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Por Verónica Abdala El programa no se llama Hielo y limón por decisión de su ideóloga y conductora, Mónica de Alzaga. El nombre ni siquiera es obra del azar. Hielo y limón se llama así por una equivocación (¡!) del cantautor de la cortina, que escuchó mal las palabras que salían de boca de la conductora, y... sencillamente les puso música. Ella, por su parte, ignoró el error que le dio nombre al ciclo que comenzó por el canal de cable Ideas, y que a partir de hoy a las 21 se emitirá por América. ¿El motivo? Que su objetivo era ser una estrella y que en ese plan el título del espacio era una nimiedad, un detalle sin mayor importancia. Por otra parte, le costaba caro hacer otra cortina musical. A la distancia, la anécdota parece el puntapié inicial de la historia de un programa que a muchos les parece, en sí, un inmenso equívoco (Mario Pergolini, enfrentándose a la gerencia de programación del canal, lamentó en la última edición de CQC que el canal emita el ciclo). La fórmula es conocida: una conductora indiscreta hasta límites inconcebibles, que hace de la frivolidad un estandarte (es absolutamente necesaria, yo la elijo porque la vida sin ella sería muy triste), a la que no le importa lo que puedan pensar los demás (jamás me importó el qué dirán, y mucho menos ahora que soy una suerte de antiestrella) y que no se muestra dispuesta a detenerse a pensar en las claves de su propio producto (qué sé yo cómo definiría a mi programa, ¡no me preguntes cosas como ésas!). Algo así como todo lo que le gustaría tener a un cazador de rating pero no se atrevería a confesar. Mónica de Alzaga se hizo conocida el año pasado, a fuerza de emisiones en las que la forma es siempre más importante que el fondo, las marcas de ropa se imponen por sobre los diseños, y se muestra a los asistentes a cócteles, desfiles y vernissages sonriendo, saludándose y celebrando cada una de las estridentes ocurrencias de la anfitriona del programa, aunque a menudo lo hagan con cara de quién me mandó a meterme en esto. Una especie de estilo Truman Capote pero inconsciente, del subdesarrollo. Ella asegura que la mueven las ganas de divertirse, y que sus espectadores olviden al menos por un rato los problemas que los aquejan, y que no tiene idea, ni le interesa, si su ciclo refleja el espíritu de la fiesta menemista, en la que unos pocos disfrutan y muchos otros miran cómo los otros se divierten. Su partenaire será Fernando Olmedo, el hijo del gran Alberto. Una de las novedades de esta etapa serán las entrevistas indiscretas a famosos en sus propias casas. Me voy a meter en los roperos para revolverles la ropa y los zapatos, amenaza. ¿Qué diferencias habrá entre el programa que se verá por América y el que se veía por cable? La esencia va a ser la misma. Voy a seguir inmiscuyéndome en el mundo de la noche y los eventos para que todos puedan conocerlos y participar, y no queden relegados a unos pocos agraciados. Le quiero abrir esa ventana a todo el mundo. ¿No le parece que está un poco mistificado el mundo de la farándula, y el hecho de ser conocido? Sí, absolutamente. ¿Y eso le parece bueno? Qué sé yo, es así. Es cierto que algunos fantasean demasiado, pero por eso yo quiero mostrar tal cual son los personajes de las revistas. ¿Por qué reivindica la frivolidad? Porque mi programa apunta al entretenimiento: no puedo solucionarle los problemas a la gente, pero apunto a que por una hora se olviden de todo y la pasen bien. De todas formas, los intelectuales pueden hacer una segunda lectura y también es válida. No sé, lo que yo hago está a la vista. Que cada uno piense lo que quiera. A mí lo único que me interesa es hacer algo que sea divertido, y si puedo agregar una pincelada de cultura, aunque sea desde el costado fashion y frívolo de la cultura, mejor, porque de esa forma hay contenidos que le llegan a mucha gente. Hasta JorgeGlusberg (director del Museo Nacional de Bellas Artes) me agradeció que con el programa lleve gente a los museos. El programa irá en el horario de Sábado Bus. ¿Le preocupa tener que salir a competir con Nicolás Repetto? No, porque estoy segura de que voy a perder, así que no me hago drama. Soy consciente de que en la televisión no existo, no soy nadie. ¿Que hay algunos que ya me conocen? Debe ser porque hice algo muy bien o muy mal, porque en este país se reconoce a la gente por las dos cosas, ¿no?.
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