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Por Nora Veira Estoy muy entusiasmado y, además, confío en mis propios entusiasmos. Jorge Altamira se presenta por tercera vez como candidato a presidente del Partido Obrero y da muestras de ese optimismo: espera consolidarse, por lo menos, como cuarta fuerza con el 5 por ciento de los votos. Sin los bigotazos canosos que lo acompañaron durante años y con un tono menos vehemente, este hombre confía en los procesos históricos más allá de su escasa cosecha electoral. Considera que el peronismo ya fue como fenómeno movilizador, aspira a que la izquierda capitalice el voto obrero y cree que al poder que maneja los piolines, se le enredaron los hilos, por eso es racional plantear el colapso de la deuda. No es que dejó de pagar un gobierno del PO, acá dejaron de pagar Alpargatas, Soldati, Piedra del Aguila, señala este periodista en la precaria austeridad de un local partidario. ¿Cómo se compatibiliza el crecimiento de la izquierda que usted anuncia con el escaso caudal electoral que tiene en la Argentina? En las últimas a elecciones a presidente no superaron entre todos el 1,5 por ciento de los votos. Es significativo que frente a la enorme campaña mediática liberal los electorados de todo el mundo estén virando a la izquierda. Uno dirá la socialdemocracia alemana no es de izquierda realmente, pero ese es un análisis ideológico, el electorado alemán se volcó a la izquierda. Lo mismo en general en Europa, en Brasil. Lo de Argentina es un fenómeno más histórico porque la presencia del peronismo fue absorbente en el campo popular. Esta presencia se terminó. Se terminó como fenómeno movilizador del movimiento obrero, ya fue; puede subsistir como fenómeno electoral, pero el peronismo no convoca nada. Toda la izquierda triplicó los votos en las elecciones parlamentarias del 97, sacó un millón de votos, y nosotros aumentamos un 500 por ciento, nos colocamos adelante con 200 mil votos. ¿No es un exceso de optimismo ese análisis, teniendo en cuenta que las fuerzas de izquierda aparecen totalmente desdibujadas ? No creo que las fuerzas de izquierda, o que por lo menos el Partido Obrero termine desdibujado, hay mucho de manipulación de las consultoras. En Venezuela los equivalentes a la Alianza y al peronismo son el Copei y la Acción Democrática, hace muchísimo que perdieron convocatoria popular, pero fueron derrumbados electoralmente hace poco. Esto ocurrirá en la Argentina según la agudeza de la crisis política que está actualmente en desarrollo. Es una crisis excepcional que va a cuestionar la gobernabilidad del que suba el 10 de diciembre. ¿Cree que Hugo Chávez es una salida de izquierda? Chávez es una salida muy limitada. Evidentemente si uno la compara con Videla, que fue una salida de derecha, Chávez es una salida hacia la izquierda. En la Asamblea Constituyente de Venezuela están todos los grupos de izquierda. Que es a la izquierda es indudable, pero no tiene alcance. Chávez está buscando un acomodamiento con el capital financiero internacional y comandar el pasaje de un régimen político a otro. De todos modos, no deja de ser significativa la tendencia al derrumbe de partidos sólidamente atrincherados en el pueblo venezolano. Cuando pronostica que en la Argentina está en juego la gobernabilidad del sistema, ¿qué quiere decir? Esta política menemista se agotó. Argentina se encuentra en cesación de pagos: el hecho de que Soldati, Alpargatas, Central Güemes, Piedra del Aguila, no hayan podido pagar la deuda externa significa una situación de bancarrota. Si esa cesación se consolida, Argentina va a sufrir un cimbronazo económico sin precedentes con un fondo de 4 millones de desocupados, salarios muy bajos y una irritación descomunal por diez años de ajuste sin futuro. Como esto es altamente probable y heredan una situación con una elevada hipoteca la deuda externa argentina entrepública y privada es de 200 mil millones de dólares van a tener que tomar medidas más brutales como bajar salarios o devaluar. ¿Y en esa hipótesis qué vislumbra? Ya lo está anticipando Tucumán, donde se está dando un fenómeno inédito en la historia argentina: es la primera huelga de masas contra un gobernador que todavía no asumió. La gente que votó a Miranda está produciendo movilizaciones tremendas: hay siete rutas cortadas, ocho intendencias tomadas y cuatro gremios en huelga indefinida. ¿Cómo explica que esa gente haya votado a Miranda? Lo notable es cómo se explica que 15 días después ya lo quieran voltear, demuestra el carácter episódico de los procesos electorales. La gente parece que votara con los ojos en la nuca siguiendo una tradición y de golpe la crisis se le abalanza. Es la prefiguración de una evolución que van a recorrer todas las provincias. También hace pocos años se produjo el Santiagazo, le incendiaron la casa al entonces gobernador Juárez y ahora acaba de ser reelecto... Quiere decir que las masas populares se encuentran ante un problema realmente estratégico: si no logran darse una política de conjunto, salir de la repetición de reivindicaciones, se corre el riesgo de que pase lo de Santiago del Estero. De cualquier manera que lo de Santiago se desarrolle en todo el país y después de pasar por eso la gente termine volviendo al redil, es una experiencia que seguramente los poderes constituidos no querrán pasar, porque podría ocurrir que esta vez no vuelvan al redil. ¿Por qué la izquierda no llega a coincidencias que le permitan capitalizar, por lo menos electoralmente, ese millón de votos? La izquierda está compuesta de dos sectores. Uno se encuentra en descomposición y disolución, podríamos llamarlo el sector de la experiencia montonera y el del Muro de Berlín, identificados con dos experiencias que la historia mandó al tacho de basura. Y un sector en ascenso que denunció anticipadamente las limitaciones de la experiencia montonera y el carácter contrarrevolucionario del stalinismo. Creo que el sector en disolución tiene miedo de ser liquidado por las fuerzas más dinámicas y bloquean un frente ¿Se refiere al Partido Comunista? El PC y el Movimiento al Socialismo que en poco tiempo más anuncia su disolución. Los candidatos de los otros partidos son unos desconocidos, están remando para sobrevivir. Usted hace hincapié en la crisis del peronismo, pero en la mayoría de las elecciones provinciales está ganando. Siempre vamos a tener una especie de contradicción. En los procesos electorales se manifiesta un fenómeno conservador. El solo hecho de que el peronismo pierda a nivel nacional, que sea repudiado, marca que el peronismo no tiene altura frente a la crisis. Lo que uno sacó en elecciones anteriores no tiene relevancia. Si las elecciones ratifican las opciones más conservadoras, ¿por qué el PO se presenta a elecciones si no cree en el proceso? Un partido auténticamente revolucionario tiene que mostrar capacidad para atraer la atención de las masas, llamar la atención sobre sus programas y sus ideas en los terrenos desfavorables que va armando su adversario institucional, si no es capaz de eso que no tome el poder, le va a caer como un peludo de regalo y ese pobre país va a sufrir las consecuencias. Nosotros tenemos una actitud severamente crítica hacia quien se niega a participar en una elección porque nos da la impresión que es un revolucionario de la palabra. ¿No cree que la política de flexibilización laboral logró que la gente por miedo a perder su trabajo acepte condiciones denigrantes? La primera experiencia con la flexibilidad laboral es que el trabajador se da cuenta de que ha retrocedido, que es débil, que hay undesocupado atrás que quiere entrar en lugar de él. Después, ya no se ve la diferencia entre estar desocupado y no cobrar nada y trabajar dieciséis horas y cobrar 400 pesos. Se ha tirado la cuerda a un punto que hay una tendencia a la rebelión en todas las esferas. Argentina está en un estado de semilevantamiento, el argentino no lo percibe porque creemos que al final no va a pasar nada. ¿Cómo ve la relación con la Central de Trabajadores Argentinos? La CTA está cooptada al sistema, al menos su dirección total y en forma abierta. Tiene arreglos institucionales, acepta la flexibilización laboral, tiene acuerdos con las empresas. El impuesto docente es un ejemplo típico: el sindicato se hace responsable de una política fiscal del Gobierno. Eso es claramente un caso de integración. Lamentablemente es un apéndice de la Alianza. Es evidente que en el cuadro de la CTA hay innumerables organizaciones, activistas y dirigentes que no están de acuerdo. Se habla de generar un partido de los trabajadores al estilo del PT brasileño... No existe esa posibilidad. Un partido al estilo del PT .-conozco íntimamente la experiencia, soy amigo personal de Lula-. exige un impulso muy fuerte. Es como arrancar un auto, se arranca en primera, independientemente de las fallas que vaya a tener. Ese empuje existió en Brasil hacia finales de la dictadura. La CTA no está en primera, está en apagar los focos de incendio. Es una fuerza conservadora. En ese análisis, ¿cómo explica la amistad y el apoyo de Lula a Graciela Fernández Meijide y a otros dirigentes de la Alianza? El partido de Lula se ha derechizado enormemente. En las primeras elecciones decía Trabajador vota trabajador y ahora está buscando un frente centroizquierdista lo más a la derecha posible, entonces ve en la Alianza una especie de aliado natural, pero el programa del gobierno de De la Rúa es el de Fernando Henrique Cardoso, con lo cual o Lula se engaña o está tratando de engañar a alguien. Lula pone 200 mil personas en la calle contra Cardoso y frente a la Alianza dice que está con ellos. Es un oportunismo. Si consiguen un diputado, ¿qué proyecto presentarían? El gran proyecto nuestro que es poner término a la desocupación en diez días. Hacer un empadronamiento de todos los desocupados y distribuirlos en función de su calificación laboral en empresas, escuelas, hospitales. El ingreso de esa gente va a determinar una redistribución del horario de trabajo sin afectar el salario. Una reducción de horas de trabajo proporcional a la cantidad de personal que se incorpora. Dos terceras partes de los trabajadores se desloman con jornadas de 12 a 16 horas y un tercio se desesperan sin poder trabajar. ¿Cómo van a hacer para que las empresas acepten eso? No esperamos que lo acepten. Cuando cuatro millones de argentinos tienen que comer el punto de vista de los empresarios es secundario. La pregunta suya transmite un régimen en donde el lucro privado decide la vida y la muerte. Eso es lo que ocurre. Por eso. Nosotros imponemos un principio diferente que la gente se eduque, se cure, tenga un porvenir. Es el eje de funcionamiento de una sociedad, los demás intereses se subordinan.
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