OPINION
Una oscurafantasía
Leopoldo Schiffrin |
La
tragedia de Ramallo tiene por trasfondo un problema ideológico y valorativo.El juez
principal responsable del operativo y la policía auxiliar se veían ante
opciones éticas y jurídicas muy claras: o se privilegia la garantía total a la
integridad de los rehenes o el principio abstracto de respeto a la autoridad que impide
dejar libres a los delincuentes.Desde el punto de vista de una ética humanista, no hay
titubeo posible entre el valor concretísimo de cada persona humana viviente y la vaga
entelequia que se evoca con el término principio de autoridad. Desde el punto
de vista jurídico, el estado de necesidad contemplado en el artículo 34 del Código
Penal obliga a sacrificar el valor menor al valor mayor.Empero, en la tragedia de Ramallo
ambos valores vida humana por un lado, principio de autoridad por otro fueron
tratados con paridad, buscando la imposible conciliación de uno y otro. Frente a
delincuentes que tenían la férrea determinación de vencer o morir la dilación era
negativa, y la única forma de preservar con el máximo de garantía las vidas inocentes
en juego era facilitar la salida de los delincuentes, como noblemente lo hizo hace un
tiempo una magistrada bonaerense que acató el Derecho y la Etica.Seguramente la objeción
que se pone a esta actitud es que puede llevar a otros casos de secuestro, pero la
prevención de tales situaciones no puede realizarse sacrificando vidas humanas concretas
que en este momento están en peligro, sino multiplicando las medidas de prevención a las
que el carácter nacional argentino es tan reacio.Ante la ola de asaltos a bancos, se han
convenido normas de seguridad que no se cumplen, mientras la exposición al peligro no
despierta la necesaria preocupación. Baste pensar que si el gerente no hubiese habitado
en la propia sucursal y tenido allí su auto la tragedia quizá se habría
evitado.También deberían tomarse en los bancos medidas de seguridad como las que pude
conocer en El Salvador cuando me desempeñé allí: para ingresar era necesario pasar por
un control de metales y se revisaban bolsos o portafolios.Estas son opciones sanas,
consistentes en enfrentar la grave crisis con medidas racionales que realmente tiendan a
evitar daños irreparables. En cambio, en Ramallo se optó contra la vida humana a favor
de una oscura fantasía, muy alejada de la verdadera y legítima autoridad que preserva,
ante todo, la vida: Mira, yo pongo hoy ante ti vida... y muerte..., escoge pues la
vida... (Deuteronomio 30, 15-19).* Camarista federal de La Plata |
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