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Por Cristian Alarcón y Mariana Carbajal Tras la fachada fashion del dique 3 de Puerto Madero hasta ayer sonaban, cual música funcional, las ruletas, el plástico sonido de las fichas al amontonarse, los no va más de los croupier y las cartas de los empedernidos del black jack o el punto y banca. Incluso el batifondo electrónico de un par de máquinas bastardas. La buena racha de tres garitos de lujo, entre ellos uno VIP, terminó con tres allanamientos y 176 demorados entre apostadores rasos, señoras perdidas por el juego, cafishios, custodios, un tour de orientales y camareras que trabajaban también como vendedoras de sexo. El lugar funcionaba administrado por un capitalista con antecedentes hacía por lo menos un año y para todos los targets. En los salones comunes la ficha mínima costaba un peso. En el VIP, donde por noche circulaban más de cien mil dólares, para sentarse a las mesas de naipes había que comenzar por 500. Pero los clientes de apuestas fuertes nunca llevaban efectivo a la cueva. La Justicia secuestró en el departamento del supuesto dueño del negocio decenas de chequeras firmadas en blanco, pagarés e hipotecas de casas tan caras como los propios lofts del puerto. La cifra mensual de apuestas llegaría a los dos millones. Al desconcierto inicial de los jugadores, que siguieron apostando cuando el allanamiento ya había empezado pasada la medianoche, le siguió a la madrugada el hartazgo de la alta burguesía apostadora. A eso de las cinco, la hora en que normalmente terminaba la jornada, las señoras que debatían su suerte en el departamento 6 de la planta baja de Alicia Moreau de Justo 740, se quejaban ante los fiscales del dolor de pies, querían volver a casa. En el operativo participaron los fiscales Marcelo Martínez Burgos y Angel Nardiello junto a unos cien hombres de Prefectura Naval, incluido el grupo especial Albatros. Los allanamientos continuaron en un loft al 846 de la misma calle, para terminar con el departamento del cuarto piso de la unidad funcional Barbus. Ese loft donde sólo encontraron una ruleta que estaba siendo reparada es propiedad de Juan Cruz Avila, el hijo del empresario mediático Carlos Avila. Hasta anoche no había imputaciones para el heredero. Un representante legal de Torneos y Competencias le dijo a Página/12 que Avila alquila el loft en el que vivió él mismo hasta enero a Ariel Barmaimon, hijo del hombre imputado como capitalista de juego de los casinos, José Alberto Barmaimon. El dato dio paso a tantas especulaciones como famosos con fama de jugadores hay en las agendas de los especialistas del chisme. El único imputado como capitalista del casino es Barmaimon padre, quien tendría más de un antecedente como administrador del ramo. Fuentes policiales contaron a Página/12 que hace más de tres años el hombre perdió otros salones del tipo instalados en un coqueto sector de Palermo. Y señalaron también que sería el dueño de un casino más, en el corazón de Congreso. Barmaimon, su mujer y sus hijos, estaban en el VIP en el momento de los allanamientos, ordenados por la jueza en lo correccional Ana María Bulacio Núñez de Rúa y anoche esperaban ser liberados. La familia tendría cierta experiencia en el negocio. De hecho ayer no había acuerdo entre las fuentes consultadas por este diario sobre la antigüedad del casino del puerto. Prefectura sostuvo que funcionaba hace unos meses. Fuentes judiciales dijeron que hacía por lo menos un año. La cuestión suscitó ayer discusiones sobre por qué podrían haber permanecido abiertos tanto tiempo sin la complicidad de una fuerza de seguridad. La explicación oficial es: Fue muy difícil dar con los departamentos porque tenían un aceitado sistema de campanas. El negocio funcionaba en horas en que las oficinas de Puerto Madero están vacías: de 21 a 5 AM. Y por cada uno de los garitos trabajaban por lo menos cuatro custodios, que eran a su vez campanas y recepcionistas. Dos de ellos son ex policías bonaerenses. La mayoría de los clientes eran caras conocidas, los llevaba un guía de turismo en contingentes o seidentificaban a través de una contraseña. Hola, vengo de parte de Micky, era la frase que abría todas las puertas. Tras la del salón VIP había cuatro mesas de ruleta y cuatro de punto y banca y black jack. Allí, en un escritorio, se encontraron cuadernos oficio de tapas duras en los que se asentaba, al estilo de los almaceneros, las apuestas y las deudas de cada cliente que llegan a las decenas de miles mensuales. En el mismo salón, entre otras especias secuestraron menos de cinco gramos de cocaína, que originarán una nueva causa en el fuero federal, por tenencia de droga. En el VIP de Barmaimon se podía también comer y beber. El servicio de catering incluía canilla libre de champagne importado, canapés de salmón, jamones y en la mesa de dulces, mousses y tortas de varios gustos. Pegado al VIP, al 740 de Moreau de Justo, funcionaba un salón más chico para los clientes de medio pelo. Allí funcionaban una ruleta, dos mesas de naipes, una ruleta electrónica, dos máquinas de pocker y una de carreras de caballos. Un poco más al sur, al 846, apostaban los más pobres. El servicio de comida se limitaba allí al pebete de jamón y queso. Y las fichas más baratas para las dos ruletas eran de un peso. Allí la cuenta corriente no corría. Las chicas eran menos bellas. Y los datos de esos jugadores no aparecieron en el allanamiento al departamento de Barmaimon en Libertador 2233, noveno piso, donde Prefectura encontró pagarés, hipotecas y una montaña de chequeras firmadas en blanco que eran dejadas por los jugadores como garantía. Sería allí donde a cambio de efectivo, durante el día se les abría a los grandes apostadores una cuenta corriente para que jugaran sin preocupaciones por la noche.
VACIO LEGAL PARA REPRIMIR EL JUEGO CLANDESTINO
EN LA CIUDAD Por M. C. El
operativo en Puerto Madero no sólo reveló el funcionamiento de tres casinos clandestinos
a metros de la Casa Rosada: también dejó al desnudo un virtual vacío legal para
reprimir el juego ilegal en Buenos Aires. Según trascendió en Tribunales, sólo un
puñado de jueces en lo Correccional de la Capital Federal entre ellos la jueza que
ordenó los allanamientos de ayer consideran que tienen competencia para
controlarlo. La mayoría, en cambio, interpreta que le corresponde al ámbito de la
justicial local. Pero como todavía la Legislatura porteña no dictó ninguna norma que
penalice al juego clandestino, los fiscales contravencionales tienen las manos atadas para
actuar.
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