El País
de Madrid
Por Daniel Amado
Desde Jerusalén
El
Tribunal Supremo de Israel puso fin ayer a la tortura que aplicaban los servicios secretos
israelíes del Interior (conocidos como Shabak o Shin Bet, según
las siglas en hebreo) en sus interrogatorios a palestinos y a ciudadanos árabes de este
país sospechosos de atentar contra la seguridad nacional. El eufemismo que cubría la
tortura era presión física moderada. En una decisión que sienta precedente
y que en Israel califican de histórica, los nueve magistrados del Tribunal
Supremo emitieron por unanimidad una sentencia en la que consideran ilegales las distintas
formas de presión física moderada que aplican esos servicios secretos
israelíes en sus interrogatorios. Esas formas consisten, entre otras prácticas, en
sacudir con violencia a los detenidos, obligarlos a permanecer en posturas dolorosas
durante mucho tiempo y poner música a todo volumen durante días para impedir que
duerman. La sentencia se emitió en respuesta a siete recursos que presentaron
organizaciones israelíes defensoras de los derechos humanos. El Supremo reconoció que
la decisión fue difícil. Pero señaló que aún en la difícil
situación de Israel en materia de seguridad no todos los medios son válidos,
según escribió el presidente de ese tribunal, Aarón Barak, que fue quien redactó la
sentencia. Hasta ahora, y durante años, el Tribunal Supremo en respuesta a recursos
de organizaciones defensoras de los derechos humanos refrendaba y extendía cada vez
por otros tres meses la aplicación de la tortura en los interrogatorios de los servicios
secretos israelíes del interior, a pedido de éstos. La nueva sentencia creó una enorme
polémica, y se convirtió en la noticia número 1 en Israel. La sentencia fue respaldada
por ministros y otros miembros de la coalición de gobierno de Israel, de mayoría
laborista, así como por las fuerzas progresistas de este país, pero la criticó con
dureza la oposición de derechas. Entre ellos, el diputado del frente ultraderechista
Unión Nacional, Janán Porat, que propuso con ironía cerrar el Shabak y dejar la
lucha antiterrorista a los jueces del Tribunal Supremo. Quienes defendieron la
sentencia afirmaron que se trata de una decisión valiente que
protege la dignidad humana y pone fin al fenómeno condenable de arrancar confesiones por
medios inaceptables. El ministro israelí de Justicia, el laborista Iosi Beilin, se
manifestó muy orgulloso de la decisión del Tribunal Supremo, cuyos magistrados
-encabezados por su presidente, Aarón Barak adoptaron una resolución nada
fácil. Según Beilin, se trata de un dilema que se repite entre un país
democrático, que quiere defender los derechos humanos y su democracia, pero que se
encuentra en una tensión permanente y tiene que garantizar la seguridad de sus
ciudadanos. Pero espero que la decisión del Tribunal Supremo permita a los
organismos de seguridad, también en el futuro, ocuparse de casos especiales y
excepcionales para evitar bombas de tiempo, dijo Beilin, y explicó que se refería
a sacar información a un terrorista sobre una carga explosiva que se sabe que colocó y
que puede matar a muchas personas. Sin embargo, no permite una legitimación de
antemano de ese tipo de presiones, concluyó el ministro israelí de Justicia.
También el conocido abogado Avigdor Feldman, que representa a una de las organizaciones
de derechos humanos que recurrieron contra la tortura, expresó su satisfacción por la
sentencia del Supremo. Se trata de una larga lucha, y finalmente hemos vencido de
manera absoluta, declaró el abogado, que afirmó que la sentencia honra al
sistema judicial israelí. Otro crítico de la sentencia, el diputado del partido de
derechas Likud el principal de la oposición, Guideon Ezra que fue en el
pasado elsegundo del jefe supremo de los servicios secretos israelíes del interior- se
manifestó convencido de que los investigadores de ese organismo encontrarán alternativas
en los interrogatorios de sospechosos, en la medida de las necesidades. Ezra afirmó que
los investigadores del Shabak actúan de acuerdo con las necesidades de
seguridad y que a ninguno de ellos les gusta el contacto físico de un tipo u
otro con el sospechoso. Hay que entender, la tortura. El diputado del Likud dijo que
la presión no tiene por objeto que el sospechoso confiese que es un terrorista; al
Shabak, que hasta ahora ha utilizado medios muy blandos, le interesa evitar un atentado
planificado para el día siguiente. Ezra concluyó: Espero que nuestros
hombres puedan evitar, también en el futuro y pese a esta decisión, atentados graves, lo
que se llama bombas de tiempo. También el presidente de la Comisión de Defensa y
Exteriores del Parlamento israelí (Kneset) y ex ministro de Justicia, Dan Meridor,
expresó su satisfacción por la sentencia del Supremo, y dijo que honra al Estado
de Israel, aunque al mismo tiempo plantea una serie de preguntas a las que hay que
responder. Meridor que fue uno de los príncipes del Likud y lo
abandonó para convertirse en uno de los dirigentes del Partido del Centro señaló
que todas las personas pueden y deben cometer incluso delitos para salvar vidas
humanas, siempre que no haya otra forma de hacerlo. Para Meridor, los ejemplos son
muchos y no se refieren sólo a atentados terroristas inminentes. Más dura que cualquier
otro crítico fue una oyente que se pronunció en un programa de la radio estatal
israelí, en el que dijo que la sentencia del Tribunal Supremo es una instigación a
la violencia contra los judíos. Y afirmó que, además, demuestra que los
propios judíos están contra los judíos. La polémica, ahora, está servida.
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