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El fin del pacto de Duhalde y los “patas negras” de la Bonaerense

La masacre de Ramallo puede ser más que un “desastre casual”: sería un “vuelto” aDuhalde por despedir al secretario Lufrano.

Eslabón: El comisario mayor Carlos “El Vampiro” Miniscarco es la figura que liga Ramallo con el crimen no resuelto de Cabezas.

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Por Miguel Bonasso

t.gif (862 bytes) Fuentes policiales y de inteligencia revelaron a Página/12 que la masacre de Villa Ramallo dista de ser un “desastre casual” y podría significar el fin de un presunto pacto secreto entre el gobernador Eduardo Duhalde y algunos antiguos jefes desplazados de la Bonaerense. A cambio de recuperar cuotas y espacios de poder, los antiguos “porongas” le habrían garantizado al candidato del PJ una disminución de la actividad criminal durante el período preelectoral. El “detrás de la escena” revelado por estas fuentes enlaza la nueva masacre con el crimen no resuelto del que fue víctima el fotógrafo José Luis Cabezas, a través de un personaje ligado con ambos casos: el comisario mayor de la Bonaerense Carlos “El Vampiro” Miniscarco, director de Investigaciones Complejas y Narcotráfico. El pacto con la Maldita Policía, diseñado por el ex secretario de Seguridad Alberto Piotti, el comisario retirado Mario “El Chorizo” Rodríguez, el senador justicialista por Morón Horacio Román y el tambaleante ministro de Justicia y Seguridad Osvaldo Lorenzo, habría comenzado a fisurarse cuando una revelación de La Nación, obligó a Duhalde y a Lorenzo a desprenderse del secretario de Seguridad Héctor Lufrano, que fue abogado del célebre asaltante Luis “El Gordo” Valor. A una semana de la forzada cesantía de Lufrano –arguyen las mismas fuentes– se produjeron cuatro asaltos a bancos: en Quilmes, Pacheco, Ramallo y Garín; estos dos últimos con toma de rehenes. Si el diagnóstico es certero, habría que pensar que los asaltantes del Banco Nación habrían sido a la vez instrumentos y víctimas del poder detrás del trono. Un poder que Duhalde amamantó y que se parece mucho al ataúd de Herminio Iglesias.El pacto con el diablo parecía vivo el miércoles último, cuando se reunieron secretamente, en la comisaría octava de San Martín, el Chorizo Rodríguez, el comisario Oscar Alberto “El Caballo” Viglianco y el titular de la seccional. Vigliano fue, junto con Miniscarco, uno de los comisarios que secundaron a Víctor Fogelman en el bunker de Castelli y borraron prolijamente todos los datos del caso Cabezas que conducían a la Pista Policial. No obstante lo cual fue ascendido, ya en tiempos de León Carlos Arslanian. El tema de los “patas negras” fue el robo de autos, que florece en la zona. Un día más tarde, las promesas de los “porongas” de controlar el territorio para allanarle el camino al candidato del PJ volaban por el aire en Ramallo. ¿Fue una represalia por lo de Lufrano? Eso explicaría el “suicidio” del preso Martín “Tito” Saldaña y la ferocidad desplegada en la tiniebla para que no quedasen testigos molestos. En la jerga policial esta clase de “operetas” suele llamarse “vuelto” y, para algunos expertos, la hipótesis de un “vuelto” similar abonaría la tesis de la llamada “Pista Policial” en el Caso Cabezas. Ramallo y Cabezas, curiosamente, se enlazan a través del Vampiro Miniscarco, que sigue en su puesto a pesar de que en la trágica madrugada del viernes estuvo en Ramallo, en el centro de la decisión. Miniscarco está acusado judicialmente de “plantar” pruebas y presionar a prisioneros para embarrar la causa por el asesinato de José Luis Cabezas. En su currículum policial de tres décadas, figuran varios puntos oscuros y otra masacre, la de Germania. Pero no es el único: otro protagonista aún no sancionado de la matanza de Ramallo, el comisario Santiago Allende, también registra ilustrativos antecedentes. Además, ambos son buenos amigos; trabajaron juntos en General Sarmiento. Allende, actual director general de Investigaciones de la Bonaerense, declaró que no hubo orden de disparar y que los policías actuaron “por circunstancias del momento”. Por “circunstancias del momento”, el Gordo Allende fue acusado –en setiembre de 1997– de haber desviado la investigación por el asesinato de Emilio Blanco, un adolescente de 16 años cuyo cadáver destrozado fue encontrado junto a las vías del tren en Chascomús. Según la seccional del lugar, comandada por Allende, el chico murió arrollado por un tren; según la familia y sus abogados fue asesinado por una banda de narcopolicías. La primera autopsia realizada por forenses policiales del SEIT, abonaba laprimera hipótesis. Una segunda autopsia, ordenada por la Suprema Corte de la provincia, demostró que el cuerpo del muchacho recibió golpes “post mortem” tendientes a demostrar que fue atropellado. La causa fue caratulada inicialmente como “muerte por accidente”, pero después se la cambió a “homicidio”, pero languidece en el juzgado. En Chascomús hubo marchas del silencio y Allende fue apartado de la causa. Cuando la pericia demostró que había sido un crimen, apareció un personaje del inframundo, un “buche” policial, que se autoincriminó con menos éxito que los Horneros. Un simple interrogatorio sirvió para convencer al juez de que estaba protegiendo a los verdaderos culpables. Por si fuera poco, otro chico, amigo del asesinado Blanco, apareció a su turno muerto.El Vampiro Miniscarco tiene un prontuario más poblado. En 1984, cuando era oficial principal, estuvo diez días preso por lo que se llamó la masacre de Germania, una localidad cercana a Vedia, de donde procede el jefe policial que estuvo en Ramallo este viernes cuando sonaron los tiros del fusilamiento. En Germania, dos ladrones, perseguidos por una patrulla al mando del Vampiro, fueron cercados en un campo y acribillados cuando ya se habían rendido. Tenían tiros en la axila y, según una fuente policial, se los hizo arrodillar antes de ejecutarlos. Miniscarco llevó los cuerpos a la morgue sin autorización judicial y dejó al juez sin pruebas en el lugar. La causa duró dos años y el policía fue sobreseído porque el arma homicida, evidentemente “plantada” en el lugar, no era la reglamentaria. Las balas periciadas, como ocurriría después en el Caso Cabezas, no eran las que estaban en el cuerpo. Miniscarco tiene un sumario por “plantado de pruebas” y testigos “truchos” en el Caso Cabezas, a raíz de una denuncia de los entonces abogados de Gustavo Prellezo, Hernán Mestre y David Lettieri. Pero no corre peligro: su ex jefe Víctor Fogelman tiene el área de sumarios a su cargo. Mestre, por su parte, se alejó del juicio harto de recibir amenazas. El Vampiro, que tuvo a su cargo la instrucción policial por el asesinato del fotógrafo, introdujo en la causa a un jardinero que habría visto –a través del ligustro– una reunión del policía Prellezo con el jefe de seguridad de Alfredo Yabrán, Gregorio Ríos. En la declaración policial el jardinero “leyó antes de firmar”. El único problema es que era analfabeto y por eso, en su segunda declaración ante el juez José Luis Macchi, terminó admitiendo que en realidad no había visto nada. Al Vampiro se le atribuye también el “descubrimiento” de la cámara de José Luis Cabezas, a través de un rabdomante que hubiera envidiado García Márquez. La cámara contenía restos de flora y fauna de un lugar diferente al que fue encontrada. En un momento muy oportuno: apenas 24 horas después de que el juez Macchi les dictara la prisión preventiva a los Horneros, sin absolutamente ninguna prueba material que los vinculara con el asesinato. En los días agitados de Castelli, Miniscarco –que había sido separado de la fuerza y reincorporado por Fogelman– solía ufanarse ante los periodistas (en “off”, por supuesto) de su capacidad persuasiva ante Gustavo González, el más joven de la banda de los Hornos, que se resistía a autoincriminarse: “Lo tuvimos que apretar una semana”. Miniscarco tiene una causa abierta en Junín por enriquecimiento ilícito. Se le atribuyen diversas propiedades y mil hectáreas en Vedia a nombre de un agricultor que le hace de testaferro. El abogado de Junín que lo denunció apareció muerto en su casa de un tiro en la cabeza. Aparentemente se suicidó, como el preso de Ramallo Martín “Tito” Saldaña. El Vampiro tiene mucho peso en la Bonaerense desde los tiempos del Jefe Pedro Klodczyk, el mejor jefe de la mejor policía del mundo. La que está por costarle la Presidencia a su protector y rehén, Eduardo Duhalde.

 

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