The Guardian
de Gran Bretaña
Por Ian Black y John Gittings
Desde Londres y Yakarta
Anoche las
Naciones Unidas se enfrentaban a un duro dilema. Crecía la probabilidad de que, sin
intervención extranjera, las matanzas de Timor Oriental lleguen a proporciones trágicas.
Sin embargo, dos miembros clave del Consejo de Seguridad de la ONU, Estados Unidos y
China, insistían en que esperarían a que Indonesia cambie de posición antes de enviar
tropas. Con la creciente indignación ante los informes de decapitaciones, cuerpos
mutilados y terror en todo el territorio, la ONU ya dio señales de apartarse de su
insistencia inicial en que sólo el gobierno de Jakarta fuera responsable por la seguridad
en Timor Oriental. El Parlamento indonesio todavía debe verificar con su voto el
resultado del referéndum de la semana pasada, en que los timorenses votaron por la
independencia. O bien el gobierno indonesio se ocupa de la violencia o permite la
ayuda de la comunidad internacional, dijo la secretaria de Estado norteamericana
Madeleine Albright. Obviamente estamos muy preocupados por la violencia, y dejamos
en claro nuestro disgusto por lo que está sucediendo, señaló Albright. El
canciller británico Robin Cook adoptó una línea similar. Si son incapaces de
restaurar la seguridad y el orden con sus propias fuerzas de seguridad, entonces deberían
aceptar la ayuda de la comunidad internacional para restaurar la estabilidad, dijo
en Tokio. Australia, quejándose por un ataque a su embajador en Dili, la capital de Timor
Oriental, anunció que estaba poniendo las tropas de emergencia en estado de alerta.
Portugal, la ex potencia colonial en Timor Oriental, pidió la inmediata acción de la
ONU. Todos confiábamos en los acuerdos por los cuales los indonesios eran
responsables de la seguridad, y ahora todos dicen que es imposible, de manera que creo que
la responsabilidad le corresponde a la ONU, al Consejo de Seguridad y a sus miembros
permanentes, dijo el presidente Jorge Sampaio por la BBC de Londres. La
comunidad internacional está confrontada con un caos dramático, dijo Sampaio.
Si no hay una fuerza de mantenimiento de paz en Timor Oriental, nadie saldrá de
ahí con vida, advirtió su portavoz más tarde, ni siquiera el Unamet,
el pequeño y desarmado contingente de policía y monitoreo de la ONU en Timor Oriental.
Ayer, en Nueva York, el Consejo de Seguridad se estaba preparando para mandar una misión
de cinco miembros a Yakarta, pero no ha hecho ningún movimiento para aprobar una fuerza
de mantenimiento de paz por la fuerte renuencia de Estados Unidos y la firme oposición
china, un reflejo general de la debilidad de la ONU y un legado específico de los
desacuerdos en Kosovo. Pero anoche había señales de que el paso de los hechos podrían
obligar a repensarlo. Cualquier intervención probablemente esté montada por una
coalición de los que quieren liderada por Australia, aunque la continua
insistencia por parte de Estados Unidos y otros grandes poderes por mantener el acuerdo de
Jakarta seguía siendo un ítem perturbador para una resolución de la ONU que implique el
envío de tropas.Es hora de que exista una intervención internacional, cualquiera
fuera su nombre, dijo Ana Gomes, la representante más alta de Portugal en Jakarta.
¿Por qué Timor Oriental es diferente a cualquier otro lugar donde el Consejo de
Seguridad no olvidó cumplir con su misión? ¿Cuánta más gente quieren que muera para
comenzar a actuar? El canciller irlandés, David Andrews, dijo que el mundo no
podía permanecer pasivo ante las atrocidades. Francia también favorece una fuerza de paz
de la ONU. Mary Robinson, la alta comisionada de la ONU para los derechos humanos, dijo:
No podemos quedarnos cruzados de brazos y ver a los timorenses orientales
masacrados, quemados junto a sus casas y echados por la fuerza del territorio. La
comunidad internacional debe actuar ahora o lamentar otra tragedia que hubiera podido
evitar. (Traducción: Celita Doyhambéhère)
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