La intervención
multinacional está en marcha. Nueve barcos partieron ayer de Australia para tomar
posición en aguas internacionales frente a Timor. El viceministro de Defensa
australiano, Doug Riding, anunció ayer que el primer contingente de la ONU llegará hoy a
Timor Oriental. El comandante de la fuerza de paz, el general australiano Peter Cosgrove,
también estará hoy en Timor para coordinar con el mando indonesio el despliegue de estas
tropas. Las tropas indonesias en Timor Oriental continuaron su repliegue parcial hacia la
mitad occidental de la isla. El elemento de peligro en la operación de la ONU lo
constituyen los grupos paramilitares pro-indonesios, los principales responsables de la
violencia desatada en la isla. Uno de sus líderes aseguró ayer que sus hombres
están sedientos de sangre de blancos.Por lo pronto, ayer comenzaron las
primeras maniobras de la fuerza de paz. En dos grupos, el destructor británico HMS
Glasgow, la fragata australiana Anzac, la fragata neocelandesa Te
Kaha, todos provistos de misiles teledirigidos, y tres naves de desembarco con
blindados, zarparon del puerto australiano de Darwin hacia Timor. Las naves no llevaban a
bordo tropas de desembarco, por lo que se estima que la mayoría de los soldados serán
transportados a Timor por avión o mediante el catamarán australiano de alta velocidad
Jervis Bay. El despliegue del total de 8000 soldados comenzará hoy con el
arribo de partes de una avanzadilla de 2000 hombres (la mayoría australianos pero con 250
gurkas británicos). Estas tropas establecerían una zona de seguridad en
torno al aeropuerto de la capital timorense de Dili. Paralelamente, el ejército indonesio
continúa su repliegue escalonado de Timor Oriental. El portavoz del ejército indonesio,
general Sudrajat, aseguró el viernes que Indonesia retirará del territorio a 8000
soldados (de un total 26.000), y el comandante del ejército indonesio en Timor, general
Kiki Syahnakri, declaró ayer a los medios que entre 3500 y 4000 ya se habían retirado.
Syahnakri lamentó que los detalles del traspaso del mando por el ejército indonesio a la
fuerza de paz, y la misma cadena de mando de las tropas de la ONU, sigan sin ser
aclarados. Con serias sospechas sobre la complicidad de tropas indonesias destacadas en
Timor Oriental en las masacres de las últimas semanas, la ONU pidió a Jakarta que envíe
unidades que no hayan estado previamente involucradas en la isla. Sin embargo, las temidas
tropas de las fuerzas especiales indonesias Koppasus implicadas con el fomento de
los paramilitares permanecerán en Timor. Pero la principal preocupación de la ONU
se centra en los paramilitares pro-indonesios. Testigos en Dili, incluyendo una
corresponsal de la cadena CNN, informaron que un número indeterminado de paramilitares
acompañaron ayer la retirada parcial de las tropas indonesias, desvaneciéndose de la
ciudad. Pero varios grupos paramilitares prometieron públicamente quedarse y luchar
contra las fuerzas de la ONU. El premier australiano John Howard prometió el viernes que,
si los paramilitares resistían, habría un refuerzo inmediato de los cascos
azules, e insinuó que la participación de Estados Unidos hasta ahora limitada a
200 tropas logísticas podría aumentar. Este refuerzo tomaría tiempo, sin embargo,
y los paramilitares podrían tener refuerzos propios: la televisión de Singapur informó
ayer que la organización islámica Nadhlatul Ulama enroló a 100.000 personas para librar
una yihad, o guerra santa, contra las fuerzas de la ONU. Junto a
los soldados, la semana que viene también arribaran trabajadores humanitarios de la ONU
para proveer alimentos y atención médica a los refugiados timorenses. La situación de
estos últimos es desesperada. Se calcula que su número asciende a 500.000, muchos de
ellos escondidos en zonas montañosas. Según informes de organizaciones humanitarias, el
viernes se registraron los primeros muertos por inanición en Dili. La ONU recibió el
permiso de Jakarta para realizar nuevos vuelos para lanzar por paracaídas ayuda para los
refugiados, pero no se ha establecido cuándo los aviones podrán aterrizar en Timor. Hay
preocupación además por los camposde refugiados controlados por los paramilitares en
Timor Occidental, donde les está prohibido el acceso a los trabajadores humanitarios.
Claves La crisis
en Timor Oriental se desató después del referéndum del 30 de agosto, en que más de un
80 por ciento votó por la independencia de Indonesia. El ejército y sus paramilitares
respondieron con una masacre que vació las principales ciudades y provocó una crisis de
refugiados.
Australia, el país con mayores probabilidades de sufrir el derrame de los 800.000
timorenses orientales, encabezó una iniciativa militar para pacificar la ex colonia
portuguesa. De las 8000 tropas comprometidas bajo el mandato de la ONU, 4500 son
australianas. Y tienen órdenes de tirar a matar si son resistidas.
Indonesia, bajo presión, aprobó el despliegue de la fuerza multinacional, pero poderosos
sectores militares ligados al ex dictador Suharto están en desacuerdo y siguen en Timor
Oriental, porque temen que el precedente aliente a los independentistas de Aceh, Ambon y
Irian Jaya. Jakarta afirma que tanto el ejército como los paramilitares iniciaron su
repliegue, pero parte de ellos puede resistir y causar otro baño de sangre.
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