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LA PUBLICIDAD ENGAÑOSA DE LOS ALIMENTOS DIET
Las mentiras light

El año pasado se registraron como diet o light 266 productos. Y en lo que va de 1999, ya son 130. El fenómeno se sostiene en buena medida en medias verdades o en engaños directos: productos que engordan más que los normales o que no tienen elementos nutritivos.

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t.gif (862 bytes)  La mujer da vueltas en el supermercado. Se para ante la góndola de los lácteos. Mira detenidamente. Agarra un yogur, lo deja. Toma otro. Cuenta calorías. Se decide por uno “diet”. Pero duda. ¿Será verdad que no engorda? La duda es válida: para los especialistas, existe un “principio de engaño” en todos los productos diet. No siempre se refieren a alimentos para dietas hipocalóricas. Para colmo, agregan, el rótulo da piedra libre a quienes quieren adelgazar, que comen mucho más que si se tratara de un producto tradicional. El desconcierto del consumidor frente a la avalancha de productos marcha a la par de la vaguedad de las normas que regulan el sector. Por eso el Ministerio de Salud anticipó que está a punto de incorporarse al Código Alimentario Argentino una serie de modificaciones en este sentido: la palabra “diet” o “dietético” ya no podrá figurar en ningún envase, porque “se presta a confusión”. Y el concepto “light”, que hasta el momento no formaba parte de la norma, podrá aparecer en los alimentos reducidos en algún componente, siempre y cuando se aclare en qué son más “suaves”. “Con 40 años de ejercicio de mi profesión puedo decir que varios millones de argentinos fueron estafados, casi toda la población consumió algo para adelgazar que no era genuino”, apunta el doctor Alberto Cormillot, con años de experiencia en tratamientos contra la obesidad. La ambigüedad de la norma y la falta de información del consumidor engordan el negocio de los empresarios diet. “Hay un principio de engaño en todos estos productos –agrega Pedro Tesone, profesor adjunto de Nutrición de la Facultad de Medicina de la UBA–. Muchas veces, por ejemplo, aparece en los jugos de uva la leyenda ‘no tiene agregado de azúcar’. Decir eso de una fruta que tiene un altísimo contenido de azúcar es tramposo, es como decir ‘a esta miel no se le agregó azúcar’.” Ese es, justamente, uno de los ítem que cambiará con la nueva norma. Los productos que afirmen que “no contienen” azúcar, deberán llevar la leyenda: “no es un alimento reducido o bajo en calorías/energía”.

La avalancha dietética

El marketing de la vida “sana” no es nuevo. Pero en los últimos cinco años el aumento de estos productos fue gigantesco y la normativa quedó atrasada. Durante el año pasado sólo en jurisdicción porteña se inscribieron 266 nuevos productos que entraban dentro de estas categorías. Y para el ‘99 la cifra es de 130. “Esto es lo que se aprueba, pero se solicitan alrededor del triple. Si tenemos en cuenta que en la dirección se registran un promedio de 2000 alimentos, los dietéticos alcanzarían el 15 por ciento del total, lo cual es una cifra considerable”, apuntó Patricio Anderson Zorrilla, director de Protección de Alimentos del Gobierno de la Ciudad, el área encargada de las inscripciones y el control de estos productos. A nivel nacional, la tarea le cabe al Instituto Nacional de Alimentos (INAL), dependiente de la ANMAT. Con el fin de organizar un poco la nebulosa en la que flotan los dietéticos, los países miembros del Mercosur elaboraron un proyecto, que aquí aguarda la firma del Ministerio de Salud. Hasta el momento, el Código Alimentario Argentino habla de “alimentos de régimen o dietéticos” para referirse a los productos destinados a algún tipo de dieta. “El consumidor tiende a pensar que un producto dietético no engorda y eso no es así”, señala Anderson Zorrilla. “Un producto dietético es cualquier alimento cuya composición ha sido alterada con respecto a la composición tradicional”, explica Tesone. La leche descremada es un alimento dietético y también lo es un caramelo para diabéticos. De ahí parten las dudas y los engaños. Los productores rotulan con un “dietético” gigante todos los productos modificados, y tiran la carnada al mercado, esperando que el pez pique sin detenerse a analizar lo que come.

Verdades mentirosas

La mayoría de las veces “el engaño no pasa por decir una mentira sino por decir una verdad obvia –señala Elena García, del Servicio de Nutrición del Hospital de Gastroenterología–. Es el caso del pan de salvado diet: la gente interpreta que es bajo en calorías cuando en realidad es para gente constipada, por lo que puede tener más calorías que el pan blanco”. El viejo truco de rotular “aceite sin colesterol” también entraría dentro de esta categoría. “No sólo confunde porque ningún aceite tiene colesterol –ya que no tiene grasa animal–, sino porque la gente considera que es sano y no engorda, entonces abusa: no tiene en cuenta que 100 gramos de aceite tiene 900 calorías”, comenta Norberto Pedevilla, ex presidente de la Sociedad Argentina de Obesidad y Trastornos Alimentarios. En este sentido, a fines del año pasado, la Secretaría de Industria, Comercio y Minería prohibió que los aceites vegetales hablen de “sin/no colesterol” ya que se trata de “una característica intrínseca o propia de todos los alimentos de igual naturaleza” que viola los artículos 5º y 9º de la Ley de Lealtad Comercial.En la búsqueda por tentar a los consumidores ávidos de nuevos productos para adelgazar, las empresas no ahorran energía. Los dardos apuntan especialmente a las galletitas. “Algunas se presentan como light o con menos grasa. En estos casos hay que tener cuidado con lo que compensan la reducción de grasas. Porque a veces se les agrega hidratos de carbono, almidón, y tienen las mismas calorías que las galletitas tradicionales”, explica García. Algo similar pasa con el chocolate dietético, “que tiene menos hidratos de carbono pero más grasas, y llega a tener más calorías que uno común”, apunta Patricia Giacomeli, licenciada en nutrición. “Lo que pasa –explica– es que son para diabéticos, pero muchos creen que son para adelgazar.” También hay que agudizar la vista para escudriñar los quesos: “Port salut no significa que sea descremado, muchas veces este tipo de queso no tiene menos grasa que un queso tipo Mar del Plata”, señala Giacomeli.Retacear información es otra trampa. “Las hamburguesas o medallones de carne light dicen que tienen un 6,5 por ciento de grasas, cuando una carne magra, como el peceto, tiene un 5 por ciento. Está bien, si las comparamos con las hamburguesas comunes tienen menos grasa, pero yo a un paciente que quiere adelgazar no le recomiendo que las consuma, le digo que las haga en casa”, dice Giacomeli. También hay casos que directamente violan el código alimentario. “En este momento, en el mercado hay un queso descremado que tiene más fósforo que calcio, y eso está prohibido. Esto, por ejemplo, puede perjudicar a una mujer que hace dieta y además está en la etapa de la menopausia. Tiene una gran necesidad de calcio y consume un producto que se supone debería cubrir esas necesidades pero no lo hace”, agrega. En todos los casos, la ignorancia y la falta de información del consumidor funcionan como el principal aliado de los empresarios. Por todo esto se planea erradicar para siempre la palabra “diet” o “dietético” de los rótulos, publicidades y el envoltorio de los productos. “Estamos tratando de adaptar la norma a lo que pasa en todo el mundo: la palabra diet crea confusión, todos creen que significa bajo en calorías”, señaló a Página/12 el ingeniero Carlos Benzi, director del INAL. En su lugar se podrá usar, entre otros, el término “light”, que a pesar de su tan difundido uso en el packaging alimentario, no figura en el Código. Para Cormillot, se usa “light” en vez de “diet” por una cuestión de marketing: “Lo diet está asociado a la enfermedad, lo light a la vida sana”. “Muchas veces se incorpora light como nombre de fantasía, pero es engañoso, no quiere decir que sea bajo en calorías. Yo no apruebo productos con denominación light”, señala Anderson Zorrilla, de una de las jurisdicciones más estrictas en la aplicación de la norma. Del otro lado de la General Paz, sin embargo, las autoridades de aplicación son los diferentes municipios y el Código Alimentario se ajusta o se amolda a los criterios de cada uno. Hoy, los términos que sí están reglamentados son: “reducido” y “bajas” calorías. “Un producto bajas calorías tiene el 50 porciento de las calorías de un producto normal. Y uno reducido en calorías debe tener hasta un 30 por ciento menos”, explica Anderson Zorrilla.Con la modificación de la norma, los paquetes de productos podrán hablar de “bajo” –o sus sinónimos leve, ligero, pobre, light, etc.– cuando un alimento modifique su composición, desde las grasas hasta el sodio o cualquier componente. Específicamente, quienes quieran adelgazar deberán controlar que los alimentos sólidos rotulados de esta forma no tengan más de 40 calorías cada 100 gramos y los líquidos no más de 20 cada 100 mililitros. Y también teniendo en cuenta el tema calorías, el término “no contiene” –o libre, sin, cero, free, etc.– se instalará en los rótulos de los productos que tengan un máximo de 4 calorías cada 100 gramos. Además, se podrá hablar de alimento “reducido” o “aumentado” en algún componente en relación con el producto standard. En estos casos, se trate de calorías, grasas, sodio, azúcares o colesterol, el producto deberá tener una reducción o un aumento mínimos del 25 por ciento.Si a pesar de todo, alguien decide seguir consumiendo productos dietéticos, deberá sopesar, comparar y analizar cada ingrediente del alimento en cuestión. Y sobre todo, agregar uno fundamental: buena fe. Producción: Sonia Santoro.

 

Palabras y calorías

* Diet: término que designa a los alimentos cuya composición fue alterada. Encierra una trampa: incluye tanto productos usados en dietas para adelgazar como en regímenes para celíacos o diabéticos. Con la modificación del Código Alimentario, ningún alimento podrá llevar este rótulo.

* Light: nombre de fantasía que no está contemplado por el actual código y que los empresarios de la industria alimentaria usan para atraer a quienes quieren bajar de peso. No necesariamente implica que el producto es de bajas calorías. Con la modificación de la norma, los productos que lleven este rótulo deberán aclarar en qué componente son más livianos.

* Reducido en calorías: se refiere a alimentos que tienen un 30 por ciento menos calorías que el mismo producto en su versión tradicional.

* Bajas calorías: en este caso, la reducción debe llegar al 50 por ciento, con respecto del producto tradicional.


 

Lo que dicen los especialistas

HAY QUE COMPARAR
Alberto Cormillot *

Lo primero que tiene que hacer una persona que quiere adelgazar es consultar a un médico nutricionista. Y debe cambiar sus actitudes: hacerse amigo de una manera de comer diferente y terminar con la actitud del todo o nada. Para comprobar que los alimentos dietéticos sean genuinos, no hay más remedio que leer las etiquetas y comparar: light es una denominación de fantasía, no significa que sirve para adelgazar, y diet es una definición técnica, pero hay que evaluar si el producto es para adelgazar o para qué. Hay elegir el que dice diet para bajar de peso. Además, hay que comparar la cantidad de grasas, de calorías y de hidratos entre un producto dietético y el mismo producto pero tradicional. Por ejemplo, un queso duro con el 8 o 10 por ciento de grasas es muy bajo en calorías, pero en un queso untable ese porcentaje es muy alto porque hay algunos que tienen un cero por ciento de grasas. Hay que tener cuidado porque mucha gente engorda comiendo diet. El alimento es diet si se come la misma cantidad del producto tradicional (salvo en los que tienen cero calorías, como las gaseosas y las gelatinas).

* Fundador de la Asociación Lucha Contra la Obesidad (ALCO) y de la clínica Dieta Club.

PUBLICIDAD ENGAÑOSA
Graciela Soifer*

En principio, hay que cuidar mucho el tema de las cantidades. El problema básico es que la gente escucha diet y cree que puede comerlo libremente. Las mermeladas diet, por ejemplo, tienen menos calorías, pero si se come medio frasco engordan mucho. Lo mismo con la mayonesa o el dulce de leche.Por otro lado, la persona que quiera adelgazar debería leer los rótulos y analizar los componentes y las cantidades de cada uno de ellos. Para eso hay que tener en cuenta que los hidratos de carbono, al metabolizarse, generan cuatro calorías por cada gramo, en cambio las grasas generan nueve. Entonces si a un producto, por ejemplo el chocolate diet, le sacan hidratos y le agregan grasas, aumentan las calorías. Además, hay que comparar dos productos (uno diet y uno común). En general, en nuestro país se compara por 100 gramos, pero hay que prestar atención porque no siempre es así y esto confunde. El objetivo de la empresa alimentaria es vender. Y, por lo general, su publicidad es engañosa. Entonces, hay que comprar marcas más o menos serias, leer los rótulos y no comprar los productos que no tengan detallados los componentes. Aunque también está la opción de pedir asesoramiento. La persona que hace dieta debe consultar con el médico o el nutricionista que lo esté tratando. También se puede concurrir a algún servicio de nutrición para evacuar todas las dudas.

* Ex presidenta de la Sociedad Argentina de Nutrición.


LOS ARGENTINOS SON GORDOS, PERO CONSUMEN “BAJAS CALORIAS”
La confusión del comensal moderno

t.gif (862 bytes) Vivir a dieta y estar cada vez más gordo parece ser la tendencia de los últimos años. Si bien los especialistas consultados coinciden en apoyar el desarrollo de productos dietéticos –de hecho algunos apoyan el lanzamiento de nuevos alimentos reducidos en calorías–, también consideran que en la mayor parte de los casos no hay un cambio en el estilo de vida de los consumidores: la gaseosa light convive alegremente con una milanesa con fritas. Y aunque esto se presenta como una tendencia mundial, plantea Cormillot, en Argentina se acentúa “la obsesión por adelgazar y su no puesta en práctica”. Desde la antropología, Patricia Aguirre apunta que el comensal moderno está en una “situación de vulnerabilidad”: hay demasiadas voces autorizadas que plantean su modo de comer como el más válido, ¿qué elegir? Según el último estudio de la consultora AC/Nielsen Argentina –realizado en julio sobre 2000 casos en todo el país–, sólo el 16,8 por ciento de los argentinos admite realizar algún tipo de dieta. Llamativamente, a fines del año pasado, un trabajo de la misma consultora señalaba que el 84 por ciento reconocía consumir algún tipo de producto light o diet. “Me parece que se puede pensar que hay mucho producto light dando vueltas y la gente los consume. Pero, de todos modos, no se cuida en el resto de las comidas”, señala Pablo Ascarate, gerente de Estudios Especiales de Nielsen. Para Patricia Aguirre, especialista en antropología alimentaria, el problema es que nuestra cultura globalizada es víctima de una “gastroanomia”: “Hay demasiados paradigmas circulando: comida rica, comida sana, comida tradicional, comida rápida y barata, etc. Favaloro dice que hay que comer sano, para cuidar el colesterol. Francis Mallman aconseja comer rico porque quién sabe hasta cuándo voy a vivir. Son todas voces autorizadas. Entonces, ¿qué elijo? Ahí viene la soledad y la anomia del comensal moderno, que es vulnerable a cada tendencia y no abraza ninguna”.En este sentido, apunta el doctor Alberto Cormillot, “lo que pasa es que muy pocas personas consumen estos productos como parte de un cambio en el estilo de vida. La mayoría abusa y engorda comiendo diet”. Para el doctor Jorge Braguinsky, director del Centro de Nutrición y Endocrinología, tampoco hay cambios válidos: “En Estados Unidos, las asociaciones de consumidores han preconizado el tema de las hamburguesas o salchichas bajas en grasas. Y en algún momento pareció que así como se disminuía el tabaquismo por la presión de la sociedad, esto podía ser semejante. Pero no ha sido así, la gente lo rechaza y prefiere su comida chatarra”. Aguirre plantea que el consumo de alimentos dietéticos, si bien se va extendiendo dentro de la sociedad, “se instala más que nada en los sectores medios y altos” y está en relación con las diferentes visiones del cuerpo de cada sector social. “Lo que predomina es la asociación de cuerpo lindo y sano a cuerpo delgado –agrega–. Y para mantenerlo se necesita incorporar alimentos bajos en grasas o calorías. Y, paradójicamente, si se hace un análisis global se percibe que la gente come el doble.” “En los sectores medios se comen productos dietéticos para poder volver a comer. En los sectores altos, en cambio, la dieta se transforma en régimen. Se parte de un uso del cuerpo donde su modelado es un valor moral. Toman la dieta como si los hiciera mejores, como si estar flaco fuera mejor que estar gordo. El gordo es visto como ‘pobre gordo’, pero además como un ser de moral baja, un dejado, que no puede con sí mismo”, concluye Aguirre.

 

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