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LA ONU PODRIA INTERVENIR EN TIMOR
Ultimátum a Indonesia

Indonesia deberá detener la violencia paramilitar en Timor Oriental en 48 horas. Si no cumple con el plazo, el Consejo de Seguridad enviaría tropas de tierra a la ex colonia portuguesa.

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Las manifestaciones pro y contra Timor se multiplicaron.
Xanana Gusmao, símbolo de la lucha pro Timor, fue liberado ayer.

t.gif (862 bytes)  Movido por el conflicto que desencadenó una “limpieza étnica” en Timor Oriental, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas lanzó ayer un ultimátum a Indonesia. Si la medida de emergencia no logra contener la violencia en las próximas 48 horas, la comunidad internacional se hará cargo de la situación, dijo el secretario general de la ONU, Kofi Annan. Mientras tanto, los habitantes de Timor son perseguidos, asesinados o expulsados por paramilitares indonesios. Más de 60.000 timorenses serían deportados en los próximos días. Dili, la capital timorense, es una ciudad completamente saqueada (ver nota aparte). Presionado por la comunidad internacional para detener el terror, el gobierno de Jakarta liberó al líder independentista Xanana Gusmao y decretó la ley marcial, pero en la práctica dio un poder ilimitado a las milicias apoyadas por el ejército. “Indonesia no precisa ninguna intervención militar extranjera en Timor Oriental porque disponemos de la capacidad para corregir la situación”, rechazó el ministro de Defensa y jefe de las Fuerzas Armadas indonesias, el general Wiranto. Pero la tensión internacional desatada en esta ex colonia portuguesa ocupada por Indonesia en 1975 se volvió imposible de obviar. No sólo para los países de la región, sino también para los principales miembros de las Naciones Unidas, que reconocen en Timor Oriental un escenario demasiado parecido a Kosovo. Australia ya puso en alerta a 2000 soldados en la base de Darwin, a sólo una hora de vuelo de Timor, que podrían intervenir en menos de 24 horas. Y el presidente del Consejo de Seguridad de la ONU, Peter Van Walsum, aclaró que “estamos esperando la luz verde de Indonesia para el envío de una ayuda militar internacional si Jakarta ve que no es capaz de manejar la situación”. Una medida en ese sentido podría decidirse hoy en la reunión de emergencia en la ciudad neocelandesa de Auckland de los ministros del Foro de Cooperación Económica del Asia-Pacífico (APEC). El ministro de Relaciones Exteriores británico, Robin Cook, que había sido uno de los grandes impulsores de la línea dura y “ética” en la ofensiva contra Yugoslavia, se sumó al encuentro. “El gobierno indonesio no ha sido capaz de convencer a su ejército para que reestablezca el orden”, denunció Cook. La participación del ejército indonesio es el elemento más alarmante de la violencia política que se desencadenó a partir de la votación de un 78,5 por ciento de timorenses a favor de su independencia de Indonesia. La ministra alemana de Cooperación Internacional, Heidemarie Wieczorek-Zeul, adelantó un futuro que todos prevén como próximo. “No podemos intervenir en Kosovo para defender los derechos humanos y cerrar los ojos ante la violencia en Timor Oriental”, resumió.

 


 

COMO VIVE LA ONU BAJO ASEDIO
El círculo que ya ahorca

The Guardiande Gran Bretaña
Por John MartinkusDesde Dili, Timor Oriental

t.gif (862 bytes) En el recinto de la ONU la electricidad está cortada, los teléfonos no funcionan y los empleados locales se preguntan si serán abandonados a la furia de los escuadrones de la muerte de Timor Oriental. A la noche se escuchan los disparos de ametralladoras. El ejército de Indonesia y sus paramilitares gobiernan las calles. Sabemos que el mundo exterior está mirando este pequeño recinto, lleno de personal cansado de la Misión de las Naciones Unidas en Timor Oriental (Unamet) y más de 2.500 trabajadores y refugiados de Timor Oriental. El más joven tiene sólo un día de edad, Pedro Unamet Rodrigues, hijo de una madre que homenajeó a sus protectores.Durante todo el día los paramilitares y la policía indonesia estuvieron disparando ráfagas de metralla por encima del recinto. La pesada barraca alberga a unos 200 empleados del personal internacional de la ONU y los 20 periodistas que quedan, imposibilitados de aventurarse a verificar la destrucción de la ciudad por los violentos paramilitares pro Jakarta, desencadenados desde el anuncio del sábado de que Timor Oriental había votado por la independencia. El centro de Dili se incendia. Pero mientras tanto, los disparos siguen sonando desde afuera de las paredes del recinto donde estamos, cubiertas con alambre de púa. “No diría que la declaración de ley marcial hizo nada para mejorar la situación”, constató un funcionario de la ONU. Algunos trabajadores asistentes trataron de salir a buscar abastecimientos de los depósitos, pero las balas se lo impidieron. A medida que baja el sol, la neblina negra y el humo nos envuelven. Afuera, la ciudad está destruida. Todo el centro de Dili está incendiado, según los timorenses orientales que recorrieron su pequeña capital durante la mañana. Todo ha sido saqueado. Según un hombre que volvió al recinto ayer, la ciudad está desierta, salvo por el ejército y una ocasional unidad de paramilitares. La misma historia se repetía por todo el territorio. Las Naciones Unidas emitieron un comunicado desde Dili diciendo que su recinto en la ciudad occidental de Baucau también estaba ayer bajo un sostenido fuego. Camiones atestados transportan a la población desde Dili hacia el oeste, con los soldados apuntándolos en los vehículos. Muchos de los que embarcan o que son puestos en camiones por los soldados, son mujeres y niños, lo que provoca la pregunta de qué pasó con los hombres.

 

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