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Adentro y afuera
Por Rodrigo Fresán

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UNO Adentro. Ya saben, partes vaticanos y mensajes de las estrellas. Mi nuevo y un tanto perturbador hobby: abrir los diarios para ver qué dijo el Papa, qué ocurre en el espacio. Por el momento, en lo que va de la semana, Juan Pablo II no ha adelantado ninguna novedad sobre cielo, infierno, purgatorio. Lo extraño. Como premio consuelo, leo sobre el primer suicidio acontecido adentro de la basílica de San Pedro. A lo largo de los últimos años una mujer se había lanzado desde la terraza del templo, un hombre se voló la tapa de los sesos en uno de los patios, otro se quemó a lo bonzo en protesta por el trato de la Iglesia ante los homosexuales, y un tercero –un vicecabo de la Guardia Suiza– se quitó la vida luego de asesinar un superior y a su esposa en su departamento de la Santa Sede. Pero, ahora, lo de Benedetto Mirini ha sido cosa seria: una cosa es hacerlo afuera y otra meterse un revólver en la boca y apretar el gatillo a pocos metros del altar principal. Una turista australiana residente en la Argentina lo filmó todo en video y hubo que consagrar todo el edificio –como prevé el Coerimoniale Episcoporum– para reparar la violación del lugar sagrado. Algunos religiosos, bastantes, consideraron la medida innecesaria y exagerada y –lo que a mí más me importaba– el Papa no se pronunció acerca de si el suicida se iba directo al infierno, al purgatorio o al cielo. Sigo a la espera de novedades.DOS Afuera. Hacía calor –mucho– y la transmisión en directo del suicidio de la estación espacial MIR no mejoró mi ánimo. Era casi la medianoche del viernes y vi en mi televisor al comandante Afanasiev cerrar la puerta y tirar la llave para que –como al final de “casa tomada”– no vaya a ser que se metiera algún pobre diablo. En la madrugada del sábado, Afanasiev, Avdeyev y Haignere aterrizaron la nave Soyuz TM-29 en las estepas de Kazajstán. Se los veía tristes y sanos y curiosamente vulnerables mientras –como si fueran abuelos galácticos– eran llevados en brazos por personal de los equipos de rescate. Ahora sólo queda esperar que caiga la MIR. ¿A dónde va una estación espacial cuando muere? ¿Al purgatorio, al cielo, al infierno?TRES Adentro. Insisto: no son días fáciles estos en que el Papa no dice nada y el cielo está más vacío. El calor que sube mientras los astronautas descienden y el eco de un disparo rebota entre las columnas. Busqué distraerme de mi obsesión mirando el Mundial de Atletismo de Sevilla. Juro que vi desfilar a la delegación argentina durante la inauguración pero, después, no la vi por ningún lado. Reí un poco con lo de la Girandilla falsa (mascota del asunto, cruza de Hijitus y muñequito Sugus) infiltrándose en el escenario del primer día como un objeto terrestre no identificado para bailotear y reclamar con un cartel en el pecho la liberación de los presos vascos en los televisores de todo el mundo. Al tercer día de sobredosis atlética le estaba gritando cosas a la pantalla transpirada mientras juro que una Girandilla auténtica (como lo atestiguaba su credencial donde –aunque ustedes no lo crean– ¡¡¡se veía la foto del muñecote y no la de la persona que iba adentro!!!) me hacía gestos de lo más obscenos y me incitaba al suicidio telepáticamente. Vencido y alucinado, presté especial atención al noticiero que mostraba las fotos de la supernova Casiopea A obtenidas y de varias gigantescas estrellas enanas captadas por el telescopio Chandra. Seguro que ahí está más fresco, pensé.CUATRO Afuera. La fría luz de las estrellas enanas. De una estrella enana. Eso fue lo que colmó mi paciencia: la aparición por estos lados del enano Kenny Baker. Me apresuro a aclarar que no tengo nada contra los enanos pero sí contra Kenny Baker. Es actor, dice. De acuerdo, Kenny Bakerapareció en Amadeus y El hombre elefante. Pero ahora Kenny Baker está por aquí promocionando el estreno de Episodio I: La amenaza fantasma. Kenny Baker cobra 300 pesetas por cada autógrafo, 1200 por cada foto que vende, dice que “tengo novia y un Rolls Royce”. Kenny Baker es R2-D2. Es decir, Kenny Baker actúa adentro de R2-D2 y se enorgullece de ser el único que va a aparecer en todas las películas de la saga. “Lo muevo yo cuando camina con dos; cuando lo hace con las tres, lo dirigen por control remoto”, sonríe el desvergonzado a la hora de explicar su Método actoral. Y firma otro autógrafo y vende otra foto. Entonces busco y encuentro mi pistola de antimateria y salgo a la calle en busca de Kenny Baker. Es el momento exacto en que el comandante Afanasiev, en tierra cada vez menos firme, advierte en conferencia de prensa que “no se pueden descartar complicaciones” a la hora de la caída de la MIR abandonada. Problemas de “pérdida crítica de combustible” o “pérdida de orientación”. Léase: el armatoste puede llegar a caer cualquier día de éstos en cualquier lado. Si cayera en el Vaticano, si se suicidara en San Pedro, mis psicosis celestiales serían una y, estoy seguro, se anularían entre ellas. Y yo -el hombre que desactivó a R2-D2– estaría curado y adentro y afuera.

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