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Al principio. Cuando era chico mi madre me contaba cuentos de animales que se alejaban de la madriguera, que se exponían a peligros y que finalmente recuperaban la paz. Esas vicisitudes, esos riesgos, esa falsa seguridad de la madriguera siempre me han atraído. Es como si de allí se desprendiera una imagen del destino del hombre. Creo que los cuentos que me hacía mi madre tienen algo que ver con mi modo de imaginar las cosas, y que los poemas que me recitaba mi padre tienen que ver con mi afición a las letras en general.Cuando, por qué. Empecé a escribir una novela de la que conservé dos o tres capítulos, y que se llamaba Iris y Margarita, a los ocho años. Después escribí otra con un nombre que me avergüenza, Corazón de payaso, a los nueve odiez. La primera era para enamorar a mi prima y la segunda era para demostrarle qué corazón sensible tenía. Mujeres salvadoras. Puedo decir que, cuando era muy chico, era muy feliz en el sentido de que vivía en una casa donde me querían mucho. Pero, tal vez por ser imaginativo, he sufrido muchísimo por cosas absurdas. Por ejemplo, porque mis padres salían de noche y tenía miedo de que no volvieran. Pero tuve esa locura hasta que descubrí a las mujeres. Y entonces fui feliz. Se me acabaron todas esas cavilaciones. Entonces viví para las chicas.La pampa. Me encanta el anochecer y la madrugada en nuestros campos. Ahí soy un argentino incorregible, y nada me gusta más que la llanura, que una inmensa llanura que permita ver el horizonte en todas partes, interrumpido, tal vez, por unos cuantos montes. De todas las cosas que me ofrece la naturaleza, creo que es la que más me conmueve. Creencias. Mi primera derrota fue cuando no comprendía álgebra en el colegio; mi segunda cuando escribía mal creyendo que lo hacía bien. Pero es como si hubiera creído entonces que mi inteligencia sufría eclipses o que estaba enferma e iba a poder recuperarla algún día. Creía también muchísimo en la libertad y en la multitud del mundo, en el mundo como algo variado e inmenso. Y esa idea me llevaba a un deseo de no ordenar las cosas y de gozarlas en su plenitud. Gozarlas en el sentido de conocer todo, de entender todo y... de ser tal vez varias personas. Me parecía que un joven podía aspirar a una gran amplitud de maneras de ser y que, a medida que uno va haciéndose adulto, va especializándose y convirtiéndose en una sola persona que hace sólo una cosa en la vida.Gusto. El día que no me gusten las mujeres, no me gustará la vida. Nada me gustó más que las mujeres.La invención de Morel. Tuve suerte de que se me ocurriera una historia con un náufrago, un perseguido político, que va en un bote por el mar, que llega a una isla desierta. Está cansado, duerme, lo despierta Té para dos, una música completamente urbana... Es como una especie de regalo del destino. La inventé en el corredor de la casa de campo de Pardo. Lo único que noto de La invención de Morel, es que a veces puede pensarse que he escrito un solo libro y que es ese. Pero de todos modos le agradezco a La invención de Morel, porque llegó a todas partes, y atrás llegaron otros libros. Religiones. Soy hedonista y nada culposo. Yo pienso que nuestra civilización judeo-cristiana en ese sentido es una catástrofe. Porque el cristianismo es, un poco, la introducción del drama en la historia. Tengo nostalgia del paganismo.Soñar, escribir. Siempre he soñado y siempre los sueños me han conmovido profundamente. Por supuesto, se trata de cosas íntimas, personales, que no se pueden contar así nomás, y que probablemente no interesen a la gente. Pero de algún modo, el miedo o el pavor que me provocan esos sueños me perturba y me impulsa a escribir. De ahí que crea que el mundo fantástico, el mío por lo menos, esté vinculado a ellos. Amores. A Silvina Ocampo seguramente la hice sufrir bastante. A veces pienso en eso con arrepentimiento. Ella dio una explicación muy generosa diciendo que yo había tenido muchos amores, pero que siempre había vuelto a ella, así que le había demostrado que la quería. Luz de Borges. Cuando conocí a Borges me pareció que conocía la literatura viviente. En ese momento ya tenía un gran fervor por la literatura, pero la literatura estaba en los libros y de allí no salía ni se proyectaba. Borges fue el primer ser humano que tenía -.y perdón por la metáfora esa luz que yo sólo encontraba en los libros, y además matizada por el humorismo, con muchísimas manías que compartíamos. Desde el primer momento fue una amistad muy grata, de largas conversaciones y permanente intercambio de ideas. Hacia 1937 me encargaron redactar un folleto sobre la leche cuajada y le propuse a Borges que lo escribiéramos juntos. Política. Nunca tuve simpatías políticas determinadas. Y cuando alguna vez he creído un poco en un político, me he desencantado. Cuando a veces he pensado caramba, esta persona merecería algún apoyo, con el tiempo me he dado cuenta de que no lo merecía.Arlt. No conocí personalmente a Arlt. Me gustó El juguete rabioso. Leí muchas de las Aguafuertes porteñas, y algunas me parecieron bastante buenas. Pero mi admiración no se extiende al resto de su obra: me parece que está muy sobrevaluado.Cortázar. Lo conocí en París, en el 64, en su casa. Creo que nos sentimos bastante amigos desde la primera vez que nos vimos. Cortázar era bastante ceremonioso. Era un poco como un chambelán, como un maestro de ceremonias, pero muy simpáticamente. Y creo que, como yo, era una persona muy tímida.Espejos. A Borges siempre lo horrorizaban los espejos; a mí siempre me gustaron. Creo que escribo historias fantásticas porque en el cuarto de mi madre había un espejo trifásico en el que ese cuarto se veía desde una perspectiva infinita. Como ver es la mayor prueba de la existencia de algo, allí tenía la prueba de que existía algo que noexistía. Ese hecho fantástico me gustó mucho y traté de hacer un remedo en la literatura. Promesa. No escribo poemas por una cuestión de tiempos, simplemente. Si las horas me alcanzaran para preocuparme de mis invenciones, de mi prosa, me dedicaría también a la poesía, que siento que es la verdadera literatura. Porque sucede que a veces pienso que todo esto que estoy haciendo (cuentos, novelas) pertenece sólo a los alrededores de la literatura. Si descubro algún tecito o alguna hierba que me haga vivir trescientos años, prometo dedicar cien a la poesía.El placer de contar. Cuando uno escribe cuentos tiene una sensación de riqueza, porque siempre está contando una nueva historia. Cuando tiene una novela (a mí me toman tres años) y la gente le pregunta qué está haciendo, uno responde siempre mi novela. Y siempre es la misma novela, uno no tiene novedades para contar; en cambio los cuentos aportan novedades.Sufrir y disfrutar. Toda vida es trágica, y la mía no es una excepción. He sufrido muchísimo: la muerte de mi hija, de mis padres, he estado desesperado, pero tengo la impresión de que gracias a los libros de otros que yo leo y también a la tarea de escribir mi vida ha sido feliz. Sin saber por qué comencé a escribir, pero veo que es algo que a mí me produce placer.Kafka y Hemingway. Desde que existió Kafka todos hemos sido un poco discípulos de él. De Hemingway aprendí mucho, especialmente de la manera en que maneja los diálogos. Hay algunas cosas que me gustan mucho de él, aunque como persona no me entusiasma. Tenía un carácter un poco compadre.Sarmiento. Probablemente no hubiera sido agradable conversar con él. Porque parece que era un ególatra, que sentía el mayor de los respetos hacia sí mismo. Pero yo estoy dispuesto a cerrar los ojos ante esas cosas porque me gusta mucho Facundo. Me parece un individuo que dice lo que quiere decir y a quien no le importa quedar bien o quedar mal ante los otros. Tiene una gran fuerza. Selección y edición de textos: Angel Berlanga. Los textos provienen de entrevistas realizadas por Danubio Torres Fierro, Fernando Sorrentino, Cristina Castelo, Susana Viau, Miguel Russo, Daniel Riera, Sergio Ranieri, Judith Gociol, Any Ventura, Alicia de Arteaga, Hugo Caligaris y Marcelo Justo.
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