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Por Claudio Zlotnik Un mes después de que Roberto Rocca, presidente del grupo Techint, afirmara ante Página/12 que el uno a uno entre el peso y el dólar no es para siempre, su hijo Agostino, mandamás de Siderar, una de las siderúrgicas del holding industrial más poderoso de la Argentina, puso el dedo en otra de las heridas abiertas de la economía. Reclamó al Gobierno, y por extensión al próximo, regular el ingreso de capitales y administrar la apertura económica. La integración comercial genera muchos beneficios a la economía, pero también tiene costos. La apertura expone a los trabajadores y a los empresarios a los riesgos de la competencia externa: algunas empresas quiebran y muchos trabajadores pierden su empleo fue su diagnóstico.Rocca volcó sus reparos a la globalización y al libre ingreso de capitales de corto plazo frente a un centenar de empresarios siderúrgicos latinoamericanos, en el marco de un congreso regional del sector. Ante sus colegas, el titular de Siderar volvió a reflotar la puja existente entre el sector productivo y el financiero. Pelea que se desarrolla en medio de una economía en recesión y de las devaluaciones en varios países de América latina, lo que puso en crisis al Grupo de los Ocho. En la práctica, los empresarios ligados al polo de la producción (Unión Industrial, Confederaciones Rurales y la Cámara de la Construcción) formaron el Grupo Productivo, para diferenciarse de los representantes del sistema financiero, que no ponen reparos ni al libre movimiento de los flujos de capital ni a la apertura económica. Es en este marco que la posición de Techint la principal voz de la UIA es amplificada luego por la cámara que aglutina a los industriales.La inestabilidad de los mercados financieros ha generado enormes dificultades. En pocos meses, la esperanza de avanzar con rapidez hacia un futuro de crecimiento económico sostenible se disipó en el aire, señaló enfático Rocca. En cada una de las oraciones que pronunció, el hombre de Techint dejó al auditorio una definición. Y, sin vueltas, pidió poner límites a la lógica que siguen los mercados. Los mercados desregulados ya no son vistos como la única vía hacia la prosperidad mundial. Y se está rediscutiendo el rol de los principales organismos internacionales. Estamos viendo lo que hace un año y medio era inimaginable: fuertes críticas de los principales economistas del mundo a la libre movilidad de capitales, argumentó.En su alocución, Rocca comparó a la globalización con las dos caras del personaje Doctor Jekyll y Mister Hyde. Nadie puede negar su contribución a la prosperidad, pero tampoco pueden ignorarse sus efectos sobre el empleo en las economías emergentes, apuntó. En otro tramo del discurso, el empresario puso como ejemplo a lo sucedido tras la caída de la economía rusa para fortalecer su argumento de que el mundo globalizado no es el mejor: La crisis trató a todos por igual, a los cumplidores y a los incumplidores; a los buenos y a los malos. Estamos obligados a rediscutir el tema de la globalización, reclamó desde el estrado.A dos años de que se desencadenara la crisis asiática, y que envolvió a Rusia y a Brasil, los industriales no pierden oportunidad de mostrarse lastimados, reclamando la acción del Gobierno para implementar políticas que atenúen su dolor. Siderar, la empresa que preside Rocca, sufrió los efectos de la crisis: en el último año, sus ventas al mercado interno bajaron un 23 por ciento, mientras que su resultado operativo cayó a casi la mitad (a 129,8 millones). Los gobiernos tienen la obligación moral y política de aliviar la situación de los más débiles. Un mundo sin adecuadas regulaciones parece generar mucha inseguridad, indicó Rocca.
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