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HABLA JOSE VICENTE RANGEL“
¿De qué dictadura me están hablando?”

En este reportaje, el canciller venezolano rechazala intervención a Colombia y defiende al presidenteHugo Chávez, “que se parece a Juan Domingo Perón”.

Multipolar: “Tenemos una concepción estratégica regional, sin ánimo de liderazgo. La idea es que el mundo multipolar sea una realidad”.

El canciller Rangel habló del futuro en la residencia del embajador venezolano en “Estados Unidos no intervendrá en Colombia, pero hay cosas parecidas a la intervención

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Por Pablo Rodríguez

t.gif (862 bytes) El canciller venezolano José Vicente Rangel cumplió 70 años el 10 de julio pasado. Fue exiliado de la última dictadura venezolana, la de Marcos Pérez Jiménez (1954-1958), y fue tres veces candidato presidencial del Movimiento al Socialismo durante los años dorados de la “Venezuela saudita”. Cuando el actual presidente Hugo Chávez intentó derrocar a Carlos Andrés Pérez en 1992, se apresuró a aclarar que el entonces teniente coronel no era el problema, sino la situación económica y social que había desembocado en el Caracazo tres años antes. Lo acusaron de “golpista” y hasta debió clausurar sus programas periodísticos en radio y televisión. Con el ascenso de Chávez a figura política, él y otros dirigentes de izquierda (como el actual presidente de la Asamblea Constituyente, Luis Miquilena) se convirtieron en la base política del movimiento que hoy cuenta con el 92 por ciento del apoyo de los venezolanos. En esta entrevista con Página/12, en medio de una agenda llena de reuniones políticas –su visita oficial duró dos días–, Rangel explica la posición venezolana respecto de la supuesta intervención militar en Colombia, defiende a Chávez de las acusaciones de “dictador” y afirma que el líder venezolano “es parecido a Perón, y está bien que así sea”. –¿Cuál fue el objetivo de su visita a nuestro país?–Revitalizar las relaciones entre la Argentina y Venezuela. Siempre han sido muy buenas, pero en la práctica no han funcionado bien. Se reducían al contacto diplomático. Este gobierno quiere reconstruir las relaciones con la Argentina, con Brasil, con Uruguay, etc. Queremos unir a Sudamérica con el Caribe y con América Central. Tenemos una concepción estratégica regional, sin ánimo de liderazgo. La idea es que el mundo multipolar sea una realidad. –Usted ha sido muy duro con las versiones sobre una intervención militar en Colombia. ¿Qué hará Venezuela si el proceso de paz fracasa y Estados Unidos aumenta la presión para una intervención militar? –Ante todo, rechazar la intervención por cuestiones de principio. Para nosotros no hay intervenciones buenas, ni siquiera aquella que está abonada por buenas intenciones. Además, una intervención sería una subestimación de lo que es la violencia en Colombia. No creo que Estados Unidos cometa la imprudencia de intervenir militarmente en Colombia, pero hay cosas parecidas a las intervenciones que nos preocupan, porque está visto, por las experiencias en Centroamérica, que la única solución a estos conflictos es política. El diálogo no tiene sustitutos. –La intervención militar en Colombia viene de la mano de la lucha antidrogas norteamericana. ¿Qué debe hacer Latinoamérica respecto de la lucha antidrogas sin comprometerse con una intervención en Colombia?–Sería funesto politizar la lucha antidrogas. Eso mataría cualquier iniciativa. Creemos en la colaboración entre los países pero siempre respetando la soberanía de cada país. La lucha contra las drogas es política de Estado para nuestro gobierno. Transformar, como se pretende, la lucha antidrogas en una suerte de doctrina anticomunista es una locura. Por lo tanto, es necesario activar los mecanismos de cooperación y acabar con instrumentos como la certificación que aplica Estados Unidos a los países “que combaten el narcotráfico”. Nosotros no podemos conferir a ningún país, por poderoso que fuera, el liderazgo de la lucha contra las drogas porque todos estamos afectados por el narcotráfico. –Brasil y Venezuela fueron los puntales del rechazo a la intervención militar en Colombia, mientras que otros países como Perú y la Argentina apoyaron esta medida. ¿Se está construyendo un eje estratégico CaracasBrasilia?–No. Se trata sólo de desarrollar la política de integración latinoamericana que te he comentado. No queremos participar de ningún eje. Queremos una relación de igualdad con todos los países latinoamericanos. –Usted habla de formar un bloque regional. ¿Esto implica algún tipo de decisiones económicas conjuntas frente a otros poderes? Hace poco, Ecuador suspendió el cumplimiento del Plan Brady de renegociación de la deuda externa.–Este impulso a la integración no debe traducirse en lo que se llama “un bloque económico”. Estoy en contra de los enfrentamientos a priori. Hay que dialogar, hay que llegar a algunos niveles de acuerdo. No creo que se pueda repetir la experiencia de Ecuador porque se trata de un caso muy particular. El liderazgo político en Ecuador se ha debilitado bastante con la crisis económica. Esto es lo que determina la medida sobre el Plan Brady. –¿Cuál es su argumento principal para defender a Chávez de las acusaciones de “dictador”?–Una dictadura se expresa en algunas medidas: reprimir al adversario político, detener a dirigentes, censurar la prensa, ilegalizar los partidos, intervenir los sindicatos. Nada de eso ocurre en Venezuela. Los venezolanos gozan de una libertad de expresión mayor a la de cualquier país de América latina. Al presidente se le puede decir de todo. Si esto es una dictadura, entonces el concepto de dictadura ha cambiado.–Pero el perfil de Chávez no despierta las mejores imágenes en Latinoamérica. Tiene un discurso militarista y planeó un golpe de Estado.–De acuerdo, pero hay que juzgar a la gente por lo que está haciendo y no por lo que va a hacer o por lo que hizo. Además, el golpe de Chávez se produjo en un contexto muy especial. Después de la intentona, una encuesta indicó que el 92 por ciento de los venezolanos estaba de acuerdo con el golpe. No es extraño que en la elección de los constituyentes el 92 por ciento se manifestó a favor de la política de Chávez. En ningún discurso de Chávez hay expresiones autoritarias o fascistas. La imagen de dictador que se tiene de Chávez se va a ir borrando con el tiempo. –Chávez despertó muchas esperanzas de cambio. ¿Cuánto tiempo tiene antes de que esas esperanzas se conviertan en decepción y el apoyo se vuelva en su contra?–El pueblo venezolano no votó por un Mesías. La gente ha madurado mucho. La prueba está en que seguimos sintiendo los coletazos de la crisis económica y el apoyo al gobierno no ha disminuido. Por otra parte, Chávez tiene una gran virtud: no engaña a la gente. Usualmente, la práctica de los políticos es hacer en el poder algo distinto a lo que prometieron. Chávez prometió la convocatoria a una Constituyente y al día siguiente de su asunción firmó un decreto llamando al referéndum sobre el tema. –¿Por qué, en medio de una crisis económica, el gobierno considera que el primer punto a atacar es el sistema político y judicial?–Porque las trabas políticas son tan grandes que no se pueden hacer cambios económicos. La Constitución vigente, la de 1961, fue elaborada y aprobada en un contexto muy distinto al actual. Es una Constitución estatista e intervencionista. No deja oportunidad para introducir modificaciones que abran los mercados, que faciliten una apertura. Y para darle garantía a la inversión, hay que cambiar la estructura del Poder Judicial, que es absolutamente corrupta. No hay reglas de juego claras y lo primero que reclama un inversor es que existan garantías jurídicas. –¿Cuál será la política económica de Chávez? –Aspiramos a que el proceso constituyente termine en octubre o noviembre. Un mes después, se convocará al referéndum para confirmar la nueva Constitución. En el mes de febrero habrá elecciones generales para el Poder Ejecutivo y el Legislativo. Entonces, ahí sí, abriremos la economía. Ya lo estamos haciendo en la práctica. Hemos aprobado una ley eléctrica, una ley del gas, construyendo un espacio para la inversión privada. Estamos reformulando la economía sobre la base de la participación del capital privado. Salvo Pdvsa (Petróleos de Venezuela Sociedad Anónima), vamos a privatizar absolutamente todo. –Pero en la Argentina, por ejemplo, la ola de privatizaciones barrió con la injerencia del Estado en la economía. –No, no vamos a degradar al Estado. Nosotros no antagonizamos Estado y mercado. Creemos que se complementan. Hay que mantener un Estado fuerte, musculoso y sin grasa, que sea capaz de administrar un proyecto de desarrollo junto con el sector privado. Estamos viendo con lupa cada sector del Estado para ver cómo puede ser privatizado. No podemos dar saltos al vacío como ocurrió hace tiempo con la privatización de las líneas aéreas Viasa, que pasó a manos de Iberia y colapsó totalmente. –Los venezolanos deberán ir dos veces más a las urnas en los próximos cinco meses. En menos de un año, ya fueron a votar en cuatro oportunidades. ¿Esto no implica un cierto peligro de desgaste del electorado?–La gente se está acostumbrando a resolver los problemas a través de las elecciones. Hubo más votantes en la elección de los constituyentes que en el referéndum para su convocatoria. Nosotros somos partidarios del referéndum. Queremos que hasta problemas como el pago de impuestos municipales se resuelvan a través de referéndum. Es la gente la que debe decidir y no ciertos funcionarios. Queremos convertir al sufragio en un hecho cotidiano. Incluso queremos que la gente vote en la semana. Hay que desacralizar el sufragio y convertirlo en algo de rutina. –¿Qué parecido hay entre Chávez y Perón?–Chávez y Perón son parecidos y no hay que huir de las comparaciones. Perón introdujo un elemento social muy importante en la política argentina. Chávez introdujo un elemento social determinante en la política venezolana en un momento en el que la clase política estaba deslegitimada. También hay una identificación entre Chávez y Perón en el componente nacionalista, que no es de derecha. Reivindicar el rasgo nacional en una época de desnacionalizaciones es muy importante. Por todo esto, creo que Chávez es parecido a Perón y está muy bien que así sea.

 

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