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OPINION

Cuestionar las trampas

Por Eduardo Pavlovsky

Una carta de opinión firmada por un grupo de ciudadanos con la sigla 501 propone la eximición del voto al que definen como una forma de imposición. No votan en blanco. Decididamente no votarán, alejándose 500 kilómetros de sus domicilios. Dicen que “quieren recuperar el poder de decisión que se halla en el fondo de la idea de democracia. Es porque el sentido profundo de la democracia se ha extraviado”.También el fenómeno Chávez en Venezuela, tan mal visto por los Vargas Llosa y la izquierda bien pensante latinoamericana, merece un punto de reflexión como cuestionamiento a las democracias y a su funcionamiento en el nivel de participación ciudadana. Podemos discutir el evento: la forma de querer absorber Chávez todo el poder para sí. La incertidumbre que generan sus próximos pasos. Su ambición personal y su desmesura. Su populismo arraigado. La disolución del Parlamento y posiblemente las libertades democráticas coartadas. El tiempo lo dirá y los liberales también. Pero ése es el evento Chávez. Lo anecdótico. Que no es poco. Pero más allá del evento está el acontecimiento y su producción de subjetividad. Chávez cuestiona de raíz las democracias capitalistas conservadoras neoliberales que han llevado al 70 por ciento el nivel de pobreza del pueblo venezolano, con una minoría de privilegio excepcional. Esa democracia bien pensante latinoamericana que ha sabido fabricar en todo el continente corrupción y miseria. Eso es Venezuela hoy. El acontecimiento es un recorrido y en el recorrido arrasa todo. Pero arrasa todo lo que ha devastado al país. Todo lo que lo ha empobrecido. Cuestiona desde otro ángulo y con otros métodos las maquinarias democráticas del continente y su gran producción de miseria y corrupción. Se puede condenar el evento. Pero el acontecimiento se abre rizomáticamente haciéndonos pensar: ¿hasta cuándo podemos seguir tolerando estos tipos de democracias que asesinan más niños que dictaduras? Es un lugar para la reflexión. El FMI dictando los deberes de nuestros presidentes democráticos. Ya se ha interiorizado el hecho como normal entre nosotros. Por eso también dudo del evento Chávez. Soy la izquierda bien pensante un poco liberal. Pero no dudo que produce reflexión, la de cuestionar a fondo y con fuerza nuestras democracias latinoamericanas con su increíble cuota de horror, miseria y corrupción para gran parte de su población y el privilegio para una minoría. De todos modos, Estados Unidos ya le tenderá su trampa. Lo está haciendo. Tendrá su límite. La experiencia de sus 60 invasiones a Latinoamérica desde 1947 son una garantía.

 

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