Por Miguel Bonasso Fuentes policiales y de
inteligencia revelaron a Página/12 que la masacre de Villa Ramallo dista de ser un
desastre casual y podría significar el fin de un presunto pacto secreto entre
el gobernador Eduardo Duhalde y algunos antiguos jefes desplazados de la Bonaerense. A
cambio de recuperar cuotas y espacios de poder, los antiguos porongas le
habrían garantizado al candidato del PJ una disminución de la actividad criminal durante
el período preelectoral. El detrás de la escena revelado por estas fuentes
enlaza la nueva masacre con el crimen no resuelto del que fue víctima el fotógrafo José
Luis Cabezas, a través de un personaje ligado con ambos casos: el comisario mayor de la
Bonaerense Carlos El Vampiro Miniscarco, director de Investigaciones Complejas
y Narcotráfico. El pacto con la Maldita Policía, diseñado por el ex secretario de
Seguridad Alberto Piotti, el comisario retirado Mario El Chorizo Rodríguez,
el senador justicialista por Morón Horacio Román y el tambaleante ministro de Justicia y
Seguridad Osvaldo Lorenzo, habría comenzado a fisurarse cuando una revelación de La
Nación, obligó a Duhalde y a Lorenzo a desprenderse del secretario de Seguridad Héctor
Lufrano, que fue abogado del célebre asaltante Luis El Gordo Valor. A una
semana de la forzada cesantía de Lufrano arguyen las mismas fuentes se
produjeron cuatro asaltos a bancos: en Quilmes, Pacheco, Ramallo y Garín; estos dos
últimos con toma de rehenes. Si el diagnóstico es certero, habría que pensar que los
asaltantes del Banco Nación habrían sido a la vez instrumentos y víctimas del poder
detrás del trono. Un poder que Duhalde amamantó y que se parece mucho al ataúd de
Herminio Iglesias.El pacto con el diablo parecía vivo el miércoles último, cuando se
reunieron secretamente, en la comisaría octava de San Martín, el Chorizo Rodríguez, el
comisario Oscar Alberto El Caballo Viglianco y el titular de la seccional.
Vigliano fue, junto con Miniscarco, uno de los comisarios que secundaron a Víctor
Fogelman en el bunker de Castelli y borraron prolijamente todos los datos del caso Cabezas
que conducían a la Pista Policial. No obstante lo cual fue ascendido, ya en tiempos de
León Carlos Arslanian. El tema de los patas negras fue el robo de autos, que
florece en la zona. Un día más tarde, las promesas de los porongas de
controlar el territorio para allanarle el camino al candidato del PJ volaban por el aire
en Ramallo. ¿Fue una represalia por lo de Lufrano? Eso explicaría el
suicidio del preso Martín Tito Saldaña y la ferocidad desplegada
en la tiniebla para que no quedasen testigos molestos. En la jerga policial esta clase de
operetas suele llamarse vuelto y, para algunos expertos, la
hipótesis de un vuelto similar abonaría la tesis de la llamada Pista
Policial en el Caso Cabezas. Ramallo y Cabezas, curiosamente, se enlazan a través
del Vampiro Miniscarco, que sigue en su puesto a pesar de que en la trágica madrugada del
viernes estuvo en Ramallo, en el centro de la decisión. Miniscarco está acusado
judicialmente de plantar pruebas y presionar a prisioneros para embarrar la
causa por el asesinato de José Luis Cabezas. En su currículum policial de tres décadas,
figuran varios puntos oscuros y otra masacre, la de Germania. Pero no es el único: otro
protagonista aún no sancionado de la matanza de Ramallo, el comisario Santiago Allende,
también registra ilustrativos antecedentes. Además, ambos son buenos amigos; trabajaron
juntos en General Sarmiento. Allende, actual director general de Investigaciones de la
Bonaerense, declaró que no hubo orden de disparar y que los policías actuaron por
circunstancias del momento. Por circunstancias del momento, el Gordo
Allende fue acusado en setiembre de 1997 de haber desviado la investigación
por el asesinato de Emilio Blanco, un adolescente de 16 años cuyo cadáver destrozado fue
encontrado junto a las vías del tren en Chascomús. Según la seccional del lugar,
comandada por Allende, el chico murió arrollado por un tren; según la familia y sus
abogados fue asesinado por una banda de narcopolicías. La primera autopsia realizada por
forenses policiales del SEIT, abonaba laprimera hipótesis. Una segunda autopsia, ordenada
por la Suprema Corte de la provincia, demostró que el cuerpo del muchacho recibió golpes
post mortem tendientes a demostrar que fue atropellado. La causa fue
caratulada inicialmente como muerte por accidente, pero después se la cambió
a homicidio, pero languidece en el juzgado. En Chascomús hubo marchas del
silencio y Allende fue apartado de la causa. Cuando la pericia demostró que había sido
un crimen, apareció un personaje del inframundo, un buche policial, que se
autoincriminó con menos éxito que los Horneros. Un simple interrogatorio sirvió para
convencer al juez de que estaba protegiendo a los verdaderos culpables. Por si fuera poco,
otro chico, amigo del asesinado Blanco, apareció a su turno muerto.El Vampiro Miniscarco
tiene un prontuario más poblado. En 1984, cuando era oficial principal, estuvo diez días
preso por lo que se llamó la masacre de Germania, una localidad cercana a Vedia, de donde
procede el jefe policial que estuvo en Ramallo este viernes cuando sonaron los tiros del
fusilamiento. En Germania, dos ladrones, perseguidos por una patrulla al mando del
Vampiro, fueron cercados en un campo y acribillados cuando ya se habían rendido. Tenían
tiros en la axila y, según una fuente policial, se los hizo arrodillar antes de
ejecutarlos. Miniscarco llevó los cuerpos a la morgue sin autorización judicial y dejó
al juez sin pruebas en el lugar. La causa duró dos años y el policía fue sobreseído
porque el arma homicida, evidentemente plantada en el lugar, no era la
reglamentaria. Las balas periciadas, como ocurriría después en el Caso Cabezas, no eran
las que estaban en el cuerpo. Miniscarco tiene un sumario por plantado de
pruebas y testigos truchos en el Caso Cabezas, a raíz de una denuncia
de los entonces abogados de Gustavo Prellezo, Hernán Mestre y David Lettieri. Pero no
corre peligro: su ex jefe Víctor Fogelman tiene el área de sumarios a su cargo. Mestre,
por su parte, se alejó del juicio harto de recibir amenazas. El Vampiro, que tuvo a su
cargo la instrucción policial por el asesinato del fotógrafo, introdujo en la causa a un
jardinero que habría visto a través del ligustro una reunión del policía
Prellezo con el jefe de seguridad de Alfredo Yabrán, Gregorio Ríos. En la declaración
policial el jardinero leyó antes de firmar. El único problema es que era
analfabeto y por eso, en su segunda declaración ante el juez José Luis Macchi, terminó
admitiendo que en realidad no había visto nada. Al Vampiro se le atribuye también el
descubrimiento de la cámara de José Luis Cabezas, a través de un rabdomante
que hubiera envidiado García Márquez. La cámara contenía restos de flora y fauna de un
lugar diferente al que fue encontrada. En un momento muy oportuno: apenas 24 horas
después de que el juez Macchi les dictara la prisión preventiva a los Horneros, sin
absolutamente ninguna prueba material que los vinculara con el asesinato. En los días
agitados de Castelli, Miniscarco que había sido separado de la fuerza y
reincorporado por Fogelman solía ufanarse ante los periodistas (en off,
por supuesto) de su capacidad persuasiva ante Gustavo González, el más joven de la banda
de los Hornos, que se resistía a autoincriminarse: Lo tuvimos que apretar una
semana. Miniscarco tiene una causa abierta en Junín por enriquecimiento ilícito.
Se le atribuyen diversas propiedades y mil hectáreas en Vedia a nombre de un agricultor
que le hace de testaferro. El abogado de Junín que lo denunció apareció muerto en su
casa de un tiro en la cabeza. Aparentemente se suicidó, como el preso de Ramallo Martín
Tito Saldaña. El Vampiro tiene mucho peso en la Bonaerense desde los tiempos
del Jefe Pedro Klodczyk, el mejor jefe de la mejor policía del mundo. La que está por
costarle la Presidencia a su protector y rehén, Eduardo Duhalde.
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