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OPINION

La Alianza no se decide

Por Julio Nudler

Carlos Alvarez reunió a Terragno, Caputo, Machinea, Moure y Neri para plantearles un poco exasperado: “Tenemos un triple discurso, y necesitaríamos tener uno solo”. Se refería a la propuesta de la Alianza en materia de Seguridad Social, aunque sabiendo que no es el único campo donde eso sucede. Uno de los discursos a los que aludía el candidato a vice es el que baja la correspondiente comisión del IPA (Instituto Programático de la Alianza). Allí, en promedio, se sostiene que el actual régimen previsional es desastroso, pero, aunque les gustaría suprimir la capitalización, admiten que es difícil plantearlo. La pretensión es revitalizar el sistema (estatal) de reparto, comenzando por permitir que vuelvan a él quienes optaron por las AFJP. La idea del libre ida y vuelta entre los dos regímenes jubilatorios ya está plasmada en un proyecto de ley que acaba de obtener despacho en la comisión previsional de Diputados. Adicionalmente, la medida básica para reflotar el reparto consistiría en devolverle movilidad a los haberes jubilatorios mediante algún método de actualización a definir.El segundo discurso es el levantado por FADE, la fundación que preside Machinea y que también tiene su célula previsional. Allí predomina la simpatía hacia el sistema de capitalización, aunque con una actitud reformista: sí a la jubilación privada, pero corrigiéndole las fallas. Proponen, como medida fundamental, transparentar el mercado mediante un cambio en el método de asignación de los trabajadores indecisos, que omiten optar por una AFJP determinada. La idea es adjudicarlos en el futuro en la Administradora que cobre la menor comisión para su tramo de ingreso. Esto, según creen, bajaría la comisión media del sistema, con lo que los aportantes podrían ahorrarse hasta 100 millones de pesos anuales, y provocaría mayor competencia.El tercer discurso, que es típicamente el de Aldo Neri, mezcla elementos de los dos primeros, y tiende a lograr algunas coincidencias básicas. Por ejemplo, mantener la PBU (Prestación Básica Universal), que está a cargo del Estado, y permitir el ida y vuelta. Este libre tránsito es aceptado como mal menor por las AFJP más grandes, que prefieren eso a una regulación más severa de su negocio, que en teoría no pueden cuestionar mientras mantengan cautivos a sus afiliados. Las AFJP chicas temen en cambio que en una crisis se desate una fuga hacia el sistema estatal, que no podrían resistir.Ahora los especialistas del IPA y de FADE están juntándose semanalmente a discutir, mientras Chacho espera la esquiva fumata blanca.

 

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