OPINION
Fresa, fraude y chocolate
Por Julio Nudler |
La
Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional, sala séptima, acaba de
confirmar el procesamiento penal de dos hermanos de Humberto Romero, quien fue el segundo
ministro de Defensa de Carlos Menem, por el delito de defraudación por administración
infiel. La causa llegó a Cámara cuando Hugo Ernesto y Roberto Daniel apelaron el fallo
dictado por el juez Nelson Javier Jarazo el 30 de octubre de 1998. En el mismo juicio,
aunque por hechos sobre los cuales el juez aún no se expidió porque sigue investigando,
está involucrado José Alberto Uriburu, actual ministro de Trabajo y ex síndico del
Banco Central, quien en su momento presidió la sociedad uruguaya Biblos, ideada por el
Banco General de Negocios para evitar la quiebra de Noel & Cía., que mantenía una
fuerte deuda con el BGN. Este, del que Uriburu era abogado, pertenece a los hermanos Rohm,
involucrados posteriormente en el affaire IBM-Banco Nación, en el que ese banco fue el
vehículo utilizado para el pago del gigantesco retorno. La misión de Biblos consistió
en cancelar, capitalizando títulos de la deuda externa argentina que le costaron unos 3
millones de dólares, un pasivo de 10 millones que la firma de jaleas, mermeladas y
alfajores mantenía con el Banco Ciudad, por créditos que éste le había otorgado a
pesar de que Noel ya se hallaba concursada. Cuando comenzaron las filtraciones en la
prensa, los Rohm temieron que el escándalo forzara al banco municipal a pedirle la
quiebra a su deudora, que lo era también del BGN. Para salvar su propia acreencia, el BGN
urdió la operación, que concluyó con Biblos como sociedad controlante de Noel. Esta
historia se remonta a los años de la dictadura militar, cuando ocurrió el desembarco de
los Romero en Buenos Aires. El caso, que fue seguido años atrás por Página/12, vuelve
ahora a cobrar ímpetu.
En 1979, los Noel estaban ahogados por los intereses que debía pagar su famosa
empresa de helados, caramelos y chocolatines por su deuda. Habían creído que Martínez
de Hoz iba a ordenar la economía tras el caos isabelino, pero se equivocaron. Como
alternativa a la convocatoria de acreedores decidieron buscar un aporte de capital, ya que
emitir acciones en la Bolsa era imposible en ese momento. Para entonces, los Romero se
habían instalado en lo mejor de la Capital: Julio, ex gobernador peronista de Corrientes,
y su hijo menor, Hugo Ernesto, habían comprado sendas residencias contiguas en Palermo
Chico, en San Martín de Tours 2879 y 2881, mientras que Humberto, aún desconocido en
estos pagos, prefirió un departamento sobre Libertador. Roberto Daniel, mientras tanto,
seguía en su provincia. De hecho, Julio tiene esa propiedad a nombre de la sociedad HER,
así llamada por su hijo Hugo Ernesto Romero pero puesta a nombre de simples testaferros.
Julio había sido gobernador peronista de Corrientes, refugiándose en Paraguay tras el
golpe militar de 1976 gracias a su amistad con Stroessner, pero al cabo de un par de años
pudo retornar sin temores.
Los Romero tenían grandes plantaciones en el Litoral y hasta un molino arrocero, y
buscaban un acuerdo para comercializarlo con marca. En función de esto, manifestaron
interés por tomar una participación de capital en Noel, una típica empresa familiar.
Los Noel creyeron que iban a poder retener el control, pero se engañaban. Durante
la negociación, los Romero les hablaron de unos señores Guelar, Guido y Diego (actual
embajador argentino en Washington), estancieros como ellos, que habían comprado el Banco
del Oeste y también estarían interesados en ingresar con capital. En una asamblea de
accionistas, celebrada en noviembre de 1979, los Guelar ocuparon puestos en el directorio
de Noel. Pero a fines de enero de 1980, tras las vacaciones, durante una comida en el
Hotel Libertador, a la que los Romero habían invitado a Carlos Reutemann, dado que
Humberto era muy amigo del entonces corredor de Fórmula Uno, Roberto Romero les confió a
los Noel que había problemas con los Guelar, que andaban en dificultades (su banco,
efectivamente, quebró años después y Guido permanece prófugodesde entonces), siendo
por tanto prudente excluirlos del directorio, faena de la cual ellos, los Romero, se
encargarían. Cuando se quedaron con esas acciones y con el control de la empresa, los
Noel comenzaron a pensar que los Romero y los Guelar habían actuado en combinación.Los
Noel permanecieron hasta mayo de 1984 en la firma, que aún sobrellevaba su primer
concurso, iniciado en 1981. Tiempo después de retirarse demandaron a la compañía, por
un lado, y paralelamente a los cuatro Romero como avalistas, por incumplimiento de
contrato, pidiendo la quiebra de la empresa. El juicio contra Noel & Cía. fue frenado
a fines de 1995 por la Corte, donde pesó la relación de los Romero con Rodolfo Barra
(caso que describe Horacio Verbitsky en su libro Hacer la Corte). El juicio contra los
Romero, en cambio, fue fallado a favor de los Noel hace dos años, pero hasta ahora no
vieron un peso. Según un convenio, la empresa debía pagarles a cada uno de los cinco
Noel una renta mensual vitalicia, pero sólo cumplieron por dos meses. Cuando en julio de
1987 presentaron a Noel nuevamente en concurso, tras levantar el primero en 1986 con la
venta de las marcas, dejaron de pagar. Aunque no cobraron nada, los Noel pudieron
embargarle a Humberto Romero sus acciones en Eabsa (Empresas Agropecuarias Bovril), e
intentan desde hace un año inscribir un embargo en la sociedad que es dueña, en
Corrientes, del diario Epoca, perteneciente a Julio Romero.
El juez del primer concurso, Fernando Ottolenghi, decidió de pronto reabrirlo al
reparar que los Romero no habían pagado la tasa de justicia, que superaba el millón de
dólares, pero ello motivó un problema de competencia con el magistrado del segundo
concurso, abierto en San Isidro, conflicto que, con la diligente ayuda del procurador
general del Tesoro, Angel Agüero Iturbe, paralizó los procedimientos durante cinco
años.Por cuerda separada, los Noel empezaron con denuncias por vaciamiento ante la
Comisión Nacional de Valores, órgano de contralor de las empresas con cotización
bursátil, pero sin lograr ningún resultado. La instancia penal la abrieron finalmente a
comienzos de 1993, y es ella la que desembocó, un año atrás, en el procesamiento, sin
prisión preventiva, de Hugo Ernesto Romero, como presunto coautor, penalmente
responsable, del delito de defraudación por administración infiel, con un embargo por
500 mil pesos sobre sus bienes. Y otro tanto respecto de Roberto Daniel. A éste le fue
decretada la quiebra, a comienzos de este año, a instancias del Banco Nación y por una
suma escalofriante: 154 millones de pesos, como avalista de créditos a diversas empresas.
El fallido vive en un piso de Avenida Quintana 59, en Recoleta, que compró con un
crédito de 450.000 dólares del Banco Ciudad. Se trata del mismo edificio que cobija a
Agüero Iturbe y que también supo albergar al juez destituido Francisco Trovato, ahora
acomodado en una celda. |
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