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OPINION
Charlemos
Por Daniel Lagares

Reapareció Marcelo Bielsa ante la prensa. Las reglas del juego le han torcido el brazo por primera vez y tuvo que acceder a la exposición pública que tanto le disgusta. De buen humor, respetuoso, amable, como debería ser la gente aun cuando llega al cargo de director técnico de la Selección Nacional, el entrenador estuvo dos horas y media (12.30 a 15), es decir, casi dos partidos de fútbol, frente a un grupo. Respondió todas las preguntas, pero no dijo nada. Y así no sirve. Bielsa puede dar diez conferencias de prensa como la de ayer y habrá que exprimir los grabadores para sacar conclusiones valiosas. Lo mejor es lo que no dijo Bielsa, pero que mantiene como caballito de batalla: “Quiero expresarme a través de mis equipos”.Este fútbol cada vez más cercano al show que al juego no puede tolerar el bajo perfil de Bielsa, que entrena, juega y se va a Rosario. No podría afirmarse que a Bielsa le disguste discurrir mansamente sobre fútbol sino todo lo contrario. Pero una cosa es cambiar ideas entre colegas y amigos sin más riesgo que el de ser superado en la porfía dialéctica y otra debatir públicamente sobre cuestiones que deberían ser privadas de quien ejerce su cargo y que el resultado afecte a terceros. En un mundo sensible como el del fútbol, en el que cualquier crítica se vive como una ofensa, un concepto como diatriba y una opinión como un ejercicio conspirativo, es entendible que Bielsa se llame a un silencio monacal. Conocedor de que también existen quienes usan realmente los medios como instrumentos de sus propios intereses, Bielsa queda atrapado en esas reglas de juego. Por eso sale y se justifica diciendo que prefiere hablar con todos al mismo tiempo.Si hubiera sido por Bielsa, habría seguido callado. Pero la innegable influencia de Julio Grondona mediante José Pekerman, sumada a la de algunos periodistas muy cercanos al técnico, hizo que el rosarino aceptara “comparecer” ante la prensa. Y jugó sus fichas, calmó a las fieras.Los otros actores son (somos) los periodistas. Y aquí habría que discriminar entre periodistas y medios. Las necesidades de tener a las figuras constantemente expuestas son de los medios. Los periodistas, depende de cuáles. Cuando Passarella cerró las fronteras de L’Etrat, cuando este mismo Bielsa veda Ezeiza, la vida sigue igual. Luego, son cuestiones de gusto. Están aquellos a los que les gusta probar que tienen la opinión más larga y saben tanto o más que el DT de turno y los que pueden prescindir del contacto directo para “juzgar” a Bielsa por sus equipos. Allí podrían coincidir los intereses. Y todos felices.

 

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