El Paísde Madrid
Por Luis Matías LópezDesde Moscú Esta vez hubo
suerte. El edificio de viviendas sacudido la noche del jueves por un tremendo
estallido en Volgodonsk, a unos 180 kilómetros de Rostov del Don, en el sur de la Rusia
europea, no quedó reducido a escombros como fue el caso en los dos últimos atentados
terroristas que se cobraron en Moscú más de 200 vidas. El día antes, los sótanos del
inmueble (ubicación óptima de los explosivos para causar la máxima destrucción)
habían sido inspeccionados por la policía y herméticamente cerrados. Por eso, los
asesinos recurrieron al camión bomba: el edificio de nueve plantas quedó seriamente
dañado, pero en pie. Y sólo hubo 17 muertos y cerca de 50 heridos, la mitad
de ellos de gravedad. El terror se amplía. Ya no se limita a Moscú, el centro del poder,
o a Daguestán, foco del último conflicto caucásico, sino a distantes rincones de la
gran Rusia, como Volgodonsk, una ciudad de 180.000 habitantes, a mitad de camino entre
Rostov (capital de los cosacos del Don) y Volgogrado (la antigua Stalingrado). A unos 1200
kilómetros de la capital del país, fue fundada en tiempos de Stalin por los trabajadores
que construyeron una presa y una central hidroeléctrica. A unos 13 kilómetros, hay una
central nuclear sin terminar y, según parece, sin combustible en su interior. Las
instalaciones atómicas, objetivos ideales del terrorismo, han visto reforzados estos
días sus dispositivos de seguridad. Las imágenes de televisión mostraban ayer escenas
similares a las de la madrugada del pasado día 9 en el número 19 de la calle Gurianov
(94 muertos) o las del día 13 en el número 6 de la avenida Kashira (118). Grúas
retirando cascotes, un ejército de ambulancias, cuerpos transportados en bolsas de
plástico, testigos o supervivientes con más estupor que indignación y la misma pregunta
en muchos rostros: ¿Por qué a mí? . Se va confirmando la información
publicada por Vischeslav Ismáilov, un ex oficial considerado como uno de los grandes
especialistas en el Cáucaso, que pronosticaba en Novaya Gazeta una larga cadena de
atentados, y se alude como objetivos probables a Rostov y San Petersburgo (ver recuadro).
La antigua capital imperial, origen de la revolución bolchevique, sería por tanto la
siguiente ciudad en la lista del terror. El miedo se extiende como una mancha de aceite
por Rusia, cuya población no está acostumbrada a convivir con el terrorismo.
Las fuerzas de seguridad se encuentran en estado de alerta, con los permisos y vacaciones
suspendidos y con los horarios ampliados, intentando prevenir nuevos atentados pero
conscientes de que poco se puede hacer contra ataques indiscriminados, donde cualquiera
puede ser el próximo blanco. Según el Servicio Federal de Seguridad (heredero de la KGB
soviética), en los últimos días se han descubierto y desactivado seis bombas, cada una
de las cuales habría podido provocar una catástrofe. En Moscú, las calles no presentan
un aspecto muy diferente del común, aunque se aprecia una mayor presencia de policías
que efectúan frecuentes controles de identidad, especialmente a transeúntes con rasgos
caucásicos. La pista chechena, y más ampliamente islámica, sigue siendo la
más extendida. A ella apuntan abiertamente el presidente Boris Yeltsin, el primer
ministro Vladimir Putin y el alcalde de Moscú, Yuri Luzhkov. El canciller Igor Ivanov
pidió ayer a sus homólogos de los Estados islámicos que colaboren en la lucha contra lo
que se considera un enemigo común. El líder del Kremlin declaró que ya se está
trabajando para suspender las comunicaciones con Chechenia. Putin había defendido un día
antes el establecimiento de una cuarentena militar de la república rebelde.
Sin embargo, siguen en pie teorías conspiratorias que apuntan al mismísimo centro del
poder para buscar el origen de la ola terrorista. El diario Moskovski Komsomolets apuntaba
ayer jueves hacia lo más alto en unartículo, firmado por el Servicio de Información,
cuyo título no podía ser más explícito: ¿Se montaron las bombas en el
Kremlin?. La nueva especulación se centra en una antigua: que Yeltsin podría
aprovechar una crisis en el Cáucaso para cambiar el rumbo del país y evitar que lo
releve dentro de un año alguien como Luzhkov, que sería muy capaz de negarle a él y su
familia la inmunidad por los desmanes de los últimos años. El asunto iba tomando ya
tintes tan alarmantes que el Kremlin ha tenido que salir al paso. Ayer, el portavoz de
Yeltsin, Dimitri Yakushkin, negó toda relación de su jefe o de su entorno con las
explosiones terroristas y lanzó todo lo que pudo contra el diario, el segundo más
vendido de Rusia. Al publicar tales mentiras señaló asume un papel que
no tiene nada que ver con el periodismo y actúa como provocador e
instigador.
Claves de una escaladau El atentado de la medianoche del jueves en Volgodonsk es el quinto que se
comete en Rusia en 16 días, todos los cuales tuvieron como blancos edificios de vivienda
y cuyo gran total de muertos asciende ahora a 292.u El origen de los atentados es la
violencia separatista en el Cáucaso ruso, donde militantes chechenos incursionaron el mes
pasado en la vecina república de Daguestán para ayudar a una secta islámica
minoritaria, los Wahabis, a crear un Estado islámico regional. Fueron repelidos por
fuerzas rusas, pero entonces empezó la serie de atentados, reivindicados por un
Ejército de Liberación de Daguestán.u El FSB (sucesor de la KGB) informó
que seis atentados del mismo tipo habían sido frustrados en Moscú, y que en un sótano
en los suburbios de la capital fueron halladas 3,5 toneladas de dinamita, que habían
llegado al lugar en 72 bolsas supuestamente cargadas de azúcar provenientes de la
república de Cherkesia, también ubicada en el Cáucaso ruso. Las tensiones en Cherkesia
subieron después de que Vladimir Semyonov, de la etnia karacheva, fuera elegido
presidente, lo que desató tensiones con los cherkesos y determinó que la Corte Suprema
rusa anulara los resultados de los comicios y enviara un emisario como virtual interventor
en la república.u Pero la mayoría de los dedos acusadores apuntan hacia Chechenia, y hay
un creciente clamor político para que Rusia denuncie el acuerdo de 1996 con esta
república separatista, que estableció el retiro del ejército ruso de la república
donde había sufrido una humillante derrota y una prolongada sangría y la
postergación de la definición del status definitivo de Chechenia para el año 2001. En
la práctica, abrogar el acuerdo implicaría un llamado a reocupar Chechenia, pero es
incierto si el ejército ruso está a la altura de la tarea.u El trasfondo de la ola de
terror es la profunda crisis política rusa, y la posibilidad de que Boris Yeltsin use los
atentados para cancelar las elecciones parlamentarias de diciembre.
¿También SanPetersburgo?
Una explosión que, según las autoridades, podría deberse a
un escape de gas tuvo lugar ayer por la noche en un inmueble de ocho pisos de San
Petersburgo, provocando dos muertos, según anunció la agencia Itar-Tass. Las autoridades
avanzaron la hipótesis de una explosión debido a un problema en las instalaciones de
gas, y se habló de un incendio originado en el séptimo piso del edificio, que luego se
habría propagado. Inicialmente se descartó la posibilidad de un ataque terrorista, pero
el parecido con lo ocurrido en los últimos diecisiete días en toda Rusia hace pensar a
muchos lo peor. |
PODRIA CAER BORIS YELTSIN
Intriga palaciega
Por Rodrigo Fernández Desde Moscú
¿Dimitirá próximamente el presidente Boris Yeltsin? Esta es la pregunta que se está
haciendo toda la elite política de Rusia. Paradójicamente, la principal impulsora de la
idea de que Yeltsin debe renunciar a su cargo sería hoy nada menos que su hija y asesora,
Tatiana Diachenko. Es verdad que previamente, cuando se nombró a Serguei Stepashin como
primer ministro, también se dijo que Tatiana preparaba la dimisión de su padre, para
garantizar una continuidad que le conviniera a la Familia, término que abarca no sólo a
sus familiares directos, sino a todo el entorno del Kremlin, incluidos algunos oligarcas
como el multimillonario empresario Boris Berezovski. Según aseguraba Moskovski
Komsomolets diario algo amarillo pero bien informado la hija de Yeltsin pidió
hace unos días al Departamento Jurídico del Kremlin los documentos relativos al cese
voluntario del presidente. Pero lo más curioso del asunto es que Tatiana no estaría
apostando por el delfín oficial de Yeltsin, el actual primer ministro Vladimir Putin,
sino por el popular Yevgueni Primakov. Este político es el favorito para las
presidenciales del 2000 todas las encuestas le dan una victoria fácil y tiene
la cualidad de ser partidario de garantizar inmunidad tanto a Yeltsin, una vez que deje el
Kremlin, como a su familia. La posibilidad de una próxima dimisión del presidente
también la analizaban ayer otros periódicos más serios, como Segodnia. Si los planes de
Tatiana con respecto a su padre son verdaderos, eso significa que se necesitará cambiar
nuevamente al primer ministro, posibilidad que también está en el centro de las
discusiones políticas de hoy. El nombre más sonado como nuevo jefe de gobierno, además
del de Primakov, es el del carismático general Alexandr Lebed.
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