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HABLA UN COMISARIO QUE ESTUVO EN EL OPERATIVO
“Fue inesperado, un desastre”

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El alto funcionario de la Bonaerense confesó a Página/12 que la salida de los asaltantes los tomó por sorpresa, que nadie dio una orden clara de no disparar, que la reacción policial fue instintiva y que no estaban preparados.


Por Raúl Kollmann
        y Laura Vales

t.gif (862 bytes)  “Confiábamos en las negociaciones y la salida del auto nos sorprendió. No hubo mando, todo se convirtió en un caos”, dijo a Página/12 uno de los comisarios de la policía Bonaerense que monitorearon las negociaciones con los asaltantes de Ramallo. El policía asegura que el juez Carlos Villafuerte Ruzo ordenó que “no se disparara previamente” contra los asaltantes, pero que el intento de fuga nunca fue manejado como hipótesis del conflicto. “Por eso hubo una reacción instintiva. Salieron disparando y del otro lado contestamos”, resumió el comisario, dejando en claro que los responsables del operativo nunca dieron a sus hombres una instrucción clara y contundente de no disparar en ningún caso que pusiera en riesgo la vida de los rehenes.
–¿Quién condujo toda la operación?
–El juez. Villafuerte Ruzo tenía el poder. Junto a él estaban el jefe de Investigaciones de la Bonaerense, (el comisario inspector Santiago) Allende, y el jefe de Investigaciones de la zona. (También el comisario Carlos Miniscarco, Jefe de Investigaciones Complejas.) Las negociaciones estaban evolucionando bien, con algunos altos y bajos esperables. Todo fue muy difícil porque ellos se negaban a cooperar. Primero pidieron que fuera el abogado Hugo Lima, después lo echaron y reclamaron a otro abogado de San Nicolás, Carlos Hugo Varela. Se lo llevamos. El trataba de convencerlos, les decía que pensaran en la familia, pero los tipos nunca transaron, estaban jugados.
–¿Qué pedían?
–Querían la llave y la clave. Nuestra estrategia era estirar las conversaciones. Con la clave igual no podían acceder al tesoro porque funciona con el reloj y no se iba a poder abrir hasta las 11 de la mañana, de manera que iba a ser peor. A la madrugada ya dos de los tres asaltantes estaban bastante mal, indudablemente bajo el efecto del alcohol o de las drogas. El tercero parecía que de a ratos se quebraba.
–¿Quién de los tres?
–Miguel Benedetti, el que mataron en el auto. Era el que más hablaba, no está claro si era el que dirigía. Poco antes de las cuatro de la mañana nos dio la impresión de que se estaba quebrando. Los otros directamente eran subnormales. Hay que pensar que recuperamos tres rehenes, a uno incluso le pegaron antes de salir. Pero tres minutos antes del desenlace todo se interrumpió. “Estoy jugado”, nos dijo Miguel, con el que hablábamos por su celular. Y cortó. Según el relato del comisario, los bonaerenses volvieron a llamar a ese teléfono, pero nadie contestó. Intentaron lo mismo con la línea de tierra de la sucursal bancaria, pero tampoco obtuvieron resultados. El policía asegura que entonces se comunicaron con Villafuerte Ruzo.
–Le advertimos que la cosa venía mal, que algo iba a pasar. Un minuto después salieron con el auto. Los tipos eran unos hijos de puta, salieron disparando a sangre y fuego.
–¿Villafuerte Ruzo dio orden de tirar?
–No.
–¿Hubo una orden clara de no tirar en ningún caso?
–Y... sí. Villafuerte Ruzo había dicho que no había que disparar previamente.
–¿Por qué dispararon, entonces?
–...fue instintivo. Los tipos salieron tirando y les respondieron instintivamente.
–¿Los grupos de elite de la Bonaerense?
–Estaba el GEO, el Grupo Especial de Operaciones, que actúa en casi todos los casos, en las intervenciones por drogas, por robos, en las razzias. Es la gente operativa, no de comisaría. Tiran mejor, tienen mejorestado físico, pero para nada son unos fenómenos. Incluso está el hecho de que son cientos, de manera que no son una elite. Después estaban los del Grupo Halcón, que sí son comandos muy entrenados, y especializados, preparados para tomar el banco si era necesario. Los dos son de la Bonaerense. También hubo federales pero, por lo que sabemos, no abrieron fuego.
–Todos sabían que ese auto estaba, y que el intento de fuga era posible.
–Por eso le habíamos cruzado la camioneta de un cable local. Igual nos sorprendió a todos, porque teníamos confianza en la negociación.
–¿Lo acertado no hubiera sido dejarlos ir?
–Sí, pero como ya le dije, fue instintivo.
–¿Qué hubiera pasado con los rehenes si se los llevaban?
–Hubieran sido un estorbo, los hubieran tirado a unos kilómetros. O tal vez los mataban, no sé.
–¿Y después?
–Después los hubiéramos agarrado, tarde o temprano.
–Los disparos de la policía, ¿son responsabilidad del juez?
–Y... no. Tal vez faltó mando. Nos sorprendió, fue algo inesperado. Un desastre.

“Un compendio de lo que no debehacerse en una toma de rehenes”

Se armó mal el vallado y la vía de salida. Se dejó hablar a los asaltantes con cualquiera. No se previó la fuga. Se disparó con insensatez. Varios comisarios de la Bonaerense definieron como un rosario de desaciertos y torpezas el operativo de Ramallo.

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Por R. K. y L. V.
t.gif (862 bytes) “Una reacción típica de la Bonaerense.” “Un compendio de todo lo que no se debe hacer durante una toma de rehenes.” “Una tristísima prueba de la total falta de capacitación del Grupo Especial Operativo (GEO), que de comandos sólo tienen el nombre y el uniforme negro.” Las definiciones sobre la masacre de Ramallo corrieron por cuenta de un grupo de comisarios de la Policía Bonaerense, que en estricto off the record aceptaron dar una visión de los errores que desencadenaron la matanza.
“En primer lugar, los jefes del operativo pusieron a 200 hombres pululando en la zona sin ninguna función definida. Por eso, al primer tiro hubo una reacción inmanejable. Fue típico de la Bonaerense y de sus fuerzas de elite, que están estructuradas rígidamente como grupos de choque militar. Era sabido por todos que había un auto en el garaje, por lo que la posibilidad de una fuga saltaba a la vista. Sin embargo, esto no se previó y ese error terminó desencadenando el desastre”, señaló un comisario retirado que dedicó parte de su carrera a formar negociadores para situaciones de crisis como la que se vivió en Ramallo.
Entre el largo listado de horrores, el uniformado subrayó además los siguientes puntos:
ron2.gif (93 bytes) El vallado de la zona fue, cuando menos, defectuoso y siguió un criterio difícil de entender. Tendría que haber estado a mayor distancia, se tendría que haber garantizado una amplia zona limpia que sólo debieron atravesar los negociadores.
ron2.gif (93 bytes) La experiencia indica que en casos como éste, cuando los asaltantes tienen a mano un vehículo, se debe prever un canal de escape, pero sembrado de clavos tipo miguelito o tiras con mecanismos similares. El cordón policial, por supuesto, no desaparece, sino que se ubica a una distancia de por lo menos 100 ó 200 metros de esa salida. Si lo hubieran hecho, las cubiertas del auto habrían reventado a poco de andar, dándole un tiempo mínimo para detectar si había rehenes antes de disparar.
ron2.gif (93 bytes) Los asaltantes estaban al tanto de los movimientos de la policía en el exterior a través de los medios. Uno de los rehenes hizo públicamente un pedido para que aflojaran el desplazamiento por los techos.
ron2.gif (93 bytes) No se hizo buena inteligencia de lo que sucedía en el interior del banco. Por ejemplo, instalando cámaras a través del techo.
ron2.gif (93 bytes) En cambio se permitió el sobrevuelo del lugar por helicópteros de canales de televisión, en una actitud suicida.
ron2.gif (93 bytes) El equipo de crisis no debió haber permitido que mediaran terceros. Los asaltantes terminaron hablando con todo el mundo, y eso deteriora las posibilidades de los negociadores.
“Hubo tanto descontrol que tiraron contra el conductor del auto –uno de los rehenes– a pesar de que él mismo había advertido que tenía una granada y explosivos atados al cuerpo. Es decir que incluso todo pudo haber sido aún peor de lo sucedido”, señaló otro comisario consultado.
“La forma en que se armó el operativo alrededor del banco no resiste el menor análisis. No sólo no montaron ningún tipo de barricada para impedir que el vehículo saliera, sino que, tal como se organizó la seguridad, al primer disparo iba a haber una masacre. Poner a los policías a tan corta distancia del trayecto de salida les quitó toda posibilidad de actuar con eficacia. Tiraron contra cualquiera en un descontrol absoluto pero lo cierto es que con las ubicaciones que tenían no se podía esperar otra cosa”. La frase, esta vez, corresponde a un alto jefe en actividad.
Todos los bonaerenses consultados centraron las responsabilidades más en la policía que en el juez del caso. “En situaciones de riesgo como éstas es la policía quien va dando al juez las distintas posibilidades de acción”, coincidieron. Y también criticaron al unísono al Grupo Especial Operativo, en rigor 18 equipos que se crearon entre fines del ‘97 y principio del ‘98 para trabajar en cada una de las 18 Departamentales en que se dividió la Bonaerense. “Se lo usó mucho para hacer razzias en lasvillas, pero de grupo de elite sólo tienen el nombre”, aseguraron. “Les ponen un uniforme distinto, les dan una camioneta distinta, y les fijan horarios distintos, pero no tienen una capacidad ni una especialización mayor que la de cualquier grupo de infantería”. Algo que hasta se pudo ver en directo por televisión, cuando poco antes de la masacre los cronistas relataron, en vivo y en directo, cómo uno de los hombre del GEO martillaba su pistola, jugando con el percutor una y otra vez.

SEGUN SU ABOGADO SE LLAMABA MARTIN SALDAÑA
El que apareció ahorcado era Cristian

Por Alejandra Dandan
t.gif (862 bytes) Cristian dijo: “Ocho años... ¿Sabe qué son para mí ocho años? Estando en cana estoy muerto en vida. Pierdo a mi familia, a mi madre. Todo, pierdo.” Eran las nueve y cuarto de la noche del jueves y, pese al alias, fue la confesión pública de Martín René Saldaña, que según su abogado es el mismo que ayer apareció muerto por asfixia en su celda.
“La voz fue reconocida por la hermana”, dijo su abogado Hugo Lima a Página/12. Estaba libre desde marzo, después de un caso de características similares: robo agravado y tenencia de arma de guerra por un robo en la metalúrgica Plop de San Nicolás. Lima sostuvo ayer que el día en que Martín conoció su sobreseimiento por falta de pruebas “nos dijo que estaba jugado, que no volvería nunca a la cárcel y prefería matarse”. Pero luego del reconocimiento del cuerpo su madre salió gritando: “A mi hijo lo mataron”.
Saldaña había dicho al aire, antes del desastre final: “Estuve seis años en Olmos por robo. Nunca maté, no soy violador ni homicida”. Tenía 22 años, era casado y tenía HIV, como su mujer y su hijo de tres años. “No me importa nada, y si no me voy con la plata va a morir mucha gente”, había anunciado, tras definirse como “un tipo muy agresivo”. Su abogado habló de ese perfil: “Era más bien nervioso”.
Miguel Benedetti, el jefe del grupo que tomó el banco de Ramallo, y Carlos Martínez, de 20 años, también tenían antecedentes penales. Benedetti era el jefe de la banda. Así lo llamaban entre ellos. Aunque prefería decir “ilícito” y “afirmativo” y en las conversaciones con la radio y la televisión su discurso sonó a jerga policial, oficiales de la Unidad Regional II de Rosario aseguraron a Página/12 que Benedetti no era policía. Dijeron que tenía un extenso prontuario y era buscado por la justicia por dos robos a bancos rosarinos cometidos este año.
Hasta 1997 estuvo preso en la cárcel de Coronda, como él mismo lo narró a Grondona el jueves mientras prometía tratar bien a los rehenes “porque yo también tengo familia, ¿me entiende?”.Los vecinos del barrio Fonavi de Rosario donde vivía Benedetti dijeron a este diario que desapareció hace un mes.

 

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