El País
de Madrid
Por Javier García
Desde Jakarta
El ejército
indonesio retiró ayer de Timor Oriental un contingente de 8000 soldados en dirección a
Atambua y Kupang, en el área occidental de la isla, donde se concentran 200.000
deportados timorenses, según confirmaron fuentes militares. Por otro lado, el jefe de la
fuerza de paz de la ONU, el general australiano Peter Cosgrove, llega hoy a Dili para
coordinar el despliegue con el comandante de Timor Oriental, el general Kiki Syahnakri.
Cosgrove explicó que sus tropas tienen órdenes de disparar contra los grupos armados:
Las milicias tendrán que entregar las armas o dejar Timor Oriental. Las
autoridades militares informaron ayer que la salida de los 8000 soldados indonesios
obedece a una estrategia para reducir los riesgos de enfrentamientos con las fuerzas de
paz. No obstante, aún permanecen en el territorio cerca de 15.000 integrantes de las
fuerzas armadas, entre ellos los comandos especiales del ejército, las temidas
compañías del Kopasus que dirige el general Prabowo, yerno del derrocado dictador
Suharto. Los responsables de las fuerzas de paz no descartan enfrentamientos armados con
grupos incontrolados de paramilitares que ayer seguían exhibiendo sus armas automáticas
por la capital de Timor Oriental. Grupos proindonesios se han manifestado estos días en
Jakarta contra el despliegue de las tropas de la ONU y han mostrado pancartas con amenazas
de muerte contra los soldados australianos, el principal contingente de la fuerza de paz.
Asimismo, algunas fuentes han alertado sobre la posibilidad, no confirmada oficialmente,
de que algunos grupos de paramilitares están minando algunas zonas de la capital, ante la
inminente llegada de esas fuerzas y el regreso de los periodistas. El premier australiano
John Howard advirtió ayer que cualquier ataque contra la fuerza internacional
provocará un aumento inmediato de sus integrantes, con la colaboración activa de
aquellos países que ahora sólo prestan ayuda logística, en una clara referencia
al apoyo inminente de Estados Unidos. Por su parte, los militares indonesios se ocuparon
ayer de limpiar la capital, en la medida de lo posible, y cargaban armamento y todo tipo
de enseres en camiones militares y barcos de la armada. Mientras algunos se llevaban todo
lo que podían, incluyendo computadoras, heladeras, ropas y televisores, otros se afanaban
en limpiar las calles y áreas céntricas de la capital. Asimismo, un miembro de la
misión de las Naciones Unidas, refugiado en Dili, explicó que grupos de soldados y
miembros de las milicias prointegracionistas abandonaron el jueves la ciudad de Baucau, al
nordeste de la capital, en aviones militares C-130. El funcionario de la ONU añadió que
los paramilitares marchaban en perfecta formación, demostrando un alto
nivel de disciplina militar, algo sorprendente en una milicia sin aparente
formación castrense. Al parecer, las milicias antiseparatistas están abandonando el
territorio de Timor Oriental en dirección al área occidental de la isla, concentrándose
junto a la frontera, en la ciudad de Atambua, y en la capital, Kupang, donde siguen
controlando los campos de deportados e impidiendo la entrada de periodistas occidentales.
El comandante de Timor Oriental, el general Kiki Syahnakri, anunció anteayer la retirada
del ejército indonesio del territorio, pero el propio presidente Habibie explicó más
tarde que algunos grupos de militares permanecerán en el territorio hasta noviembre,
según los acuerdos alcanzados en Nueva York, y actuarán como agentes de enlace y
consejeros de la fuerza multinacional. En este sentido, el ministro de Defensa y
jefe de las fuerzas armadas, el general Wiranto, precisó que no se trata de unaretirada
total del ejército, sino de un ajuste de fuerzas para coordinar las funciones
con la fuerza multinacional. Por su parte, el general Peter Cosgrove explicó que va a
hacer todo lo posible para concertar con las autoridades indonesias el
despliegue de la fuerza de paz y con absoluta transparencia intentar evitar los
riesgos de accidentes, incidentes y falta de entendimiento para proteger a los timorenses,
de acuerdo con el mandato de las Naciones Unidas. Sin embargo, fuentes
independentistas temen que las compañías trasladadas al área occidental de la isla
siembren el terror en esas zonas, donde permanecen deportados en campos de concentración
cerca de 200.000 timorenses que tuvieron que abandonar sus hogares a punta de fusil y se
encuentran agrupados en campos de fútbol, polideportivos al aire libre, iglesias y en el
mismo campo, bajo algunas lonas para protegerse del sol. Asimismo, los dirigentes
independentistas temen que las tropas indonesias lancen alguna ofensiva contra los
refugiados en las montañas, antes de la llegada de la fuerza multinacional, con el fin de
provocar la reacción de la guerrilla que protege a los atemorizados y hambrientos
timorenses. Afortunadamente, dos aviones con ayuda humanitaria pudieron lanzar ayer
toneladas de arroz, mantas, agua y otro tipo de alimentos en los alrededores de Ermera y
Bobonaro, tras largas gestiones con las autoridades indonesias que obstaculizaron durante
días esos vuelos. Los dos aviones partieron de la ciudad australiana de Darwin, donde se
concentran las fuerzas de paz y gran parte de la ayuda humanitaria, y se trasladaron a
Dili, donde recogieron a un observador indonesio, antes de partir hacia los puntos de
destino y lanzar los paquetes, a una altura de unos 200 metros. Los aviones volvieron a
Dili para dejar al citado observador y regresaron después a Darwin. No obstante, los
dirigentes independentistas temían anoche que el ejército haya localizado las áreas
donde se encontraban esos 20.000 refugiados y prepare una ofensiva contra la población.
Esos lanzamientos son muy peligrosos dijo uno de sus dirigentes pero la
gente está muriendo de hambre y deshidratación; hay que buscar alguna manera de
salvarlos.
|