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OPINION

Historia del desprecio

Por Sergio Moreno

La regla de seguridad número uno ante un episodio de toma de rehenes es salvar la vida de los mismos.
Cuando León Arslanian afirmó que uno de los problemas de la Policía Bonaerense era su falta de entrenamiento y los mandó a las escuelas tratando de actualizarlos en prácticas básicas pero desconocidas para los uniformados que se formaron bajo la doctrina Ramón Camps-Pedro Klodzyck, la mayoría del espectro político y los cruzados de “meter bala” se ensañaron –como era su rutina– con el por entonces ministro de Seguridad y Justicia.
Arslanian trataba de que los oficiales de la ley supiesen las técnicas básicas para:
ron2.gif (93 bytes) No exponer sus vidas en vano
ron2.gif (93 bytes) Bajar el riesgo de muerte de los policías
ron2.gif (93 bytes) No generar peligro para los civiles
ron2.gif (93 bytes) Saber responder ante cada situación, es decir, bajar la sorpresa y el azar.
Este entrenamiento consta de reglas básicas, perfectamente establecidas, sobre cómo actuar en escenarios de peligro, desde cómo cachear a un sospechoso, cómo y dónde pararse ante un coche para pedir documentos, hasta cómo actuar en las peores situaciones, esto es, toma de rehenes.
La acción tremenda desatada por los grupos de elite –vale decir, los que supuestamente están más y mejor entrenados para enfrentar situaciones límites– demuestra que Arslanian no sólo no estaba equivocado sino que descarnadamente quedó en evidencia el absoluto desconocimiento que tiene la policía –incluso sus grupos especiales– sobre cómo salvar vidas inocentes. La masacre de Villa Ramallo dejó expuesto, escrito con sangre, el desapego que tiene esta policía por la vida humana.
Carlos Chávez, gerente del Banco Nación, y Carlos Santillán, su contador, fueron muertos por balas policiales. Flora de Chávez, la mujer del gerente, fue herida por esas mismas balas. Todas pagadas por el pueblo de la provincia de Buenos Aires. Chávez, su mujer y Santillán también pagaron con sus impuestos esas balas que los atravesaron.
Ayer toda la historia de la ineptitud y la brutalidad policial se hizo presente ensañándose en las puertas del Banco Nación de Villa Ramallo. Ayer, la trunca reforma policial de la maldita Policía Bonaerense quedó horrorosamente reivindicada.
Los responsables directos –comisarios Santiago Allende, Carlos Miniscarco y Eduardo Martínez y el juez federal Carlos Villafuerte Ruzo y el ministro de Seguridad y Justicia Osvaldo Lorenzo– tienen su destino trazado. El gobernador Eduardo Duhalde, máximo responsable político, deberá enfrentar, además, el juicio por haber mantenido durante ocho años de gestión a esta policía que desprecia el valor de la vida humana.

 

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