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Por Claudio Zlotnik El Gobierno presentó ayer el proyecto de Presupuesto para el año 2000, que contempla un recorte del gasto público de 1780,4 millones de pesos, que debería ser ejecutado por el ganador de las elecciones de octubre. La iniciativa que ingresó ayer en el Congreso prevé ajustes en áreas sensibles: se elimina el Plan Trabajar, se reduce a la mitad la cantidad de contratados en la administración pública, prácticamente hace desaparecer el Fonavi y disminuye los ATN. También se elimina el Fondo del Conurbano Bonaerense, proponiendo uno nuevo, pero con apenas 225 millones anuales, un 65 menos de la caja que manejó Duhalde en cada uno de los ocho años de su gobierno. Seguramente, la dureza del ajuste obligará a una negociación con las próximas autoridades. No obstante, la redacción del plan fue origen de una dura disputa entre Roque Fernández y el ala política del Gobierno. Además, es una clara toma de posición del equipo económico contra el Plan Duhalde. Todo el proyecto de presupuesto está en los antípodas filosóficos de la Concertación Ahora. Lo que no se toca y, por el contrario, se aumenta son los pagos de intereses de la deuda. La lista de recortes impulsada por Economía es la siguiente:u Se elimina el Plan Trabajar. Desde su creación, en 1996, el programa creó más de medio millón de puestos de trabajo para gente que había perdido su empleo. Los contratos se hacían a seis meses, con una remuneración promedio de 200 pesos mensuales.u Desaparece el Fonavi (plan para viviendas) y el Fondo del Conurbano bonaerense. En su remplazo se forma un Fondo de Desarrollo Humano con 450 millones de pesos: la mitad para distribuirse entre las provincias y la otra mitad para Buenos Aires. El Fonavi reúne 700 millones y el Fondo del Conurbano otros 650 millones, cuyo recorte lo sufrirá el sucesor de Eduardo Duhalde en la gobernación. El ahorro para el Estado, entonces, sería de 900 millones.u Rebaja a la mitad la cantidad de contratados en la administración pública.u Disminución del 3% en los gastos de personal de Presidencia de la Nación y en los ministerios.u Los empleados públicos con edad de jubilarse deberán hacerlo obligatoriamente. El ahorro de estos tres últimos puntos se calcula en 200 millones.u Reducción de 430 a 160 millones de pesos los Aportes del Tesoro Nacional (ATN).u Rebaja de 260 millones en la adquisición de bienes y servicios.u Recorte de 70 millones en los gastos reservados de la SIDE (50 millones), el Ministerio del Interior y Cancillería. En la actualidad, en total, estos gastos implican 250 millones anuales.Según el proyecto, la economía dejará atrás la recesión y se expandirá 3,5 por ciento en el 2000, dos puntos por encima al estimado por el FMI. En virtud de esa recuperación, las exportaciones treparán 7,0 por ciento y las importaciones, el 10,5. A su vez, la inflación anual será del 1,5 por ciento y el déficit fiscal bajará a 4500 millones de dólares (frente a 5100 millones pautados para este año). Este sería el Presupuesto que nosotros implementaríamos si continuáramos en el Gobierno, dijo Roque Fernández al presentar la iniciativa. Son medidas duras. Pero lo cierto es que el próximo gobierno no podrá alejarse demasiado de estos números, subrayó a su vez Pablo Guidotti, el número dos de Economía.En todo caso, la propuesta del Gobierno se choca con la presentada por el propio candidato oficialista en medio de la campaña electoral. Bajo el slogan Concertación ahora, Eduardo Duhalde viene prometiendo todo lo contrario al ajuste lanzado por Roque: bajar impuestos y evitar los despidos a lo largo de un año. El rubro que más crecimiento muestra el Presupuesto es el de Servicio de la deuda pública. Para el año que viene está pautado pagar 9033,5 millones de pesos, 900 millones más que lo que se terminará abonando este año. De esta manera, uno de cada cinco pesos que vayan a gastarse en el 2000 se destinarán a honrar los pasivos.
POLEMICO DICTAMEN DE LA COMISION DE ENERGIA DE
DIPUTADOS Por D. C. Es definitivamente un negociado a favor de Sol Petróleo y Dapsa, le dijo ayer el diputado aliancista Rafael Flores a Página/12. El tema que disparó la contundente acusación es el proyecto para otorgar un subsidio por 350 millones de dólares a esas petroleras. En rigor, la ley que incluía ese beneficio fue aprobada por el Congreso el año pasado, pero no fue promulgada por el Poder Ejecutivo. Sin embargo, a casi un año del veto presidencial, la Cámara de Diputados insistiría hoy con la norma.La Alianza debatía anoche su posición respecto de esta iniciativa. Flores sostiene que se trata de un negociado, pero los diputados radicales Víctor Fayad, Ricardo Barrios Arrechea, Fortunato Cambareri y Raúl Vicchi, todos miembros de la Comisión de Energía de la Cámara baja, firmaron la semana pasada el dictamen que promueve el subsidio. También lo hicieron los justicialistas Angel Abasto presidente de la Comisión y principal impulsor del proyecto, Pascual Rampi, Mario Das Neves, Eduardo Mondino, Juan Chica y Oscar González. Por Fuerza Republicana, el dictamen lo firmó Ricardo Bussi.La denuncia de Pascual es por un hecho que se viene arrastrando desde 1991, y que tuvo múltiples y cada vez más engorrosas derivaciones. En su aspecto central, la historia es la siguiente. En 1991, se sancionó una ley por la cual las empresas productoras de solvente y aguarrás, que además no fueran propietarias de refinerías de petróleo, se hacían beneficiarias de un reintegro a la exportación de esos productos. Las únicas compañías que revestían esa condición eran Sol Petróleo que perteneció al represor Guillermo Suárez Mason y Dapsa. El régimen tenía una duración de seis años. Sin embargo, cuando faltaban 22 meses para que venciera, el entonces ministro Domingo Cavallo llegó a un acuerdo con las empresas para que renunciaran a ese derecho, y a cambio les reconoció como válidas inversiones que no se ajustaban al compromiso por el cual se les concedió el beneficio. A pesar de ello, años más tarde las compañías iniciaron una querella contra el Estado. Ahora, los legisladores sostienen que es preferible reintegrarles el subsidio, porque sería más oneroso para las arcas públicas pagar la indemnización si el Estado pierde el juicio. En cambio, Flores afirma que el régimen da lugar a maniobras similares a las de la mafia del oro. Es decir, que las empresas terminan importando solvente y aguarrás, que luego lo exportan para cobrar el reintegro. Según sus cálculos, la maniobra le podría costar al Estado 35 millones de dólares.
PREDICCIONES ALEGRES PARA EL TERCER MILENIO Por Julio Nudler Adivinen qué ocurrirá con la economía argentina en los próximos años, según las proyecciones del Gobierno. ¡Acertaron! Crecerá sin pausa, a razón de 3,5 por ciento en el 2000 y 5,0 por ciento en cada uno de los dos años posteriores. De este modo, dentro de tres años el país estará generando un PBI de 340 mil millones (que, en realidad, según las proyecciones que se realizaban en 1997, ya debía haber sido superado, vaticinio que estropearon una crisis no anunciada y el recálculo del Producto). Tampoco es difícil acertar que los motores del crecimiento que vuelve a predecirse, vigoroso pero no exagerado (como corresponde a todo proceso sano, que no sea fruto de una burbuja), serán la inversión con aumentos que superarán el 10 por ciento anual y las exportaciones, que de los poco más de 28 mil millones de este año llegarán a casi 41 mil millones en el 2002. Todo esto se logrará preservando la convertibilidad y el actual tipo de cambio, que no impedirá que aparezcan muchas oportunidades de negocios ni competir exitosamente en los mercados externos, a diferencia de lo acontecido hasta ahora y sin que se sepa por qué.Los programadores del menemismo no parecen temer que el futuro gobierno caiga en la tentación populista, porque el consumo será de acuerdo con su presagio el componente más débil de la demanda agregada, con incrementos reales que no superarán el 3,8 por ciento anual. Esto significa que no se esperan mejoras significativas en la situación de los trabajadores tanto en lo que atañe a los salarios como a la ocupación ni en la distribución del Ingreso Nacional. No puede negarse que estas proyecciones coinciden con el escepticismo generalizado de los votantes, que no esperan nada sorprendente para después de diciembre.Como el futuro presupuesto del sector público cuelga de las previsiones macroeconómicas, la posibilidad de que aquel se cumpla depende de la sabiduría de éstas. El optimismo con que se las dibuja encierra siempre el peligro de que la situación fiscal resulte, llegado el momento, peor que la augurada. En ese caso habría que redoblar el ajuste, porque la que sufre con la recesión es la recaudación de impuestos, no el gasto público. Pero como el futuro sólo será conocido cuando llegue, por ahora Roque Fernández y Jorge Rodríguez pueden manejar el lápiz a su gusto, como para marcharse del poder habiendo garantizado el cumplimiento de lo que ordena la llamada convertibilidad fiscal: déficit cero en el 2003. Los números ayer divulgados sólo llegan al 2002, pero prometen dejar al erario al borde mismo del equilibrio.Los problemas empiezan cuando la economía se resiste a obedecer el guión. Primero, porque cortar el gasto para ajustarse a la caída en los recursos implica acentuar la recesión y entrar en un círculo vicioso que se retroalimenta. Pero, además, la rigidez del gasto conformado casi totalmente por sueldos e intereses de la deuda complica el ejercicio. En el 2000, según el proyecto presupuestario, frente a gastos corrientes (básicamente inflexibles a la baja en el corto plazo) de 59.022 millones de pesos, los gastos de capital (inversiones) sumarían apenas 1865 millones (la mitad de lo que fueron en 1998).Aunque la idea de la convertibilidad fiscal es que el gasto público pueda (como tope) crecer tanto como la economía, el esquema que pretende legarle Carlos Menem a su sucesor es de una gradual contracción del Estado. Así, su gasto total (corriente y de capital) debería bajar de 21,6 puntos del PBI este año a 18,7 en el 2002. Este recorrido no parece congruente con la política de reconstrucción del Estado que, al menos como anzuelo preelectoral, deslizan la Alianza y el duhaldismo. En todo caso, cualquier semejanza entre el porvenir y las proyecciones de los técnicos será mera coincidencia.
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