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AEROPARQUE FUNCIONO A MEDIAS POR EL CLIMA. MUCHAS CANCELACIONES POR TEMOR
Tras un manto de neblina y miedo

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La tensión era palpable en el mostrador de LAPA: muchos festejaron la noticia de que un avión había sido desviado a Ezeiza.

Ayer Aeroparque debía normalizarse, pero las malas condiciones climáticas, sumadas a un sistema destruido en el accidente, obligaron a desviar los aviones nuevamente. El miedo era palpable en los pasajeros. Y las agencias de turismo coinciden en que hubo muchas cancelaciones.


Por Carlos Rodríguez
t.gif (862 bytes)  “El vuelo 3305 de LAPA, procedente de San Carlos de Bariloche, acaba de aterrizar en el Aeropuerto de Ezeiza.” El mensaje de rutina fue saludado con aplausos y vivas por unas cincuenta personas reunidas ante los mostradores de LAPA en el aeropuerto Jorge Newbery. Todos eran padres, tíos o hermanos de jóvenes de tres colegios secundarios y previamente habían asediado a preguntas a los coordinadores de LAPA Estudiantil. La demora en la llegada del vuelo, derivado a Ezeiza porque la niebla obligó ayer a suspender los arribos en Aeroparque, había puesto a los familiares en un escalón previo al brote de pánico. El temor se evidenció también, tal como pudo establecer Página/12 (ver aparte), en la devolución de pasajes de LAPA o en el cambio por ubicaciones en aviones de otras compañías. En Aeroparque las operaciones seguirán hoy siendo limitadas por las malas condiciones climáticas. En la entrada al hall de LAPA, el hombre de guardia de la Policía Aeronáutica trató de minimizar la sensación de inseguridad que deambulaba como fantasma por el recinto: “La gente no tiene miedo de volar porque muchos lo hacen habitualmente y porque son argentinos, están acostumbrados a vivir sobre la cuerda floja”. Al mediodía, el que había salido a brindar seguridades, a pesar de la salida de servicio del sistema de radar ILS, fue el propio jefe de la estación aérea, comodoro Alberto Beltrame. “Si yo estoy acá, es porque el Aeroparque es seguro”, fue el certificado de garantía, escrito en primera persona, que extendió Beltrame. El sistema ILS, que permite operar aún con mala situación meteorológica, está fuera de servicio porque una de las antenas fue destruida durante el accidente del avión de LAPA. Beltrame informó que el repuesto que se necesita ya fue adquirido en los Estados Unidos, a la empresa Air-Sys-Atm, y que llegará al país “en unos quince días”, aunque eludió en dar una fecha exacta sobre cuándo será rehabilitado el sistema. Ayer, la cantidad de vuelos de todas las compañías estuvo limitada por el mal tiempo y por la falta de ILS. Gustavo Vendi, jefe de Tráfico Aéreo de LAPA, aseguró que cumplieron “un 70 por ciento” de la programación habitual, aunque en realidad apenas llegaron al 50 por ciento porque varios vuelos fueron cancelados a último momento. Durante algunas horas de la mañana y por la tarde-noche, a partir de las 16.45, el Aeroparque funcionó dentro de lo que se denomina “bajo mínima”, en razón de que la niebla (que afectó a toda la ciudad) obligó a suspender los aterrizajes.Durante la jornada, el único tema de conversación giró en torno del accidente. “¡Llegaron, llegaron!”. María del Carmen Núñez, maestra primaria de Lomas de Zamora, festejó la llegada de un avión de LAPA, procedente de Córdoba, como si se tratara de un aumento salarial. En la mesa de la confitería contigua a los mostradores de LAPA, otros docentes respiraron aliviados al saber que unos colegas cordobeses, a los que esperaban, ya había tocado tierra sanos y salvos. Martín, coordinador de LAPA Estudiantil, el plan de pago en cuotas para estudiantes en viaje de egresados, tuvo ayer un día devastador. El, y otros tres compañeros de tareas, tuvieron que soportar la presión constante de unos cincuenta familiares que esperaban el vuelo 3305 procedente de Bariloche. Cerca de las 17, con cuatro horas de demora y en la pista de Ezeiza, a 40 kilómetros del Aeroparque, el avión se apoyó en la pista y los parientes volvieron a respirar. “Por lo menos ya están en tierra firme”, suspiró Rosalía, cuyo hijo Diego había quedado a una hora y media de viaje de su casa en Caballito. Antes se habían escuchado comentarios de todo tipo. Una mujer, para darse ánimo, aseguró ante todos que “una alta fuente” de la Fuerza Aérea le había confiado que LAPA puso en cada avión “a sus mejores pilotos”. Eso, dijo, la dejaba “mucho más tranquila”. Otra madre, dando por cierto sus dichos, reflexionó: “Claro, tiene que pasar algo muy grave para que finalmente tomen las medidas necesarias”. Un hombre muy gordo, padre de otro alumno, ensayó un chiste sobre las medidas tomadas en Ezeiza para que los aviones no siguieran de largo por la pista hasta cruzar la Avenida Ricchieri. Nadie sonrió. No fue linchado porque la intención había sido distender los nervios. Pasadas las 20.30 el Aeroparque quedó casi desierto y los fantasmas siguieron recorriendo la pista, al amparo de la niebla. nota a

 

Un susto en Mendoza

Un avión de LAPA, a punto de despegar desde el aeropuerto de El Plumerillo, en Mendoza, tuvo que ser abandonado por los pasajeros a último momento, al comprobarse que funcionaba mal uno de los radares y que no estaba en condiciones óptimas para el vuelo. La novedad, revelaron voceros del aeropuerto, fue comunicada a los pasajeros por el propio comandante de la nave, quien les aclaró que podían partir en esas condiciones o bien esperar la llegada de otro avión. Como la gente está muy sensible por el accidente del martes pasado, no bien el comandante hizo el anuncio, todos comenzaron a bajar de la máquina de LAPA, algunos en silencio y otros visiblemente molestos por la situación planteada. El vuelo 3192, que debía partir a las 8.30 de ayer, quedó demorado hasta las 11.30. Finalmente, para cumplir el servicio, LAPA tuvo que contratar una máquina de Aerolíneas Argentinas. Las autoridades de LAPA no brindaron ninguna información sobre el inconveniente.


CANCELACIONES Y CAMBIOS DE LINEA SEGUN LAS AGENCIAS DE VIAJE
“Algunos prefieren viajar en micro”

t.gif (862 bytes) “La respuesta fue nefasta. Todo el mundo cancela o pide cambiar su pasaje por el de otra aerolínea”. La respuesta de Alejandro Aldeco, de Sunquets Travel, coincidió con la de otras agencias de viajes consultadas por Página/12. La tensión de los usuarios luego del accidente aéreo ocurrido en el Aeroparque Jorge Newbery se hizo sentir. “Algunos clientes decidieron viajar en ómnibus o por otras compañías aéreas, a pesar de la diferencia de precio”, aseguró Sergio Niño, de Morel Viajes. La venta de pasajes aéreos y el mercado turístico no son los mismos luego del accidente del avión de LAPA. A la reducción de la demanda producto de la recesión económica se sumó “el efecto psicológico” y la desconfianza que deja en los pasajeros una tragedia. “Ofrecer LAPA los primeros días era como decir una mala palabra ante el cliente que nos consultaba”, cuenta Anahí, empleada de una agencia del barrio de Belgrano, quien pidió no ser identificada. Pero no todos los pasajeros, del otro lado del teléfono, reaccionaban igual. Según los operadores de turismo hubo clientes que tomaron el accidente como una tragedia de carácter excepcional y nada más.Al menos así lo está viviendo Daniel Noya, de la agencia Dónde. “Nosotros hacemos la zona del Caribe con LAPA, entre otras compañías, y prácticamente no hemos tenido alteraciones. La gente pregunta, como es lógico después de un episodio como el del martes último, pero no sufrimos cambios significativos.” También para María Rosa Carreri de Clara Minte Turismo la caída de la demanda no fue tan brutal como temía. “Pensábamos que iba a ser peor la respuesta de la gente. Tuvimos algunas solicitudes de cambio de compañía aérea e incluso clientes que prefirieron viajar en micro hasta destino, pero por suerte, en general, se han mantenido las reservas.” Pero viajar o no viajar por LAPA se convirtió para muchos pasajeros en la pregunta del millón. Según una fuente de Pallmer Travel que trabaja con LAPA en vuelos de cabotaje “en todas las consultas que nos hacen por presupuestos, de inmediato, nos agregan ‘por cualquier compañía menos por LAPA’.” Raúl Pisciotto, de Cabo Verde turismo, es operador turístico de la zona sur del Gran Buenos Aires y comentó a este diario cuál fue la reacción del turista ocasional. Es decir, aquel que prepara y espera su viaje con mucho tiempo de antelación. “Los que piden tarifas para un destino específico, del país, te aclaran ‘por LAPA no’. No nos sorprendió la respuesta. Es similar a la que se vivió cuando se cayó el avión de Austral, en Fray Bentos. Todos se sensibilizan temporalmente. Después, por desgracia, todos se olvidan.” En otras agencias prenden velas para que así sea. “La demanda de pasajes para vuelos de cabotaje se nos cayó desde la noche del martes. La gente está insegura, tiene miedo y pregunta. En relación a lo que ya teníamos vendido la gente está optando por cambiar de compañía u otro tipo de transporte. Algo similar nos ocurrió cuando se vino abajo el avión de Austral. Esperemos que dure sólo tres meses, como aquella vez, porque sino no sé quién nos salva”, cuenta preocupada Silvina, empleada de una de las principales agencias de la zona norte de Buenos Aires, que solicitó reservar su identidad. Hay, sin embargo, pasajeros que reaccionan de manera diferente. Con una respuesta peculiar se encontró Sergio Niño, de Morel Viajes, quien comentó que “después del accidente tuvimos algunas solicitudes de cambio pero también muchos pidieron LAPA porque piensan que ahora se van a cuidar y se va a viajar mejor.”


Las empresas no pagan la tasa paraseguridad, pero nadie las sanciona

La semana pasada la Fuerza Aérea puso un ultimátum a las empresas: si no pagaban los 16 millones debidos por tasas de protección de vuelo no operarían. Ayer se cumplió el plazo y no pagaron. Dicen que son muy altas, pero en cambio pagan las de Aeropuertos 2000.

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Por Eduardo Videla
t.gif (862 bytes) Como siempre, el hilo se corta por lo más delgado. Las empresas de aeronavegación se pusieron firmes y no pagaron la deuda de 16 millones de dólares que les reclama Fuerza Aérea por las tasas de protección de vuelo. La Aeronáutica, por su parte, no cumplió con su amenaza de suspender a partir de ayer todos los vuelos de cabotaje si no cobraba ese dinero. La tasa en cuestión está destinada al mantenimiento de los equipos de seguridad de los vuelos y el control del tránsito aéreo. El conflicto se generó a partir de la resolución del Organismo Regulador del Sistema Nacional de Aeropuertos (ORSNA), que aumenta la tasa de protección de vuelo en un 97 por ciento. Ese incremento representa para las empresas una erogación de 11 millones de dólares más por año que lo que se pagaba hasta 1997”, dijo a Página/12 el titular de la Junta de Representantes de Compañías Aéreas (JURCA), Fernando Dozo. Las empresas se opusieron desde el comienzo a ese incremento y ninguna lo pagó, salvo la Southern Winds. Presentaron recursos administrativos ante el ORSNA y sólo una de ellas recurrió ante la Justicia: la empresa LAPA. “Si no han mejorado el servicio de seguridad en los aeropuertos, no hay razón para que aumenten las tasas”, es el argumento en que se escudan las compañías para rechazar el pago. Las empresas rebeldes son Aerolíneas Argentinas, Austral, LAPA, Dinar, Laer y Keiken.El aumento de la tasa de protección de vuelo no es el único que origina las protestas empresarias: las compañías rechazan además el Fondo de Incentivo Docente, que representaría una erogación de 15,4 millones de dólares, y “que hasta ahora no hemos pagado”, asegura Dozo. También se quejan por el aumento en los permisos de uso de aeropuerto, que les cobra la concesionaria Aeropuertos 2000 (40 pesos el metro cuadrado) y los derechos de parking de los aviones, que subió el 35 por ciento.–Si están en contra de los aumentos, ¿por qué le pagan a Aeropuertos 2000 y no a la Fuerza Aérea? –preguntó Página/12.–Estamos pagando bajo protesta –contestó el empresario.Las empresas consideran “razonable” el reclamo de la Fuerza Aérea, pero no están de acuerdo con ser ellas las que hacen el aporte. “Las tasas van a parar al Tesoro, que nunca gira la totalidad de los fondos al Comando de Regiones Aéreas. Desde hace diez años que el Estado se viene quedando con fondos destinados a infraestructura”, se quejó Dozo. Según la Fuerza Aérea, en los últimos siete años se recortaron 125,7 millones destinados a la seguridad en aeropuertos. La disposición 53 del ORSNA, que dispone el aumento, comenzó a aplicarse en agosto de 1998. Según la cámara empresaria, en noviembre se acordó con la Fuerza Aérea que “las empresas continuaban pagando la tasa anterior, mientras se resolvía el diferendo, para que la fuerza pueda contar con ingresos para solventar las tareas de mantenimiento”, explicó Dozo. El dirigente empresario admitió que durante este año algunas empresas se atrasaron en los pagos. En junio, la Fuerza Aérea resolvió desconocer el acuerdo y comenzó a reclamar el pago de la totalidad de la tasa. La semana pasada, después del accidente del avión de LAPA, los brigadieres salieron con los tapones de punta: les dieron a las empresas un ultimátum hasta las 0 del lunes 6 (ayer) para ponerse al día con la deuda. En caso contrario, no se autorizarían los vuelos de las compañías deudoras, “lo que producirá la suspensión de los vuelos de cabotaje de las empresas infractoras”. La advertencia llevaba la firma del brigadier Enrique Ermelindo Dutra, jefe del Comando de Regiones Aéreas, organismo a cargo de la seguridad de los aeropuertos.Los aeroparques funcionaron ayer con normalidad en todo el país. Consultados por este diario, voceros de la Fuerza Aérea aseguraron que la amenaza de suspensión no se cumplió porque “las empresas cancelaron parte de la deuda”, aunque no dieron más precisiones. La cámara empresaria se encargó de desmentir esa información. “No se pagó un peso más que lo que se venía pagando desde antes”, aseguró Dozo. Las aerolíneas acordaron esaposición el viernes, en una reunión donde doblaron la apuesta: resolvieron ellas mismas suspender los vuelos de cabotaje hasta que la Justicia no reabriera el Aeroparque.


DECLARARON PASAJEROS: HOY LO HACEN LOS TECNICOS
Palabra de los sobrevivientes

Por A.M.
t.gif (862 bytes) En la investigación de la tragedia de Aeroparque que lleva adelante la Justicia comenzó la etapa de las declaraciones. Hoy deberán presentarse los técnicos de LAPA que podrían aportar elementos a la hipótesis de la falla mecánica como causa del accidente, porque son los que arreglaron el Boeing que hace una semana fracasó en su despegue y estalló en llamas contra un terraplén de la Costanera. Ayer dieron su testimonio tres sobrevivientes. Los fiscales solicitaron que se presenten las personas que estaban en sus automóviles detenidas frente al semáforo cuando el avión cruzó la avenida Rafael Obligado a 250 kilómetros por hora (ver aparte). Hugo Perotti, María Inés Di Giano y María Lucrecia Correa estaban ubicados en la parte trasera del avión, en las filas 19 y 20. Relataron que los minutos previos al impacto no notaron nada extraño porque iban leyendo y charlando entre sí. Como ninguno de ellos teme volar, no prestaron atención a los detalles de lo que sucedía con la aeronave. Mañana declarará una de las dos azafatas que sobrevivieron, María Lía Antolín. Su compañera, Cristina Iglesias, ya fue escuchada el sábado, al igual que el ex piloto de LAPA, Enrique Piñeyro, quien ratificó ante el juez federal Gustavo Literas las denuncias contra la empresa que había formulado en los medios. El magistrado del caso aseguró a Página/12 que viajará a Córdoba sólo si hay sobrevivientes que no pueden viajar a Buenos Aires. Hoy llegan tres desde la capital mediterránea.También declararon ante los fiscales Carlos Rívolo y Claudio Navas Rial tres testigos que vieron el accidente desde lugares diferentes, uno de ellos desde la pista. Si bien no trascendió el nombre de los declarantes ni el contenido de sus respuestas, este diario pudo saber que los testimonios fueron coincidentes y sus palabras resultaron muy ilustrativas para la reconstrucción de los hechos.Por otra parte, el abogado Ricardo Monner Sans presentó dos denuncias que recayeron en el juzgado de Adolfo Bagnasco y en el juzgado en lo contencioso administrativo a cargo de Ernesto Marinelli. En la primera pidió que se investigara si las empresas aéreas cometieron delito al obstruir un servicio público. Esto se encuadraría dentro del artículo 194 del Código Penal “que reprime el impedir o el entorpecer el normal funcionamiento de los transportes”, incluido el aéreo, con castigo de hasta dos años de prisión. Y también habría sido violada la denominada Ley de Abastecimiento. “El Poder Ejecutivo reflota leyes cuando de camioneros se trata, pero no las usa cuando el asunto tiene que ver con la concertada actuación de poderosas empresas”, se quejó el letrado. En la segunda, promovió una acción de amparo para que disminuyan las probabilidades de desastres aéreos. Monner Sans pidió a Marinelli que obligue a la Fuerza Aérea a publicar mensualmente en diarios de circulación nacional y del interior del país “un informe explícito y fundado sobre la calificación mensual de las empresas aerotransportistas en relación a la seguridad que ofrecen sus aeronaves”. La Corte Suprema de Justicia puso a disposición de Literas al cuerpo de peritos del Alto Tribunal.

 

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