El Paísde Madrid
Por Luis Matías López Desde Moscú Las escasas esperanzas de
hallar sobrevivientes entre el montón de escombros al que una bomba redujo, en la
madrugada del lunes, un edificio de viviendas del sur de Moscú se desvanecieron al caer
la tarde de ayer. Completadas las tareas de rescate, se habían recuperado 118 cadáveres
y 13 fragmentos de cuerpos. Sumado al de la medianoche del miércoles, también en la
capital, y al del día 4 en Daguestán, el número de víctimas de la última oleada
terrorista supera las 300. El primer ministro, Vladimir Putin, aseguró en el Parlamento
que, tras la ofensiva terrorista, hay saboteadores internacionales, y
defendió una dura cuarentena alrededor de Chechenia. Tras el atentado más
mortífero de la historia de Rusia, los moscovitas seguían ayer en estado de shock,
desviviéndose junto a las fuerzas de seguridad por prevenir nuevas acciones terroristas y
descubriendo amenazas incluso donde no las había. El ministro de Defensa, Igor Sergueyev,
aseguró que las tropas del ejército están preparadas para colaborar con la policía en
el mantenimiento del orden de la ciudad. De confirmarse, sería la primera vez que hay
patrullas conjuntas desde los acontecimientos de octubre de 1993, cuando el presidente
Boris Yeltsin ordenó bombardear el Parlamento. Es obvio aseguró Putin a los
diputados que en Daguestán y en Moscú los luchadores no son independientes, sino
saboteadores internacionales bien entrenados. En los últimos días, se ha señalado
de forma insistente al millonario saudí Osama bin Laden como la mano negra
que movería los hilos de la ofensiva islámica, tanto en el Cáucaso como en Moscú. Para
protegerse, continuó el primer ministro, Rusia necesita establecer un estricto cordón
defensivo temporal sobre Chechenia, en el Cáucaso, república de hecho independiente tras
humillar al ejército ruso en la guerra que terminó en agosto de 1996. Las autoridades
han asumido la llamada pista chechena, que apunta directamente a los
comandantes guerrilleros (con Shamil Basayev a la cabeza), que por dos veces han invadido
Daguestán para procurar implantar una república islámica. En Chechenia dijo
ayer Putin en la Duma, tenemos un territorio especializado en terrorismo, comercio
de drogas, personas y armas, y en el uso del dinero del centro federal. Ni las dos
fotos ni el identikit de sospechosos que se han distribuido responden a individuos de
rasgos caucásicos. Las dos últimas fotos apuntan a asiáticos, que tanto podrían
proceder de Rusia como de alguna república ex soviética. Y tampoco se ha informado de
que sean caucásicos los dos detenidos en relación con el caso.
YA DESCUBRIERON 4000 KILOS DE EXPLOSIVOS
Esperando el atentado que viene
El Paísde Madrid
Por Rodrigo Fernández Desde Moscú
El presidente Boris Yeltsin había dado un plazo de 24 horas para revisar
todos los sótanos de Moscú, tarea que prácticamente se ha cumplido gracias a la gran
ayuda que está prestando la población a la policía y a los servicios secretos, según
la información oficial. El miedo es el motor que ha movilizado a los moscovitas. Gracias
a esa colaboración se descubrieron 4000 kilos de explosivos en un apartamento del sur de
Moscú y en otro varios sacos de azúcar mezclados con explosivos. La policía y el
Servicio Federal de Seguridad (SFS) de Moscú recibió antenoche más de 2000 llamadas
telefónicas de gente que advertía sobre locales sospechosos o personas posiblemente
implicadas en los atentados. Como los mismos agentes reconocen, gracias a algunas de esas
llamadas ha sido posible identificar a dos sospechosos y encontrar sus fotografías, que
ayer mostraron los canales de televisión. En la calle, las patrullas detienen a todo el
que tenga algún parecido con ellos. Entre los rumores inverosímiles que corren por
Moscú estos días y que la gente se toma muy en serio se destaca el del envenenamiento de
las sandías y melones, como parte de una campaña terrorista caucásica, que ha provocado
una caída de ventas. Pero ante el peligro de nuevos atentados, más vale exagerar que
mostrarse pasivos, opina la mayoría de los ciudadanos. Muchos jardines de infantes
estaban ayer semivacíos. Los que tienen casas de campo o familiares fuera de Moscú han
optado por evacuar a sus hijos, y en los colegios los padres se han organizado para hacer
guardia durante todo el día con el fin de impedir que desconocidos puedan entrar y
colocar una bomba. En la entrada de cada edificio, junto al ascensor, se ha pegado el
siguiente cartel: Atención: Si por casualidad descubre un objeto sospechoso en la
calle, en el hall, en el patio, el ascensor, etcétera, debe: 1. Informar por teléfono a
la policía. 2. No acercarse al objeto sospechoso, no tocarlo y, si es posible, impedir
que la gente se acerque a él (sobre todo adolescentes y niños). 3. Tomar las medidas de
precaución hasta que llegue la policía. En estos días, mucha gente elogia el
trato brutal que Stalin dispensó a los chechenos, a los que deportó en masa en 1944,
como si fueran ganado, a las áridas estepas de Kazajstán, por supuesta colaboración con
los alemanes. Un destino que alcanzó también a otros pueblos caucásicos. Sólo
regresaron en los años cincuenta, en tiempos de Nikita Kruschov.
Más hipótesis paranoicas El diario Moskovski Komsomolets, quizás el más popular de Moscú, sostiene
que los servicios de seguridad no excluyen, además de la hipótesis chechena, la de que
las explosiones hayan sido encargadas por políticos y financieros rusos interesados en
desestabilizar el país. El periódico publicaba ayer una conversación grabada por
un coronel del Servicio Federal de Seguridad muerto luego en Daguestán entre
alguien cuya voz se parece a la del magnate Berezovski y otro cuya voz
se parece a la Movladi Udugov, ex viceprimer ministro checheno y aliado de
Basayev. El diario utiliza este diálogo para tratar de demostrar que el magnate
financió, al menos en parte, la invasión de Daguestán. Y concluye: ¿Para qué
necesitaría una guerra en Daguestán? Porque, si cambia el régimen, él y sus socios
irán a la cárcel. El entorno del presidente Boris Yeltsin no tiene ningún modo
legítimo de seguir en el poder. Los defensores de la teoría conspiratoria de los
atentados apuntan a que éstos pueden suponer un golpe mortal a las aspiraciones
presidenciales del alcalde moscovita Yuri Luzhkov, candidato de una coalición de
centroizquierda en las elecciones del 2000. No será fácil que los rusos voten a quien no
ha sido capaz de impedir estos atentados salvajes, aunque él no tenga la culpa. |
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