante del ciudadano común, y a la vez
excesivamente permeable a grupos de intereses sectoriales, hacia un Estado con capacidad
de ofertar servicios en cantidad y calidad creciente que sean distribuidos en forma
igualitaria hacia la sociedad. Es intolerable en el presente que las legítimas demandas
de educación y salud aunadas a los reclamos de seguridad y empleo en aquellas áreas de
competencia de la Ciudad intenten ser satisfechas en forma individual, y no colectiva, a
través de los conocidos canales de influencia.Se está entonces de frente a
un necesario proceso de modernización del Estado cuyos ejes son la capacidad de liderar
un proceso de inversión pública en concertación con el sector privado, de modo que el
mercado no sea el único asignador de recursos.Si se piensa en recorrer un camino de
expansión de la inversión pública como palanca del sector privado y en implementar
programas integrales y abarcativos de reparación social frente a los daños provocados
por el mercado, es imprescindible la administración eficiente de los recursos
disponibles, debiendo producirse ineludiblemente reformas en el modelo de gestión
estatal. En este sentido la Ciudad avanza a una refundación jurídico-administrativa que
intenta ser delineado en un conjunto de leyes marco. A la ya puesta en marcha Ley de
Administración Financiera que ha definido a la administración estatal como un sistema
integrador e integrado, instalando la noción del plan general de gobierno, recuperando al
presupuesto como una herramienta de planificación y control, y dando una concepción
sistémica a la gestión, se le agregan la discusión sobre la estructura orgánica del
gobierno, nuevas relaciones laborales para el empleo público y creación de comunas
territoriales como herramientas para descentralizar la gestión. El segundo elemento a
incorporar es la acumulación de una masa crítica de dirigencia política y
técnica absolutamente consustanciada con el proyecto de modernización del Estado
definido que se inserte en un círculo virtuoso de recambio y reconversión permanente de
la dirigencia que pueda llevar adelante esta transformación.Las restricciones con que se
desenvolverá la coalición política progresista para llevar a cabo la modernización del
Estado son la existencias de dos corrientes contrapuestas: la liderada por el
neoliberalismo que ha conducido la reestructuración nacional en la última década, que
pretende impulsar una reforma de la Ciudad de Buenos Aires mimetizada con lo ocurrido en
la Nación, en la cual el Estado se convierte en un garante de rentabilidad y flujo de
capitales, y por el otro la resistencia de sectores de fuerte presencia política y
económica local que conciben al Estado como un medio de acumulación y reproducción de
sus intereses sectoriales y parciales. En ese escenario una coalición política
emergente, conducida por una dirigencia renovada de ideas nítidamente progresistas puede
encontrar un terreno fértil en el apoyo de una sociedad civil deseosa de reencontrarse
con un Estado reconstruido que le asegure un conjunto de derechos elementales. * Director
del Banco de la Ciudad de Buenos Aires. Coordinador de los equipos técnicos del Frente
Grande de la Ciudad de Buenos Aires. |
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