Por Raúl Kollmann
y Laura Vales
Confiábamos
en las negociaciones y la salida del auto nos sorprendió. No hubo mando, todo se
convirtió en un caos, dijo a Página/12 uno de los comisarios de la policía
Bonaerense que monitorearon las negociaciones con los asaltantes de Ramallo. El policía
asegura que el juez Carlos Villafuerte Ruzo ordenó que no se disparara
previamente contra los asaltantes, pero que el intento de fuga nunca fue manejado
como hipótesis del conflicto. Por eso hubo una reacción instintiva. Salieron
disparando y del otro lado contestamos, resumió el comisario, dejando en claro que
los responsables del operativo nunca dieron a sus hombres una instrucción clara y
contundente de no disparar en ningún caso que pusiera en riesgo la vida de los rehenes.
¿Quién condujo toda la operación?
El juez. Villafuerte Ruzo tenía el poder. Junto a él estaban el jefe de
Investigaciones de la Bonaerense, (el comisario inspector Santiago) Allende, y el jefe de
Investigaciones de la zona. (También el comisario Carlos Miniscarco, Jefe de
Investigaciones Complejas.) Las negociaciones estaban evolucionando bien, con algunos
altos y bajos esperables. Todo fue muy difícil porque ellos se negaban a cooperar.
Primero pidieron que fuera el abogado Hugo Lima, después lo echaron y reclamaron a otro
abogado de San Nicolás, Carlos Hugo Varela. Se lo llevamos. El trataba de convencerlos,
les decía que pensaran en la familia, pero los tipos nunca transaron, estaban jugados.
¿Qué pedían?
Querían la llave y la clave. Nuestra estrategia era estirar las conversaciones. Con
la clave igual no podían acceder al tesoro porque funciona con el reloj y no se iba a
poder abrir hasta las 11 de la mañana, de manera que iba a ser peor. A la madrugada ya
dos de los tres asaltantes estaban bastante mal, indudablemente bajo el efecto del alcohol
o de las drogas. El tercero parecía que de a ratos se quebraba.
¿Quién de los tres?
Miguel Benedetti, el que mataron en el auto. Era el que más hablaba, no está claro
si era el que dirigía. Poco antes de las cuatro de la mañana nos dio la impresión de
que se estaba quebrando. Los otros directamente eran subnormales. Hay que pensar que
recuperamos tres rehenes, a uno incluso le pegaron antes de salir. Pero tres minutos antes
del desenlace todo se interrumpió. Estoy jugado, nos dijo Miguel, con el que
hablábamos por su celular. Y cortó. Según el relato del comisario, los bonaerenses
volvieron a llamar a ese teléfono, pero nadie contestó. Intentaron lo mismo con la
línea de tierra de la sucursal bancaria, pero tampoco obtuvieron resultados. El policía
asegura que entonces se comunicaron con Villafuerte Ruzo.
Le advertimos que la cosa venía mal, que algo iba a pasar. Un minuto después
salieron con el auto. Los tipos eran unos hijos de puta, salieron disparando a sangre y
fuego.
¿Villafuerte Ruzo dio orden de tirar?
No.
¿Hubo una orden clara de no tirar en ningún caso?
Y... sí. Villafuerte Ruzo había dicho que no había que disparar previamente.
¿Por qué dispararon, entonces?
...fue instintivo. Los tipos salieron tirando y les respondieron instintivamente.
¿Los grupos de elite de la Bonaerense?
Estaba el GEO, el Grupo Especial de Operaciones, que actúa en casi todos los casos,
en las intervenciones por drogas, por robos, en las razzias. Es la gente operativa, no de
comisaría. Tiran mejor, tienen mejorestado físico, pero para nada son unos fenómenos.
Incluso está el hecho de que son cientos, de manera que no son una elite. Después
estaban los del Grupo Halcón, que sí son comandos muy entrenados, y especializados,
preparados para tomar el banco si era necesario. Los dos son de la Bonaerense. También
hubo federales pero, por lo que sabemos, no abrieron fuego.
Todos sabían que ese auto estaba, y que el intento de fuga era posible.
Por eso le habíamos cruzado la camioneta de un cable local. Igual nos sorprendió a
todos, porque teníamos confianza en la negociación.
¿Lo acertado no hubiera sido dejarlos ir?
Sí, pero como ya le dije, fue instintivo.
¿Qué hubiera pasado con los rehenes si se los llevaban?
Hubieran sido un estorbo, los hubieran tirado a unos kilómetros. O tal vez los
mataban, no sé.
¿Y después?
Después los hubiéramos agarrado, tarde o temprano.
Los disparos de la policía, ¿son responsabilidad del juez?
Y... no. Tal vez faltó mando. Nos sorprendió, fue algo inesperado. Un desastre.
Un compendio de lo que no debehacerse
en una toma de rehenes
Se armó mal el vallado y
la vía de salida. Se dejó hablar a los asaltantes con cualquiera. No se previó la fuga.
Se disparó con insensatez. Varios comisarios de la Bonaerense definieron como un rosario
de desaciertos y torpezas el operativo de Ramallo. |
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Por R. K. y L. V.
Una reacción
típica de la Bonaerense. Un compendio de todo lo que no se debe hacer durante
una toma de rehenes. Una tristísima prueba de la total falta de capacitación
del Grupo Especial Operativo (GEO), que de comandos sólo tienen el nombre y el uniforme
negro. Las definiciones sobre la masacre de Ramallo corrieron por cuenta de un grupo
de comisarios de la Policía Bonaerense, que en estricto off the record aceptaron dar una
visión de los errores que desencadenaron la matanza.
En primer lugar, los jefes del operativo pusieron a 200 hombres pululando en la zona
sin ninguna función definida. Por eso, al primer tiro hubo una reacción inmanejable. Fue
típico de la Bonaerense y de sus fuerzas de elite, que están estructuradas rígidamente
como grupos de choque militar. Era sabido por todos que había un auto en el garaje, por
lo que la posibilidad de una fuga saltaba a la vista. Sin embargo, esto no se previó y
ese error terminó desencadenando el desastre, señaló un comisario retirado que
dedicó parte de su carrera a formar negociadores para situaciones de crisis como la que
se vivió en Ramallo.
Entre el largo listado de horrores, el uniformado subrayó además los siguientes puntos:
El vallado de la zona
fue, cuando menos, defectuoso y siguió un criterio difícil de entender. Tendría que
haber estado a mayor distancia, se tendría que haber garantizado una amplia zona limpia
que sólo debieron atravesar los negociadores.
La experiencia indica
que en casos como éste, cuando los asaltantes tienen a mano un vehículo, se debe prever
un canal de escape, pero sembrado de clavos tipo miguelito o tiras con mecanismos
similares. El cordón policial, por supuesto, no desaparece, sino que se ubica a una
distancia de por lo menos 100 ó 200 metros de esa salida. Si lo hubieran hecho, las
cubiertas del auto habrían reventado a poco de andar, dándole un tiempo mínimo para
detectar si había rehenes antes de disparar.
Los asaltantes
estaban al tanto de los movimientos de la policía en el exterior a través de los medios.
Uno de los rehenes hizo públicamente un pedido para que aflojaran el desplazamiento por
los techos.
No se hizo buena
inteligencia de lo que sucedía en el interior del banco. Por ejemplo, instalando cámaras
a través del techo.
En cambio se
permitió el sobrevuelo del lugar por helicópteros de canales de televisión, en una
actitud suicida.
El equipo de crisis
no debió haber permitido que mediaran terceros. Los asaltantes terminaron hablando con
todo el mundo, y eso deteriora las posibilidades de los negociadores.
Hubo tanto descontrol que tiraron contra el conductor del auto uno de los
rehenes a pesar de que él mismo había advertido que tenía una granada y
explosivos atados al cuerpo. Es decir que incluso todo pudo haber sido aún peor de lo
sucedido, señaló otro comisario consultado.
La forma en que se armó el operativo alrededor del banco no resiste el menor
análisis. No sólo no montaron ningún tipo de barricada para impedir que el vehículo
saliera, sino que, tal como se organizó la seguridad, al primer disparo iba a haber una
masacre. Poner a los policías a tan corta distancia del trayecto de salida les quitó
toda posibilidad de actuar con eficacia. Tiraron contra cualquiera en un descontrol
absoluto pero lo cierto es que con las ubicaciones que tenían no se podía esperar otra
cosa. La frase, esta vez, corresponde a un alto jefe en actividad.
Todos los bonaerenses consultados centraron las responsabilidades más en la policía que
en el juez del caso. En situaciones de riesgo como éstas es la policía quien va
dando al juez las distintas posibilidades de acción, coincidieron. Y también
criticaron al unísono al Grupo Especial Operativo, en rigor 18 equipos que se crearon
entre fines del 97 y principio del 98 para trabajar en cada una de las 18
Departamentales en que se dividió la Bonaerense. Se lo usó mucho para hacer
razzias en lasvillas, pero de grupo de elite sólo tienen el nombre, aseguraron.
Les ponen un uniforme distinto, les dan una camioneta distinta, y les fijan horarios
distintos, pero no tienen una capacidad ni una especialización mayor que la de cualquier
grupo de infantería. Algo que hasta se pudo ver en directo por televisión, cuando
poco antes de la masacre los cronistas relataron, en vivo y en directo, cómo uno de los
hombre del GEO martillaba su pistola, jugando con el percutor una y otra vez.
SEGUN SU ABOGADO SE LLAMABA
MARTIN SALDAÑA
El que apareció ahorcado era Cristian
Por Alejandra Dandan
Cristian dijo:
Ocho años... ¿Sabe qué son para mí ocho años? Estando en cana estoy muerto en
vida. Pierdo a mi familia, a mi madre. Todo, pierdo. Eran las nueve y cuarto de la
noche del jueves y, pese al alias, fue la confesión pública de Martín René Saldaña,
que según su abogado es el mismo que ayer apareció muerto por asfixia en su celda.
La voz fue reconocida por la hermana, dijo su abogado Hugo Lima a
Página/12. Estaba libre desde marzo, después de un caso de características similares:
robo agravado y tenencia de arma de guerra por un robo en la metalúrgica Plop de San
Nicolás. Lima sostuvo ayer que el día en que Martín conoció su sobreseimiento por
falta de pruebas nos dijo que estaba jugado, que no volvería nunca a la cárcel y
prefería matarse. Pero luego del reconocimiento del cuerpo su madre salió
gritando: A mi hijo lo mataron.
Saldaña había dicho al aire, antes del desastre final: Estuve seis años en
Olmos por robo. Nunca maté, no soy violador ni homicida. Tenía 22 años, era
casado y tenía HIV, como su mujer y su hijo de tres años. No me importa nada, y si
no me voy con la plata va a morir mucha gente, había anunciado, tras definirse como
un tipo muy agresivo. Su abogado habló de ese perfil: Era más bien
nervioso.
Miguel Benedetti, el jefe del grupo que tomó el banco de Ramallo, y Carlos
Martínez, de 20 años, también tenían antecedentes penales. Benedetti era el jefe de la
banda. Así lo llamaban entre ellos. Aunque prefería decir ilícito y
afirmativo y en las conversaciones con la radio y la televisión su discurso
sonó a jerga policial, oficiales de la Unidad Regional II de Rosario aseguraron a
Página/12 que Benedetti no era policía. Dijeron que tenía un extenso prontuario y era
buscado por la justicia por dos robos a bancos rosarinos cometidos este año.
Hasta 1997 estuvo preso en la cárcel de Coronda, como él mismo lo narró a
Grondona el jueves mientras prometía tratar bien a los rehenes porque yo también
tengo familia, ¿me entiende?.Los vecinos del barrio Fonavi de Rosario donde vivía
Benedetti dijeron a este diario que desapareció hace un mes. |
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