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OPINION
Las palabrasy los actos

Por Andrea Ferrari

La confesión de Zulema –más allá de sus objetivos– tiene la virtud de sacar a la luz como nunca antes el doble discurso de la clase política en torno al aborto. Es la primera vez que una integrante de ese mundo lo admite en voz alta. “Yo aborté”, dijo, pero también agregó que su posición “toda la vida fue contra el aborto”. Las palabras y los actos no siempre coinciden. Son muchos los que podrían adscribir a la contradicción de Zulema.La ex primera dama habló de una situación especial, un “problemón”, “circunstancias que te ponen entre la espada y la pared”. Lo mismo que suelen vivir las miles de mujeres que se someten a un aborto. Porque nunca es un paso trivial. Hacerse un aborto siempre es horrible, desolador, siempre hay una situación especial que lleva a tomar una decisión tan dolorosa. Y no sólo lo sabe el presidente Menem.También lo deben saber muchos de los políticos y políticas que se convierten en cruzados del llamado “derecho a la vida”, los que se declaran sin matices en contra del aborto o incluso los que rehúyen hablar de él durante una campaña como forma de evitar comprometerse con un tema que, creen, puede hacerles perder votos.Seguramente muchos de ellos lo han vivido. En su propio cuerpo o a través de una mujer, novia, hermana, amiga, conocida. Creyeron, sin duda, que había en ese caso una “situación especial” que podía comprenderse. Tal vez la hayan acompañado. O habrán colaborado con los 1000 o 2000 pesos que sale un aborto realizado en un consultorio bien puesto de Barrio Norte. O ni siquiera eso, pero habrán entendido, habrán sentido simpatía hacia esa mujer que debió pasar por un momento tan triste. “Es que en un caso así...”, habrán dicho. Luego volvieron a lo suyo y en algún discurso afirmaron que el aborto es un asesinato. O se negaron a debatir el tema, porque, claro, no es una prioridad en el país. Tal vez vuelva a pasarles. Y se dirán otra vez a sí mismos que están en contra del aborto, pero “en esa situación especial...” Esa es la diferencia con millares de mujeres que cada año quedan estériles o mueren por abortos mal hechos. También ellas tienen situaciones especiales: la más especial de todas es no tener el dinero para pagarle a un médico. Son ellas las más afectadas por la hipocresía de los políticos, pero no tienen voz para hacerse oír. Zulema Yoma sí la tiene. Sea cual fuera su intención, decir “yo aborté” fue valiente. Lo que ya es bastante.

 

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