La
intervención militar internacional para frenar las masacres y el éxodo de refugiados en
Timor Oriental comienza a tomar forma. El premier australiano John Howard reveló ayer que
Nueva Zelanda, Canadá, Gran Bretaña, Malasia, y Portugal ofrecieron tropas para ser
desplegadas en su país para integrar una fuerza de pacificación. Lisboa confirmó que ya
envió ayer a 1000 soldados a Australia. Una misión especial de la ONU llegó ayer a
Jakarta para convencer al gobierno indonesio de que acepte la intervención de esta fuerza
de paz. El informe que entregará esta misión mañana a la ONU podría resultar en una
resolución del Consejo de Seguridad para intervenir en Timor. Un miembro clave del
gabinete indonesio el titular de las Fuerzas Armadas de Indonesia, general
Wiranto afirmó ayer que recomendaría al presidente Jusuf Habibie que estudie
como una posibilidad el despliegue acelerado de una fuerza de paz,
pero en la ONU, el embajador indonesio dijo que "por el momento" no aceptará la
intervención. Igualmente, la fuerza de paz para reestablecer el orden en Timor comienza a
cristalizarse. El canciller y ministro de Defensa portugués, Jaime Gama, reveló que su
país envió ayer a Australia comandos navales Fuzileiros, paracaidistas de
las fuerzas de intervención rápida, dos fragatas, aviones, y unidades logísticas para
participar desde el primer momento en una intervención. De los países del
Commonwealth, Australia estará al mando de la operación y proveerá el grueso de la
fuerza, con entre 6000 a 7000 efectivos, Canadá enviará un par de cientos de
soldados, Nueva Zelanda alrededor de 500, y Gran Bretaña prometió 250 Gurkhas y un
buque de guerra. El apoyo de Malasia será, según el premier australiano Howard,
significativo. Francia, Suecia, y Filipinas proveerían apoyo logístico. La
contribución de Estados Unidos es un enigma, pero Howard reveló ayer que va mucho
más allá del apoyo logístico. El número total de tropas es desconocido, pero se
estima que se requerirá un mínimo de 8000. El premier australiano también describió
ayer cuál sería la estrategia para la intervención: la fuerza de paz tomará control
del aeropuerto de la capital timoresa de Dili y sus alrededores para establecer una
zona de seguridad. Desde allí, eventualmente avanzaría para pacificar el
resto del territorio. Con sus tropas y sus planes definidos, sólo restan dos elementos
para que la fuerza de paz entre en acción: la sanción oficial de la ONU y la aprobación
de Indonesia. Por ahora, el primer elemento parece depender del segundo. El Consejo de
Seguridad se limitó ayer en una sesión especial a respaldar la advertencia del
Secretario General de la ONU, Kofi Annan, de que Indonesia se enfrenta al
aislamiento internacional si no permite la intervención. El Consejo reiteró
la amenaza de Annan de que el rechazo de los líderes indonesios a la intervención
podría hacerlos responsables de los crímenes contra la humanidad cometidos
en Timor. El organismo internacional espera ahora que los miembros de la misión especial
a Jakarta y Timor Oriental presenten formalmente el lunes su informe para emitir una
resolución. Es en este día en el que se revelará si el gobierno indonesio aprobó la
intervención. Ayer Jakarta parecía dar señales de que está cerca de hacerlo. La
admisión parcial del general Wiranto de que una fuerza de paz podría desplegarse en
Timor fue especialmente significativa en vista de que Wiranto era aparentemente el único
miembro del gabinete que se oponía a tal despliegue. El canciller neozelandés Don
McKinnon afirmó ayer que el presidente Habibie y su canciller Alí Alatas están de
acuerdo con una intervención, y es sólo la oposición de Wiranto y detrás de él,
la de las Fuerzas Armadas la que les impide aceptarla. Fuentes diplomáticas
afirmaron que el presidente amenazó con renunciar si el Ejército no resolvía la
situación en Timor, o permitía que una fuerza internacional lo hiciera en su lugar.
McKinnon concluyó cada una de las declaraciones desde la oficina de Wiranto indican
que se acerca el día de la intervención. Por lo pronto, la presión de la
comunidad internacional a Indonesia se hace abrumadora. Durante la sesión ayer del
Consejo de Seguridad, el diplomático norteamericano Richard Hobrooke acusó a las tropas
indonesias bajo el comando de Wiranto de ser directamente responsables de la
violencia en Timor. El presidente norteamericano Bill Clinton calificó como
imperativa la necesidad de que Indonesia acepte una intervención
internacional para reestablecer el orden en Timor, y agregó que creo que en los
próximos días se registrarán importantes cambios en la actitud de Jakarta. El
papa Juan Pablo II difundió ayer un mensaje en el que decía que deseo desde el
fondo de mi corazón que Indonesia y la comunidad internacional pongan fin a esta matanza
y respondan a las legítimas aspiraciones de los timorenses. Y los países de la
Asociación para la Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) emitirán una
declaración oficial en la que instarán al gobierno indonesio a admitir su incapacidad de
controlar la situación, y a aceptar el despliegue de una fuerza internacional con mandato
de la ONU.
Argentina y Brasil Durante la reunión ayer del Consejo de Seguridad de la ONU, los embajadores
de Argentina y Brasil apoyaron la intervención de una fuerza internacional de paz en
Timor Oriental. Gelson Fonseca, embajador de Brasil, afirmó que la violencia debe
parar, y consideró que el Consejo de Seguridad debía presionar a Jakarta para que
permita la llegada de una fuerza de paz. No podemos seguir esperando mientras la
gente está siendo masacrada, sentenció. Fernando Petrella, representante de
Argentina, declaró por su parte que hay muchas naciones que ya han expresado su
voluntad de participar en una fuerza internacional en Timor Oriental. Argentina apoya al
secretario general y se asocia expresamente a esta solicitud. |
|